La hecatombe de la segunda depresión capitalista, la "Revolución" árabe y Wisconsin-Ohio

El capitalismo experimenta, en 2011, un nuevo zarpazo en el contexto de la Segunda Depresión que comenzó en agosto de 2007. La peor crisis sistémica en 80 años ha sido ocultada de manera descarada por los mecanismos de propaganda, fiel reflejo de la superestructura, y por la clase política decadente de los países industrializados y en vías de desarrollo. A pesar del maquillaje de cifras para crear la sensación de una “recuperación” paulatina, lo cierto es que el porvenir es cada vez más sombrío. Los números de la deuda pública siguen alcanzando topes inimaginables: en Europa sobrepasa –en algunas naciones- el 146,8% del PIB (Grecia) y en Japón (*), se dispara al 220%. En Estados Unidos el alarmante guarismo rebosa el 100%.

La creciente devaluación del dólar es otro de los síntomas de la Segunda Depresión Capitalista. Verbigracia, en 2002, un billete verde se cotizaba a 119 yenes, en Japón. En cambio, en 2011, ese mismo “George Washington” orbita los 85 yenes. En márgenes que igualan o remontan el 30% de depreciación, la moneda de referencia a escala mundial se hunde como el símbolo del otrora poderío económico estadounidense. El naufragio del “American Way of Life” no es una hipótesis de laboratorio, es una cruda realidad. Ahora, ni siquiera el papel donde está impreso el dólar goza de algún valor o prestigio. En ídem dirección, el desempleo se dispara como nunca antes en Estados Unidos (10%) y en España, por ejemplo, ostenta un vergonzoso 20%. Como si fuera poco, la crisis inmobiliaria ha agregado otro problema grave a la Segunda Depresión: las ejecuciones de hipotecas han dejado a más de 3 millones de familias en la calle, nada más en Estados Unidos. En Europa Oriental, antiguo paraíso socialista, la amarga praxis del capitalismo ha dejado a millones sin pensión, sin hogar, sin trabajo y sin los beneficios colectivos antes otorgados por los Estados obreros deformados del fenecido Pacto de Varsovia. En Japón, ya no sólo es más frecuente ver a gente “sin techo” por Tokio, Osaka o Nagoya, sino que el puesto de segunda economía global –de los nipones- ha sido arrebatado por la China Popular. ¿Quién lo diría, no?

La catástrofe humanitaria de la Segunda Depresión Capitalista se hará más difícil de disimular con el transcurrir del tiempo; las altas tasas de desocupación atentan contra la estabilidad del sistema y los estallidos sociales son un peligro latente para la abyecta lógica parasitaria de la plusvalía.

LA “REVOLUCIÓN” ÁRABE: LA DETONACIÓN CONTROLADA

La crisis actual del capitalismo vuelve a ser sintomática en las periferias: el desempleo, el alto costo de la vida y el Estado burgués opresor, han sido la chispa en coordenadas árabes como Túnez y Egipto. El Medio Oriente y África han aportado mano de obra barata a la Europa pedante y “autosuficiente”. La Segunda Depresión ha provocado que miles de obreros se hayan devuelto de España, Italia, Francia, Grecia, Alemania y Holanda, a sus lugares de origen, lo cual también ha desatado una delicada contingencia al otro lado del Mediterráneo. No más remesas, no más ayuda económica, no más exilio obligado por razones laborales. Tan sólo imaginemos qué acontecería en México si los millones de dólares enviados por los paisanos desde tierras estadounidenses, dejaran de fluir de repente. ¡El caos! Pues, algo muy parecido está ocurriendo en muchísimos enclaves del continente negro y el Medio Oriente.

El descontento popular ha devenido en manifestaciones multitudinarias que han depuesto regímenes de la noche a la mañana. La movilización del mundo árabe ha sido inesperada y contundente, sin embargo, el carácter originario de la misma ha sido tergiversado por la intervención extranjera. Por tal razón, no se puede hablar de verdaderas revoluciones en África y sus alrededores, ya que las grandes potencias y sus servicios de inteligencia, léase CIA (EEUU) y MI6 (Reino Unido), entre otros, han abortado el verdadero dictamen de las masas con el fin de neutralizar la faceta antiimperialista de estas revueltas de “jazmín”. Para muestra un botón: en Túnez y Egipto, se logró la caída súbita de dos asalariados de Estados Unidos, Zine Ben Ali y Hosni Mubarak, respectivamente. ¿Quiénes fueron los derrotados en primera instancia? El imperialismo y los conservadores de Washington. A pesar de ello, la CIA y el MI6 lograron interferir en los procesos de ambas naciones y evitaron que la genuina revolución concretara sus propósitos. En Túnez quedó una Junta de Gobierno “títere” de Occidente, que busca alargar una confusa transición y en Egipto se orquestó un Golpe de Estado para instaurar al Ejército. Si la milicia egipcia es la segunda en el orbe, después de la israelí, que recibe más ayuda del complejo militar-industrial estadounidense, ¿adivinen quién será el más beneficiado en el “traspaso” de poder en la tierra de los faraones? ¿De cuál Revolución Árabe estamos platicando?

Desde el principio hemos mostrado nuestras reservas con respecto a los levantamientos en Túnez y Egipto, por ejemplo. ¿Hasta qué nivel podía ser manipulada la legítima protesta del ciudadano de a pie? Nuestra reticencia fue aún mayor cuando vimos el exagerado despliegue de Televisa, el aberrante oligopolio televisivo azteca, en las calles de El Cairo. ¡Horror! Los dos corresponsales de la planta no dudaban en llamar –prácticamente- a la rebelión y al derrocamiento de Mubarak, lo cual nos sorprendía en demasía. ¿Por qué un medio mexicano otorgaba demasiada importancia a una revuelta acontecida en un terruño tan lejano como Egipto? ¿A qué intereses respondía? ¿Qué buscaban con ese “show”? ¿Serían tan eufóricos los periodistas de marras si tales manifestaciones multitudinarias se dieran en El Zócalo del DF?

Evidentemente, la furia egipcia hacia el “establishment” fue quirúrgicamente canalizada por la intervención foránea y más de uno cayó por inocente con la fulana “Revolución de los Jazmines”. La presencia de Televisa en El Cairo era una prueba fehaciente de ello, así como lo que vendría después: el caso Libia.

Es en Trípoli donde se aprecian las costuras de la charada y se explica, por sí sola, la pretérita algarabía. A la sombra de una supuesta conmoción generalizada en el mundo árabe, la plutocracia multinacional “fabrica” un conflicto interno dentro de Libia con el objetivo de hacerse de las vastas reservas de crudo de ese país. El Imperio necesita de una fuente confiable de petróleo para satisfacer su voracidad energética; después del fiasco de Irak, la búsqueda por el oro negro se hace perentoria para la supervivencia. La Segunda Depresión Capitalista golpeará más duro en esta recaída y el Imperio está a punto de desmembrarse como la antigua Unión Soviética. Libia sería la última esperanza de Washington antes de emprender éste su aventura bélica más irracional: invadir Venezuela, con el respaldo de la OTAN, y con las mismas estratagemas que hoy se utilizan contra Muammar al-Gaddafi.

Las evidencias de la “mano peluda” entrometiéndose en Libia son del tamaño de una catedral: un helicóptero de la Armada neerlandesa y otro del Ejército británico, con agentes del MI6 (Inteligencia Militar), capturados por las fuerzas leales a Gaddafi. Igualmente, la conducta de los “opositores” al régimen de Trípoli no puede ser menos extraña: izan la antigua bandera monárquica y le cambian el nombre a un estadio bautizado, originalmente, como “Hugo Chávez”. ¿Serán mercenarios de la USAID, el NED, la CIA y la Alianza Atlántica? ¿Quién sabe?

La conspiración internacional contra Libia tiende a empantanarse y el contraataque de Gaddafi ha sido avasallante; por lo visto, Occidente subestimó la capacidad de maniobra del líder africano en su territorio. Si Gaddafi gana la batalla contra los “insurrectos”, lo cual ya se da por descontado, la hipócrita comunidad internacional habrá hecho el “papelón” del siglo XXI y tendría que “tragar grueso”. Deberíamos nosotros vernos en ese espejo: si los 5 mil paramilitares colombianos que están en Venezuela se rebelaran abiertamente contra la Revolución Bolivariana, ¿no tendríamos un “expediente” abierto en la ONU como el de Libia? ¡Alerta!

Las detonaciones “controladas” del Imperio -con olor a jazmín- podrán ser atenuadas por algunos días o meses, sin embargo, al empeorar la Segunda Depresión Capitalista, se corre el riesgo de que la bomba de tiempo les estalle en la cara a Estados Unidos y sus lacayos (**). Para entonces, ya las bardas propias estarían ardiendo.

WISCONSIN Y OHIO: LA REVOLUCIÓN SILENCIADA

Los medios de la derecha internacional han acentuado la cobertura de los sucesos en el norte de África y Medio Oriente, para escamotear los preocupantes acontecimientos en Estados Unidos, específicamente en Wisconsin y Ohio. El apocalíptico acabóse fiscal del Imperio estadounidense, ha dado el añorado pretexto a los gobernadores republicanos para tratar de acabar con los sindicatos y aminorar los beneficios contractuales de millones de empleados públicos, bomberos, policías y maestros. Tales medidas causarían el despido de más de 12 mil trabajadores en Wisconsin y afectarían a más de 300 mil en Ohio. Verbigracia, los policías y bomberos de Ohio, por lo mínimo, deberán enfrentar incrementos inevitables en el sistema de pensiones y el seguro médico.

El oneroso déficit del Imperio en la actualidad obligará a aplicar la misma “receta” de Wisconsin y Ohio, a otros estados de la Unión, lo cual plantearía un explosivo panorama social en el futuro próximo. Con un desempleo galopante, un mercado inmobiliario estrangulado y unas finanzas públicas en bancarrota, a Estados Unidos sólo le queda el rol de “jugar” al gendarme mundial para minimizar las miserias “domésticas”.  

La articulación de un movimiento obrero coherente, audaz y combativo, dentro de EEUU, debe ir de la mano con la teoría revolucionaria marxista-leninista. Aprovechar esta oportunidad histórica será crucial en la destrucción del Estado burgués imperial y en la liberación de la clase proletaria universal. 

 

(*) El reciente terremoto en Japón y la destrucción causada por éste, junto con el tsunami, hará más cuesta arriba la recuperación económica de la nación nipona.

(**) El descontento popular ya se hace patente en otros aliados de Estados Unidos como Arabia Saudita, Bahrein y Jordania, con el riesgo de extenderse a Omán, Emiratos Árabes Unidos y Kuwait. En Arabia Saudita ya se prohibieron todo tipo de manifestaciones. ¿Podrá la CIA servir -otra vez- de “apaga-fuegos” a favor de los intereses trasnacionales o se les volteará la tortilla a los Halcones del Pentágono?

elinodoro@yahoo.com

 

 


 






 


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Adán González Liendo

Traductor, corrector de estilo y locutor

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