La poesía,
mucho más que un asunto de catarsis personal, de exteriorizar pensamientos,
reflexiones. Es un vehículo mágico para remover los sentimientos de
esta sociedad anestesiada, por la gran industria cultural del imperialismo.
Generar a través de este proceso colectivo, que es socializar los poemas;
sentimientos profundamente febriles, amorosos, tiernos, rebeldes, subversivos.
Este es el reto, la imperiosa lucha dentro del automatismo colectivo,
que propone este sistema globalizante multiplicador de la ansiedad,
la angustia, la soledad, el miedo.
La poesía
como expresión de las secuestradas concepciones del arte, como objeto
de estudio de la burguesía, del regocijo de la academia. Siempre ha
sido totalmente ajena a los pueblos excluidos del conocimiento, de la
complejidad de imágenes poéticas, de aquella poesía que se ha dedicado
a hermosear páginas y emborronar cuartillas.
Más allá
de la poesía escrita, en este lado del mundo, en esta América valiente
y subversiva que se levanta, se está generando la poesía nueva, la
más hermosa poesía que ha conocido nuestro pedazo de historia.
Ya lo dijo
el gran Maiakovski: “La poesía no es un espejo para reflejar el mundo,
sino un martillo con el que golpearlo”.
Toda obra poética
meramente contemplativa, en este mundo de más de mil millones de hambrientos,
miserias, guerras mundiales, amenazas nucleares, deterioro sistemático
del medio ambiente; Se disipa, se extingue sin pena ni gloria. Toda
la belleza descansa en la subversión, no hay otro camino, no hay luna
posible capaz de distraernos, ni estrellas suficientemente luminosas
como para confundirnos.
¿Quien puede
esconderse en la flor, cuando es la vida la que hay que enfrentar?
Así lo
cantó Ali: “Yo me siento feliz con mi canto, porque son manos
de obrero y ellas quiero ser yo, las plantas de los pies del que anduvo
descalzo, de tanto andar el mundo, se volvieron canción".
En esta Venezuela
Bolivariana y Revolucionaria liderada por el comandante Chávez, estamos
haciendo la nueva poesía, aquella que descansa en los actos revolucionarios
de amor; en los barrios, en los campos, en las manos curtidas de las
mujeres revolucionarias que paren los días con esperanzas.
Esta revolución
cultural que ya está en marcha en Venezuela, tiene como gran tarea
histórica, agrupar (más allá de las iniciativas individuales, de
los colectivos y demás esfuerzos particulares) todas las expresiones
artísticas de las comunidades, para concretar y sistematizar esfuerzos,
que orienten el desarrollo de nuestras fuerzas liberadoras del arte.
El 7 de octubre
nos jugamos, no solamente la posibilidad de seguir construyendo y reflexionando
un mundo distinto al capitalismo genocida. Sino la vida misma, se trata
de la batalla entre la vida o la muerte, entre el socialismo y la barbarie,
entre el amor por la humanidad y la bestialidad imperialista.
Lo que representa
el proyecto revolucionario que lidera el comandante Chávez; es la reivindicación
histórica de los excluidos, la construcción de nuevas formas de relacionarnos
entre nosotros y con el planeta que habitamos, la esperanza del mundo
nuevo que sueña esta humanidad mancillada por el capitalismo. La lucha
por la vida, por el presente preñado de futuro.
Lo que representa
el otro proyecto de la burguesía nacional y del capital transnacional;
es la imposición de la miseria para las grandes mayorías, el progresismo
neoliberal, que más allá de los lugares comunes y discursos perfumados,
significa la explotación criminal de los pueblos, para engordar la
suntuosidad de unos pocos herederos del poder mundial. Es la continuidad
de ese capitalismo que ha producido mil millones de hambrientos y pocas
familias controlando los recursos de todos.
El 7 octubre,
los que estamos con Chávez, sabemos lo que esta coyuntura histórica
nos plantea: ¡Poesía o Muerte! ¡Poesía o Nada!
adaleduardo@hotmail.com |