Libia se convierte, en diciembre de 1951, en el primer país africano en alcanzar su independencia después de la Segunda Guerra Mundial.
Inspirados en el líder
popular Gamal Abdel Nasser, se inician en 1969, importantes reivindicaciones
para el pueblo libio de la mano de Muamar al Gadafi, militar, guía
y líder de la Revolución Libia.
El 2 de marzo de 1977,
el Congreso General Popular asumió el poder legislativo y el Comité
General Popular sustituyó al Consejo del Mando Revolucionario
en el ejecutivo. La República Árabe de Libia, llamada así en ese
entonces, cambió su nombre por República Árabe Libia Popular y Socialista.
Actualmente, Libia mantiene
la esperanza de vida más alta de África, con 74 años. Cuenta con
el PIB más alto del continente africano, el segundo
puesto atendiendo al PIB en paridad de poder adquisitivo. Además, Libia
ocupa el primer puesto en índice
de desarrollo humano de África,
y se le podría comparar en términos de PIB con Argentina o México.
Libia, miembro de la Organización de Países Productores de Petróleo (Opep), es el cuarto productor de petróleo en África, también desarrolla su producción de gas natural, sector en el que tiene reservas estimadas en 1,540 billones de m3, según la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep).
El país ha duplicado
sus exportaciones de gas natural en tres años. De 5.400 millones de
m3 en 2005, pasó a más de 10.000 millones de m3 anuales, también
según estadísticas de la OPEP.
Por este motivo, el imperialismo
estadounidense (que agota sus reservas energéticas aceleradamente,
producto de la sociedad consumista que impulsa) está alentando, participando
y llamando a la desestabilización en Libia.
No se puede justificar,
ninguna masacre, contra ningún pueblo del mundo, en ningún país del
planeta. Ser antiimperialista no es una condición sine qua non,
para erigirse como una autoridad moral ante el pueblo. Hacen falta muchas
cosas más para que los líderes se reivindiquen con su pueblo. Como
por ejemplo: Convertirse en paradigmas de la humildad y el compromiso
con las distintas necesidades de la gente. La concentración de riqueza
en Trípoli (como expresan algunos analistas) y la organización burocrática
de la dirigencia Libia, no son precisamente muestras de esto.
En medio de la crisis
que se desarrolla en Libia, a los medios de comunicación independientes
como TELESUR, se les fue negado el ingreso al país árabe. Muamar al
Gadafi se queja de que los medios de comunicación tergiversan la verdad
de lo que sucede en su país (que no me extraña para nada que así
sea) pero niega el ingreso de la prensa independiente. Gadafi, que parece
no controlar la situación de ingobernabilidad en el país, anuncia
la defensa de la revolución hasta sus últimas consecuencias. La OTAN
y su principal dirigente, el imperio gringo (tal y como mencionaba Fidel)
se frota las manos ante la condición de guerra civil que rodea el país
árabe.
Si bien es cierto que
las recientes revueltas en el mundo árabe, son producto de las condiciones
de miseria que viven los pueblos, de la occidentalización en su término
más sórdido, del capitalismo en su fase superior; también es cierto,
que el imperialismo estadounidense está metido hasta los tuétanos,
para dirigir las “trancisiones” hacia una democracia entreguista
y dependiente de los grandes poderes de occidente.
(*) politólogo y productor
adaleduardo@hotmail.com