Martí vive en nuestra América

El próximo 28 de enero de 2011 se cumplen 158 años del natalicio Martiano. Queremos como revolucionarios darle a este nuevo aniversario una solidaria y calurosa, bienvenida a su llegada. Entendemos que vale el esfuerzo de escribir sobre el quehacer revolucionario, es decir político, de este héroe nuestro americano.

Al amanecer de Repúblicas Continentales en la América Hispana, forjadas una tras otra entre 1808 y 1828. Martí tratará de descifrar la incógnita de lo que resta, de lo que no se ha independizado aún del colonialismo Ibérico. Tiene Martí 12 años cuando la liberación Dominicana del yugo Español, reduce el déficit histórico a Cuba y Puerto Rico. Más, ese año de 1865 también significaba una gran complicación para el destino de Martí, pues con él termina la Guerra de Secesión en los Estados Unidos. Y con la victoria del Norte están dados los prerrequisitos forzosos para que pueda surgir el moderno Imperialismo Norteamericano.

Ya era bastante tarea la de proponerse que dos pequeñas islas, Cuba y Puerto Rico, lograran repetir, lo que habían alcanzado antes, de 1810 a 1825, las áreas que se extendían desde México a Argentina, incluyendo cuatro Virreinatos, tres Capitanías Generales y dos Presidencias de Audiencias. Iba a ser necesario, para vencer a Yanquilandia y su política de “la fruta madura”, que Fidel viniese en auxilio de Martí y Maceo hasta coronar la obra de estos, utilizando, en tal momento, la siembra de la revolución agraria y antiimperialista del primer partido Marxista-Leninista de Cuba, y uniendo los hilos de la madeja que empezaron a trazar Céspedes y Agramonte en la Guerra de los Diez Años.

El propósito que Martí se imponía al expresar en los alrededores de 1890: “los pueblos de nuestra América son más libres y prósperos a medida que más se alejan de los Estados Unidos. Y Cuba debe ser libre de España y de los Estados Unidos”.

Y nuevamente: “urge decir, porque es la verdad, que ha llegado para la América Española la hora de declarar su segunda independencia, política y económica”.

Las circunstancias de su origen social, la pobreza de su familia, ya que estaban muy lejos sus padres de saber que existía en el mundo algo llamado conciencia de clase proletaria. Martí no era materialista en filosofía, tuvo esos atisbos en la problemática social, y no se le escapó el apego de poderosas razones económicas. Hizo nacer el Partido Revolucionario Cubano tal y como podía ser útil, aplicando con excepcional cuidado criterios que supo formular sin despertar suspicacias.

(Cita de Martí) “Hay que hacer lo que en cada momento es necesario; en política, lo real es lo que no se ve”.

La educación recibida en circunstancias privilegiadas, que lo convirtieron desde pequeño en niño letrado, con ámbito de “clase media”. Mentores tuvo que en verdad no parecían corresponder al Martiano origen. Rafael Sixto Caballero y su Plantel “San Anacleto”, los profesores de primer año de bachillerato en el Instituto de la Habana, posteriores y anteriores al padre espiritual de Martí en la Escuela Superior Municipal de Varones y en el Colegio San Pablo; nos referimos a Rafael María Mendibe. Sin Mendibe no cabe concebir a Martí. De hecho lo salvó de la miseria y lo lanzó, sin saberlo, a la Historia de Cuba y de América.

Sin embargo, no faltaron momentos en que a Martí lo acompañara la pobreza; y ella le ayudó a alcanzar su primera gran concepción ideológica: el antiesclavismo unido al antirracismo. No resulta insólito que Martí fuese antiesclavista cuando muchos lo eran en nuestra América, donde pervivía únicamente la odiosa institución en Brasil y colonias de España. Ya es otra cosa que fuese antirracista desde su existencia en la Hanábana, niño, a los nueve años, cuando todavía Mendibe no se perfilaba en su horizonte; los antirracistas eran pocos, entonces, en la isla. No obstante, ambas rebeldías se empataron en él, viajó desde ese momento con él su primer perfil ideológico.

El segundo fue el independentismo. Lo respiró, día a día, en la vecindad de Mendibe, a partir de 1865. Preso desde octubre de 1869, es condenado en marzo del siguiente año a seis años de presidio con trabajos forzados.

Está en las horrendas Canteras de San Lázaro. De la España opresora, injusta, ha pasado a la España bárbara que obtiene cal a vergajazos, engullendo indistintamente adolescentes y jóvenes, hombres maduros o viejos derrumbados, en plenas calles de la Habana. Nunca soñó Martí realidad tan bestial. Lesión en el tobillo, por los grilletes; lesiones en la ingle y los órganos genitales, por la cadena que va de los pies a la cintura. Lesión en los ojos, por el brutal resplandor del sol. En ese mismo año de 1871, desterrado ya a Madrid, su espíritu resulta alcanzado otra vez por el bestial sadismo colonial. Le llega el relato del fusilamiento en la Habana de 8 estudiantes de Medicina; tras ser sorteados entre 40 alumnos.

Más, ese joven ya ha madurado. Y antes de marcharse de España a fines de 1874, graduado de abogado en la Universidad de Zaragoza, enriquece su acervo revolucionario con una cuarta experiencia: la conducta hacia Cuba de la Primera República Española. En Madrid había estudiado profundamente las causas del atraso de aquella España, y lo percibió. Si la Metrópoli carecía de vuelo capitalista, era por haber pretendido reemplazar el progreso técnico por riquezas que había arrebatado a nuestra América durante siglos. Se la comían tres buitres: la monarquía feudal, el militarismo, y la iglesia católica. Por suerte, creía Martí, la arena pública presentaba lo que llamaríamos una “izquierda”: los republicanos. Que en 1873, increíblemente, llegaron al poder. Martí aprendió dos cosas: una que para los revolucionarios cubanos no existía diferencia entre la Monarquía y la República. Otra, que la República en España duró menos de un año: falleció en 1874. Un golpe de estado militar devolvió el trono a la dinastía de los Borbones, como otro se lo había quitado. Había caído Isabel II y se producía el advenimiento de su hijo, el nuevo rey: Alfonso XII.

Y Martí supo, para siempre, que era inculto, a más de irracional, quién esperara de España, con sinceridad, a lo que fuese explotación inmisericorde y dispuesta, en todo momento, a apelar a la barbarie. Al llegar a México en 1875, con 22 años, era, además de antiesclavista y antirracista, un maduro partidario de la independencia cubana y un conocedor profundo de las históricas raíces socioeconómicas del atraso de España.

Finalmente descubrió, las “entrañas del monstruo”; y fue éste el mejor hallazgo. Viviendo catorce años en Estados Unidos país que, tras haber rechazado el tipo general de revoluciones de independencia latinoamericanas, corroídas por el lastre militarista español que llevaban dentro, unas veces, y por la indisciplina, nutrida de analfabetismo, que hacía posible etapas de anarquía en nuestra América. No se dejó engañar por el aparente modelo de orden, trabajo y prosperidad producido por la revolución de independencia norteamericana, tan profundamente afectada por su esclavismo y por la corrupción. Llegó a descubrir, dos cosas por lo menos. Qué los Estados Unidos eran gobernados por sus más voraces capitalistas, y no por sus políticos.

Data: Anuario de la Universidad de la Habana.

Eran los años ya muy lejanos en que José Martí, Eloy Alfaro y Vargas Vila, se sentaban muchos días en una misma mesa de yantar en Nueva York; todos proscritos, todos tristes, todos soñadores.

Martí soñaba con Cuba libre.

Alfaro con libertar el Ecuador.

Y Vargas Vila… soñaba con Colombia esclava; ese era el sueño de la juventud.

¡Gringos! ¡Ho Home!

¡Libertad para Gerardo!

¡Libertad para los cinco héroes de la Humanidad!

Hasta la Victoria Siempre.

Patria Socialista o Muerte. ¡Venceremos!


manueltaibo@cantv.net


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Manuel Taibo


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