El pasado 15 de enero se conmemoró un aniversario más del nacimiento de un gran hombre de Fe y pasión social y de lucha por los derechos humanos, nos referiremos a Martin Luther King Jr, quien nació en Atlanta, el 15 de enero de 1929 y murió en el estado de Memphis, 4 de abril de 1968, fue un pastor estadounidense de la Iglesia Bautista que desarrolló una labor crucial en Estados Unidos al frente del Movimiento por los derechos civiles para los afroamericanos y que, además, participó como activista en numerosas protestas contra la Guerra de Vietnam y la pobreza en general.
Por esa actividad encaminada a terminar con el apartheid estadounidense y la discriminación racial a través de medios no violentos, fue condecorado con el Premio Nobel de la Paz en 1964. Cuatro años después, en una época en que su labor se había orientado especialmente hacia la oposición a la guerra y la lucha contra la pobreza, fue asesinado en Memphis, cuando se preparaba para liderar una manifestación.
Su denuncia transcendió las fronteras de su país, son muchas las cosas que planteó y que 44 años después siguen retumbando en la conciencia de todos los que vemos a un Imperio como el Norteamericano que se hace oídos sordos de estas palabras: “Sabía que jamás podría elevar mi voz contra la violencia de los oprimidos en los ghettos sin primero hablar claramente ante el más grande proveedor de violencia en el mundo hoy día, mi propio gobierno” ‘Quienes hacen imposible la revolución pacífica harán inevitable la revolución violenta’. “La guerra en Vietnam es solo un síntoma de una enfermedad mucho más profunda dentro del espíritu estadounidense, y si ignoramos esta grave realidad… estaremos marchando y asistiendo a mítines sin fin a menos de que se dé un cambio significativo y profundo en la vida y política estadounidense”, y quiero terminar esta cortas reflexión con un fragmento de su gran discurso ante más de un millón de personas y millones más que lo escucharon y vieron por radio y televisión, sueño que aún no se ha cumplido y por el solo hecho que los Estados Unidos tengan por fin a un afroamericano en la Casa Blanca no significa en esencia que ha sido lo mejor porque solo obedece su política al resguardo del gran capital con sus innumerables transnacionales.
¡TENGO UN SUEÑO!
"Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad soñar con la justicia soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas. Soñar que mis cabellos que ralean y se blanquean no impiden que mi mente y mi corazón sigan jóvenes y se animen a la aventura, sigan niños y conserven la capacidad de jugar. Soñar a mis hijos grandes sanos felices volando con sus alas sin olvidar nunca el nido. Soñar con el amor con amar y ser amado dando todo sin medirlo recibiendo todo sin pedirlo. Soñar con la paz en el mundo en mi país en mi mismo, y quién sabe cuál es más difícil de alcanzar. Soñar que tendré la fuerza, la voluntad y el coraje para ayudar a concretar mis sueños en lugar de pedir por milagros que no merecería. Soñar que cuando llegue al final podré decir que viví soñando y que mi vida fue un sueño soñado en una larga y plácida noche de la eternidad."
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