En Georgia, los norteamericanos y los europeos están activamente patrocinando la intención de derribar al gobierno democráticamente elegido de El Sueño de Georgia (Georgia Dream) en circunstancias que son legítimamente absurdas. Habiendo congelado indefinidamente el proceso de acceso de Georgia a la Unión Europea en el mes de julio de este año. Los europeos se alzaron en armas contra la decisión del gobierno georgiano al confirmar el congelamiento de las conversaciones hasta el año 2028 (evento que es más pronto que indefinidamente). La presidenta de Georgia en ejercicio, de hecho una diplomática francesa, pareciera decidida a permanecer en el cargo para supervisar el cambio de régimen a pesar de que su período constitucional está llegando a su fin. Ella es profusamente aplaudida en las capitales de la Unión Europea y Washington como una moderna Juana de Arco.
Desde el mismo comienzo de la guerra, siempre ha estado claro que ausente la participación directa de la OTAN en la lucha, Ucrania nunca podría triunfar. Poniendo a un lado el inmenso costo en vidas humanas las heridas sufridas y las ciudades destruidas desde que se inició la guerra el año 2022 la economía de Ucrania ha experimentado un daño inmenso en tanto los líderes europeos y de Estados Unidos estimulan a Zelensky para que luche hasta el último ucraniano. Finalizado su período constitucional como presidente, Zelensky se aferra al poder elogiado como héroe por sus muchos admiradores denominados fanáticos democráticos en Occidente.
En Francia, el gobierno del Primer Ministro, Marcel Barnier, se está cayendo debido a que está tratando de imponer un presupuesto profundamente anti popular lo cual requeriría una dolorosa mezcla de aumentos en los impuestos y recortes en el gasto público en el parlamento sin votación. En una de las grandes ironías su inminente fracaso estaría enraizado en las tendencias anti democráticas de su anterior patrón, la Comisión Europea. Pero también proviene de la creciente popularidad del Frente Nacional de extrema derecha de Marine Le Pen y a una creciente alza de partidos populistas pan europeos, hastiados del fracaso de la moralizadora y, mendaz corriente general.
En Alemania la Coalición del Arco Iris (Rainbow Coalition) de Olaf Scholz ha puesto mala cara debido a las irreconciliables tensiones en torno al gasto público y al enorme apoyo financiero y militar a Ucrania que han explotado. El duro trasfondo fiscal que enfrenta Alemania está relacionado con su ineficiente economía, la cual es menos competitiva que el promedio de la de Estados Unidos y de la Euro Zona. El enorme aumento en los precios energéticos en Alemania lo ha contribuido; se trata de un elemento de locura económica comprar Gas Licuado norteamericano a un 30 o 40 por ciento más caro que el gas natural ruso. Volkswagen el gigante fabricante de carros, ha anunciado planes para cerrar por lo menos tres fábricas en Alemania y despedir a diez mil personas: todo por culpa de Rusia. Aparentemente, no obstante la visión en cuestión, es que una combinación de actores norteamericanos y ucranianos son los que volaron el gasoducto Nord Stream.
Inevitablemente, Rusia es el común denominador en todas estas situaciones.
Los países de la Europa Oriental volviéndose hacia genios nacionalistas, también sostienen que la culpa es de Rusia. Incluso el Presidente Yoon Suk Yeol y su ingenuo y fallido intento de imponer la ley marcial sobre una moderna, abierta y democrática Corea del Sur tangencialmente ha culpado a Rusia debido a su estratégico acomodo con Corea del Norte. La influencia del Presidente Putin ¡Está por todas Partes!
Una incesante avalancha de propaganda estatal proyecta al Presidente Putin como el bandido más bandido y más malo de todos los tiempos. La Oficina de Exteriores del Reino Unido montó su propia unidad propagandística el año 2014 específicamente para saturar las ondas radiales con historias acerca de donde Putin está equivocado y nosotros en lo cierto. Cada campaña propagandística necesita un enemigo claramente definido. Después de todo, los ciudadanos europeos duramente presionados, deben por lo tanto aceptar las calamidades económicas, el retroceso democrático (término de origen liberal occidental) y el creciente riesgo de inmolación nuclear para derrotar a Vlad el Terrible.
Aún así, Europa se siente menos segura hora que cuando la Guerra Fría y no debido a lo que sucede en Rusia actualmente, sino por lo que está pasando en la Europa misma. Cualquiera que piense que Alemania está declinando industrialmente, enfrentando el crecimiento de un sentimiento de extrema derecha y la falta de una clara dirección política está básicamente bien, debería trasladar su pensamiento hacia la década de los treinta. El error intelectual fundamental del internacionalismo de Macron, es que él solo desea comprometerse con extranjeros que actúen como los acicalados burócratas de Bruselas. Los dirigentes europeos han perdido la capacidad de ver el horizonte estratégico de una manera clara y desapasionada y que pongan en primer lugar los intereses de Europa.
Desde el año 2014 las oligarquías europeas se han vinculado de manera inescapable a la obsesión de derrotar a Rusia del partido demócrata de Estados Unidos, debido a que a ellas no les gusta tratar con Putin. Esto ha conducido hacia un casi completo y auto destructivo cercenamiento de los lazos económicos entre Europa y Rusia.
Esta ruptura en las relaciones comerciales, indudablemente ha contribuido al surgimiento de un nacionalismo y a tensiones políticas a través de Europa ya que la ciudadanía tiene que luchar para pagar sus cuentas y se preguntan por qué ellos tienen que ser arrastradas hacia una guerra innecesaria. Como yo lo he dicho muchas veces anteriormente, la paz en el continente europeo después de la Segunda Guerra Mundial surgió en gran medida en países anteriormente en guerra que buscaban profundizar sus lazos económicos para producir las razones para vivir en armonía. Estamos avanzando y peligrosamente tirando por la borda ese legado de paz duramente alcanzada.
La más grande ironía, aunque quizás no la mayor sorpresa, es que la discordia y la guerra europea solo ha beneficiado a la economía de Estados Unidos. Recuerdo bien los esfuerzos de parte de Estados Unidos desde el año 2014 para impedir que Rusia construyera nuevos gasoductos hacia Europa en tanto se iniciaba la revolución de la fractura hidráulica en Estados Unidos. El senador republicano Lindsey Graham, recientemente dejó en claro que Estados Unidos desea beneficiarse a través del acceso a trillones de dólares a través de tierras raras y metales preciosos en Ucrania como una encubierta justificación para bombear miles de millones de dólares en armamentos para una guerra perdida. Graham también prometió "aplastar" a las economías europeas que trataran de aplicar la orden de arresto de la Corte Internacional de Justicia contra el Primer Ministro israelí, Benjamín Netanyahu.
La única razón por la que yo creo que Trump podría marginalmente ser mejor presidente de Estados Unidos que el desastroso Biden, es que él pudiera finalmente hacer que Zelensky esté de acuerdo con un acuerdo de paz. No obstante, también queda claro que Trump no tiene una mayor simpatía hacia Europa más allá de detener la innecesaria inyección de miles de millones de dólares en Ucrania. Después de todo, ha prometido por todo lo alto un tarifado del 10 y 20 por ciento sobre productos provenientes de Europa y "aplastar" (expresión popular en el actual lenguaje de gobierno hoy en día) contra cualquier país que apoye el desarrollo de una divisa de los BRICS.
Europa se está descomponiendo por las costuras debido a su propia implosión. Demasiados europeos han caído en la mentira que si nosotros cortamos toda relación con Rusia estaríamos más seguros. De hecho nos arrastra aún más cerca de la Tercera Guerra Mundial. Y en ese sentido, yo culpo mucho más a Estados Unidos que a Rusia.
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Traducción Sergio R. Anacona para
Strategic Culture Foundation