Una vez más tenemos
la prueba definitiva del decisivo dominio ejercido por el puro sentimiento
sobre todo lo importante de los pueblos…: razón, instinto, coacción,
interés y voluntad, esos bloques ciclópeos con los cuales construyeron
el gigantesco edificio de la Sociedad Capitalista y Estado, en insensato
afán babélico de lograr escalar el cielo, son barridos por la Revolución
cual humo al ser lamidos por la llama de la humana pasión de las masas
y del humano sentimiento. Y es qué razón, instinto, coacción, interés,
deseo y voluntad son sólo facultad de hombres y mujeres y lo capital
es tan sólo el hombre y la mujer, ellos, y quien el hombre sea—único
misterio de la creación entera—ni ciencia ni razón lo comprenderán
jamás. Nada ni nadie se comprende a sí mismo, como nadie salta sobre
su propia sombra. Para nosotros hay en el ser humano burgués una ignota
“razón de la razón”, esa llamada “razón de la sin razón”,
ese algo sobrenatural que a los burgueses hace superar Muerte y Vida…,
y en ese algo se revela su “inmortalidad”.
A esta conclusión
en recta nos lleva la realidad que vivimos. Salvando nuestra vista el
abismo psicológico abierto entre nosotros, los creíamos unos perfectos
arquetipos del “ente capitalista”, ya sin pasión ni sentimiento,
todo en ellos razón, instinto. Es para nosotros ese nuevo tipo zoológico
de “bello animal racional”, en el cual habían logrado reducir a
fisiología, el amor al dinero, a la nada reducido, fulmina a la mujer
y al hombre lo derrota… ¡Y nosotros que creíamos a la mujer hielo
y al hombre acero!... ¡Y como arden el hielo y el acero!... Ahora la
burguesía se nos está mostrando con su pura realidad: sólo una mujer
y un hombre con su “naturaleza eterna, intransmutable…”
Un eslabón verbal
servirá para engarzar la falsa posición europea con una idéntica
de la “democracia” americana… También ella, por defender una
“democracia” interior en Francia y Alemania e Inglaterra, se ve
impelida a sostener un imperialismo colonial… Como ustedes ven, puede
plantearse la cuestión sobre una base lógica fortísima… De ahí
a formular hipótesis de acción es facilísimo. Primera: que a los
Estados Unidos no les interesa el imperialismo europeo, ya que la disputa
se reduce a una cuestión de dominio personal. Que ideológica, política
y económicamente, conviene a Estados Unidos la destrucción del imperialismo
europeo, sea directo o indirecto. Más aún; si Europa perdiera toda
su fuerza económica, desaparecida Europa como potencia, su imperio,
en un solo día, vendría a gravitar hacia los Estados Unidos, como
es política y económicamente fatal…
Vean lo que decimos
bajo el aspecto de conspiración siniestra, como puede ser dicho sin
escandalizar a cualquier inefable burgués norteamericano. ¿Qué
actitud debe adoptar Estados Unidos frente a una guerra a la luz de
que, bajo cualquier motivo, será siempre una guerra económica entre
imperialistas que poseen e, imperialistas que ambicionan?... De ahí
a pasar, por razón de seguridad, a sugerir la necesidad y la moralidad
de que si el choque no se produce por sí mismo entre imperialistas,
debe ser provocado, ha de resultar facilísimo… Y, aceptado en teoría,
como se aceptará, concertar prácticamente las acciones es ya pura
mecánica. He aquí el índice: prolongar la guerra económica entre
los capitalistas hasta el último hombre, hasta el último dólar y
hasta el último euro.
Así fue reducida
la cuestión a la vulgaridad. El idealismo imperialista es la vulgar
adaptación a la grosera inteligencia capitalista del misticismo naturalista
de Baruch Spinoza. “Ellos” son spinozistas; acaso sea lo inverso
y que el espinozismo sea “Ellos”, siendo aquél sólo versión adecuada
para la época de la propia filosofía de “Ellos”, muy anterior
y superior… No es como el Marxismo propugna, por el aniquilamiento
de un contrario el devenir de la síntesis. Es por integración superadora
de tesis y antítesis como la síntesis se hace una realidad, una verdad,
imperialista, en un acorde final de lo subjetivo y objetivo.
Algo impreciso, difuminado
y oscuro, pero real. Algo de apariencia fantasmal, pero acorde su figura,
movimiento, relación y efecto con cuanto una lógica inducción podía
dejar adivinar. Fuerzas ingentes, imponderables, invisibles, aparecen
con un imperativo categórico indomable…, sutiles y titánicas a la
vez; algo así como el magnetismo, la electricidad o la gravitación
universal. Y, lo confieso, si las fuerzas, las causas y los hombres
y las mujeres sólo son los que la Historia oficial escrita nos señala,
proclamemos que la Revolución es el milagro mayor de nuestro País.
Pero el suicidio de las naciones burguesas, sería, una prueba magistral
y decisiva.
Así se explican,
sin duda, esos inútiles esfuerzos del imperialismo por negar nuestra
Revolución, peligroso antecedente, su realidad histórica o su especifidad
social y nacional. Pero así se explica también el estremecimiento
que los imperialistas sienten con la repercusión de la Revolución
Bolivariana en la conciencia de los pueblos Latinoamericanos. Este recuerdo,
por sí sólo, es revolucionario.
No obstante, más allá
de las estructuras sociales y de los antagonismos fundamentales que
dan cuenta de las causas profundas de la Revolución, conviene precisar
los diversos factores que explican una fecha. Lo que la Revolución
no es en modo alguno un acontecimiento fortuito. Ha tomado, es cierto,
a la burguesía de improviso, y sin embargo no es más que el complemento
del trabajo más largo, el término repentino de una obra en la que
han trabajado varias generaciones. La Revolución es ineluctable.
Los imperialistas sionistas creen que les será fácil imponer un gobernante escuálido en Venezuela, pero este gobernante no encontrará más apoyo que el que le de la parásita burguesía, quienes no pensaron en favorecer al pueblo cuando estuvieron en el poder, y piensan en ello hoy que están dispersos y vencidos y emigrados. Los oligarcas admitirán al gobernante, siendo fortalecido por los soldados del imperio, pero no harán nada para sostenerlo, el día en que este llegara a faltarle, el gobernante caerá del gobierno elevado por los imperialistas; como otros poderosos de nuestra América caerán el día en que el poder imperial deje de encubrirlos y protegerlos.
manueltaibo@cantv.ne
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