La
crisis mundial del capitalismo ha desenmascarado al imperialismo y nos
ha dejado ver su desfigurado rostro lleno de odio y maldad. La
arrogancia, el descaro y el cinismo encuentran su máxima expresión en
las mentiras que hoy emplea el imperio para justificar sus crímenes
contra los pueblos del África y el Medio Oriente. Los falsos valores que
enmascaraban al imperio hoy son desechados. Ante la crisis de
superproducción y la tasa decreciente de la ganancia del capital,
Kratos, el Dios de la guerra, vuelve a situarse en el altar de la
burguesía para ser venerado.
La guerra nunca ha dejado de ser el mejor negocio del capital, siempre que la
destrucción y el robo provocado por la misma hagan andar nuevamente las
obsoletas maquinarias. Destrucción y reconstitución de nuevas fuerzas
productivas, confiscación de recursos naturales (petróleo y oro),
conquista de mercados, producción y tráfico de drogas (opio en
Afganistán, cocaína en Colombia, marihuana en EUA), violaciones y
muertes (trafico de órganos y prostitución), etc., son hoy los campos
más fructíferos para los negocios del gran capital. En estas áreas
podrían laborar los desempleados.
La
industria de la guerra nunca ha dejado de ser la mayor fuente
generadora de empleos, pues, requiere obreros para producir las bombas y
de carne de cañón para tirarlas y morir. Más de 24 millones de soldados
(carne de cañón) fueron empleados en la 2da Guerra Mundial. Más de 30
millones de civiles fueron también victimas en esa contienda. Más de 50
millones de seres humanos murieron sólo en la 2da Guerra Mundial. Cerca
de 2 millones en Irak desde 1990, y muchos más en África. Las fabricas
de mercancías (de bienes consumo y servicios) nunca han llegado a
emplear a tantas personas como la industria de la muerte.
Hoy
cuando la Organización Internacional del Trabajo (OIT) ha alertado que
el numero de desempleados en el mundo es de 205 millones de personas, y
que podría acender a más 230 millones por la crisis capitalista. En un
mundo donde el desempleo crece cada día más, la guerra se promueve como
la solución. Muchos disociados terminan aceptándola. ¿No es, acaso, más
rentable y menos peligroso para el capitalismo asesinar a millones de
desempleados que alimentarlos? El desempleo es una bomba revolucionaria.
(*) Miembro del Centro de Saberes Africanos.
basemtch@gmail.com