En los amplios espacios de la Puerta del Sol de Madrid, los españoles están guisando un pastel que evidencia su toque de "mayo francés", con un olor tan característico que, si no estuviese ocurriendo en España, podría decirse que emite un aroma de hallaca criolla al estilo caraqueño.
La cosa me vino a la mente tras atisbar entre las multitudes un letrero reclamando "democracia participativa". El término evoca un librito azul que aquí se llama Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
Hace pocos meses, la cuestión se puso color de hormiga cuando, tras los airados reclamos del presidente Chávez a un banquero ibérico, los mensajes de Internet en el reino de Juan Carlos, lejos de cabrearse contra nuestro comandante revolucionario, demostraron que los indignados clientes sienten rabia y antipatía hacia los banqueros estafadores y usureros, por más españoles que sean.
Es decir, que la falta de pesetas, unida al desempleo y a los partidos conchupantes que se alternan para mostrar su ineptitud, levanta los mismos polvos que aquellos que produjeron el deslave revolucionario en este país.
Ello por no hablar de Bolivia, Nicaragua y Ecuador, donde la receta para gobernar con la sazón bolivariana es casi la misma, con ligeros cambios ajustados al gusto de los paladares locales.
España es España, eso lo sabemos bien por estos lados, y seguramente la receta ibérica será por completo original, con sus jóvenes modernizados y tecnológicos, sus filósofos deambulantes que denuncian el tutelaje económico de la Comunidad Europea y sus amas de casa con un sentido común tan de cajón que nos recuerdan a Sancho Panza.
En un tiempo se dijo que Europa termina en los Pirineos. A lo mejor podremos afirmar que al sur de esas montañas comienza una nueva Iberoamérica, que percibe los vientos de cambio de la primavera árabe y escucha las demandas revolucionarias que recorren nuestro continente.
Ignoramos cuánto dure la sublevación pacífica antes de que la Guardia Civil saque sus garrotes viles. Sabemos que, al fin, la España luminosa y libertaria despertará tras una larga noche de opresión y mediocridad.
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