El ejército de los Estados Unidos está cabezón con el problemita de la resistencia en Irak, Afganistán y mas recientemente en Libia, cosa que ya viene de padecer en Vietnam, de donde salió con las tablas en la cabeza (pero no derrotado como algunos entienden). Igual final pudiera suceder en estos tres frentes. En algún momento en el futuro, pudiera recoger sus macundales y regresar a casa militarmente, con el trofeo: Osama Bin Laden a cuestas, y el Terrorismo ratificado como un pertrecho mas; dejando tras de si, la tierra arrasada y un mar de miserias. Esto es lo de menos para el imperio, el problema mayor, y que le hace un ruido ensordecedor, es que en el patio trasero hay una resistencia altamente desarrollada que ya cumplió más de 500 años y que derrotó al imperio en donde nunca se ocultaba el sol.
Cómo puede entender un general, y mucho menos un teniente yanqui, que está en el terreno, aturdido por el tropel de la guerra, a un hombre y a una mujer en la profundidad de la geografía venezolana, que vio desembarcar a los españoles en 1492, los emboscó con El Dorado en la espesura de la selva, les sobrevivió a su campaña de conquista que exterminó a 100 millones de seres humanos. Que acompañó a los ejércitos de Bolívar mas allá de sus confines para llevar libertad a cambio solo de la gloria que da la patria, les hizo morder el polvo en 1826, y que hoy aceita sus armas para enfrentarlo de nuevo. El gran problema es que ese hombre y esa mujer son invencibles, como lo son los irakies, los afganos, los libios y los vietnamitas, mientras sean portadores y portadoras de los códigos de una cultura que es indescifrable para ellos.
A la llegada a Irak, uno de los primeros crímenes que cometió el ejército invasor yanqui, fue arrasar su Biblioteca Nacional y su Museo Nacional de Antigüedades, todo ello para darles en la madre, a los que amenazaron con recibirlos con “La Madre de todas las Batallas”, borrar su cultura y dominarlos cual parias sin identidad. Hoy han dado un giro importante, aunque aun ello no se refleje en el accionar sanguinario de ese ejercito. Han entendido que semejante barbarie solo exhibe la torpeza de la fuerza bruta que al final es muy costosa. Ahora han emprendido en el marco conceptual de la guerra de cuarta generación, hurgar en la cultura de los pueblos a saquear, para seducir su insurgencia, eliminar su propósito de resistencia, doblegarla, y al final, convertirla en su aliada. Semejante empresa exige un esfuerzo científico que va mas allá del trabajo aportado por la comunidad de inteligencia tradicional, que muchas veces son mas torpes que las demoledoras huestes asesinas de vanguardia.
El novedoso trabajo de contrainsurgencia fue encargado a grupos de antropólogos con la tarea de investigar sobre modelos culturales que permitan desenhebrar el entramado de la identidad de algunas naciones, y que de alguna manera faciliten su interpretación, poder predecir el calibre de sus respuestas, identificar sus debilidades y utilizar toda esta información en función de avanzar con mayor rapidez y sin tropiezos en la toma, casa por casa, de una localidad, minimizando de esta forma los encuentros violentos innecesarios de la brutal lógica de choque, que naturalmente se originan entre invasores e invadidos. Para ello, estos científicos sociales entre los cuales se encuentran, además, sociólogos, geógrafos, sicólogos, etnólogos, han conformado en la estructura del proyecto, El HTS (Human Terrain Systems), Sistema de Terreno Humano. Cuadrillas de cinco a ocho académicos de estas áreas que hacen trabajo de campo. Pueden ir armados, o no, uniformados o no, entreverados entre un pelotón, paradójicamente, participando en la cadena de la muerte y a veces convirtiéndose en la muerte misma.
Contracorriente a la doctrina guerrerista del imperio, el gobierno revolucionario de Venezuela, ha lanzado una propuesta que aumenta los dolores de cabeza a generales como Petreus quien tuvo a su cargo la creación de El manual de campo de contrainsurgencia, en el cual se define El HTS. La propuesta revolucionaria pretende proteger, potenciar y desarrollar el poder cultural del pueblo a través del Sistema Nacional de Culturas Populares apuntalando a sus creadores y las expresiones tradicionales vivas. Con seis programas que atienden desde la formación, hasta la protección social de los cultores, pasando por el registro y sistematización de las culturas que le dan identidad a este pueblo. Forma parte de la institucionalidad emergente en donde la gestión de políticas públicas culturales obedece a la politización de la cultura como arma para la protección integral de la nación. El sistema puede tener sus detractores, enemigos, amigos o amigos interesados, ya por los recursos, ya por los conceptos, las formas o los fondos, donde se puede empezar por discutir la idea de cultura o de las culturas, que cada quien tiene, siendo un tema en el cual no nos hemos puesto de acuerdo y ojala jamás lo hagamos, es parte de nuestra diversidad, pero todo ello puede resultar una fructífera o estéril discusión interna, dependiendo de los propósitos por los cuales se planteen, y en donde nuestros antropólogos (conozco un par muy bueno de ellos) que lejos de sumar sus conocimientos y su ética a la vorágine mercenaria, están trabajando para optimizar la operatividad del Gabinete cultural Caracas. Total es un paso adelante, la práctica será la mejor orientadora.
En el mismo sentido, nuestros militares deben dirigir su mirada, dentro de la doctrina bolivariana, hacia la cultura (la nuestra) y su proceso constituyente, no para competir con su enemigo tradicional externo, e integrar cuerpos de inteligencia, sino para acompañar el trabajo de campo que por ejemplo hace Cultura Corazón Adentro, Misión Socialista, La Misión Cultura Académica, los Gabinetes, Las Plataformas; para que nuestros jóvenes oficiales socialistas, en un futuro próximo, manejen con mayor claridad intelectual (no solo idiosincrática) lo que se está defendiendo y lo que a la postre significaría nuestra mejor defensa.
La portentosa cultura que en su realimentación genera productos como Bolívar y este, culturas como las que impulsa revoluciones (transformaciones culturales), capaces de ofrecerle una nueva esperanza al mundo, no son conchas de ajo para los cerebros del Complejo Industrial Militar Imperial, son su ultimo e infranqueable escollo.
¡Patria, socialismo o muerte! ¡Venceremos!
Fuente:
David Price
CounterPunch
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