Una nueva derrota abona a la cuenta el imperio, su aliado incondicional la Unión Europea y su brazo militar la OTAN. La operación militar para acabar en ocho días con la Revolución Verde del pueblo libio, se alargó seis meses, al cabo de los cuales y ante la imposibilidad de doblegar la valiente y heroica resistencia, fue necesario multiplicar al máximo el bloqueo económico y los bombardeos contra la infraestructura de la ciudad de Trípoli sin distinguir hospitales, escuelas, centros de salud, viviendas, edificios administrativos, granjas agrícolas, puertos, medios de comunicación (radios, televisoras, periódicos). Miles de muertos y heridos llenan los hospitales, calles y avenidas. Mujeres, niños, ancianos, jóvenes, caen bajo el genocida bombardeo de la OTAN.
Son seis meses de la criminal acción militar que viola lo dispuesto por la decisión del Consejo de Seguridad de la ONU, sustentado en el pretexto de “proteger la población civil” y establecer una “zona de exclusión aérea”.
En ningún momento hemos entendido que, para cumplir con el mandato intervencionista del Consejo de Seguridad contra un miembro de la ONU en paz con sus vecinos, había que bombardear y destruir la infraestructura de las ciudades libias. A escasas horas de la decisión del Consejo de Seguridad, con el aval de China y Rusia (verdaderos responsables de todo lo ocurrido en seis meses contra el pueblo libio por no hacer uso del “derecho a Veto”), comenzó el bombardeo sin que ninguna acción militar por parte de Libia justificara los ataques. En ningún momento se ha dicho que la aviación Libia o sus mecanismos de defensa militar, hayan siquiera intentado atacar las fuerzas y aviones de la OTAN o portaaviones, fragatas, submarinos y navíos yanquis. Si tal hecho no ocurrió en seis meses ¿Por qué los bombardeos? ¿Por qué el ataque vil contra un adversario que ni siquiera ha intentado defenderse en el ámbito militar? ¿Por qué tan grande movilización bélica contra un pueblo pacífico que estaba dilucidando un conflicto enmarcado en el principio de “autodeterminación” de los pueblos? La sola vigilancia aérea con el apoyo de satélites y radares ¿no era suficiente para el control de vuelos aéreos en la zona de exclusión? ¿Por qué esa sed de sangre inocente libia (igual en Yugoslavia, Irak, Afganistán, Pakistán Colombia), si hay mil formas de mantener la paz, de solucionar pacíficamente las controversias, de impedir las acciones guerreristas y evitar la secuela de destrucción que ocasionan? ¿Por qué ese anhelo monstruoso de destruir todo lo que el pueblo libio construyó con tanto esfuerzo (igual en Yugoslavia, Irak, Afganistán), para transformarse de país más pobre de África en el más rico, más desarrollado, con el más alto nivel económico per cápita, con salud y educación gratuitas? ¿A tales niveles de odio llega la envidia de los países capitalistas, por el éxito de un pueblo que se declara socialista (el socialismo del Libro Verde)?
El éxito de la Revolución de la Jamairiya Árabe Socialista Libia, no podrá ser borrada de la historia por los criminales bombardeos yanquis y de la OTAN. Su líder, Muhamar Kadaffi, en este momento decisivo de su vida, está con un pie en la historia junto a los grandes reformadores sociales o con un pie en el olvido. A la edad de ochenta años, la historia le brinda la oportunidad de morir por los ideales que consagró en El Libro Verde y transformó a Libia, de monarquía oprobiosa, de colonia turca, italiana, inglesa, en país soberano y con un desarrollo económico que envidian los pueblos del mudo.
Ha llegado el momento, para Kadaffi, de tomar la decisión suprema de morir por sus ideales, como Salvador Allende, como el Che Guevara o morir en el olvido como Saddam Hussein o Mubarak. Todo el ardor demostrado y mantenido en la defensa de la Revolución Libia durante cuarenta años, ahora, debe tener la consagración definitiva para la historia.
No hay otra salida digna, sino, la de tomar un fusil, ir a una barricada e inmolarse junto a su pueblo. Este sería el sello definitivo de su consagración como líder antiimperialista. Pasaría a formar parte de la pléyade de héroes populares junto a Lumumba, el Che, Sandino, Manuel Marulanda, Raúl Reyes, el Mono Jojoy y tantos luchadores que en África, Asia y América han ofrendado su vida por la causa de los pueblos.
Es el momento para Kadaffi de empuñar la espada de Bolívar que le entregó nuestro pueblo en reconocimiento por su valiente y heroica lucha antiimperialista o pasar al olvido. Entrar a la historia como héroe del pueblo libio, es la derrota más grande que puede sufrir el imperialismo, por esta agresión genocida, bellaca, criminal contra un pueblo pacífico.
“Las políticas guerreristas de Estados Unidos y la Otan cosechan el odio de los pueblos del mudo.”
leonmoraria@gmail.com
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