Hay
entre nosotros una suerte de democratización del análisis político
y eso está muy bién, muy bién, para decirlo como
Walter Martinez. Pero tanto análisis termina por desgracia cayendo
muchas veces en la repetición de una serie de lugares comunes que se
van alimentando en eco de las voces del coro y que mas expresan los
buenos deseos y el entusiasmo colectivo, que una visión serena del
mundo, mas allá de las narices de cada cual.
Para
muestra un boton: Cada vez que surge alguna noticia catastrófica de
última hora –y eso últimamente pasa varias veces al día todos los
días- alguien decreta la muerte del capitalismo. Cuando eschucho o
leo alguna reiteración de esta cantaleta, no puedo menos que pensar
en dos lecturas de hace ya varios años.
Immanuel
Wallerstein –el gran aguafiestas- en alguno de sus numerosos artículos
de prensa, coincidía con los “enterradores del sistema“ en que
éste se encuentra herido de muerte, sin remedio, pero agregaba algo
inquietante y es que nadie sabe si lo que vendrá a sustituírlo será
mejor o peor.
No
todos se dan cuenta todavía de que hace rato que se murió y fué
enterrada esa dulce idea de progreso que se inventó la modernidad
hace ya doscientos años, según la cual todo lo que sucede conduce
en un luminoso e indefinido futuro a las puertas del paraíso. Es adictiva
esta ceguera, porque abrir los ojos a idea tan atroz como la muerte
del progreso, nos priva de la plácida sensación de navegar la vida
en un chinchorro sin necesidad de remar.
Otra
lectura lacerante fué la del inmenso libro de Naomi Klein titulado
“La teoría del Shock: Auge del Capitalismo del Desastre“. Descubre
sin sombra de duda la relación dialéctica entre capitalismo y caos
destructivo, uno y otro son mutuamente necesarios. Esta idea aterradora
es muy útil para desmontar esas versiones entusiastas según las cuales,
los gringos tienen perdidas desde el principio, guerras como las de
Irak, Afganistan y ahora Libia sin que aparentemente nadie se pregunte
si acaso ellos están seriamente interesados en ganarlas.
Si
nos detenemos a pensar un poco, el estado crónico de guerra que hoy
vive la humanidad, donde se lleva el sufrimiento humano a terrenos desconocidos
hasta hoy, parece estar en sospechosa sintonía con algunas teorías
conspirativas que se atribuyen al denominado Club de Bildemberg1,
segun las cuales se estaría practicando por diversas vías una suerte
de genocidio global contra quienes Henry Kissinger se ha permitido calificar
públicamente de “estómagos inútiles“ y que no son otros que esos
mas de dos mil millones de seres humanos que no concurren al mercado.
Són
demasiados los indicios que no permiten creer que exista en los estados
capitalistas centrales el menor interés en dar fin al estado de guerra.
Mas bien se trata de extenderlo hasta donde mas se pueda por toda la
faz del planeta, abriendo con ello nuevas oportunidades al mercado,
no solo en armamentos y contratistas de la muerte –mejor llamados
mercenarios- como Black Waters, sino también bases militares “lave
en mano“ como las que construye Hallyburton y muchas otras mercancìas
mas. Hace rato que la guerra dejó de ser un medio para alcanzar fines
ulteriores. La guerra es el fin mismo, es la válvula de seguridad de
un sistema que solo se mantiene vivo destruyendo mercancìas para volverlas
aproducir.
Hoy
parece que los razonamientos optimistas van por otro derrotero. La llamada
“Primavera Arabe“ primero y la rápida expansión del movimiento
de “indignados“ por todo el primer mundo, con el telón de fondo
de una Europa que se incendia por los cuatro costados hacen creer a
muchos que el fin está cerca aunque nadie puede asegurar si es el fin
de un sistema en crisis o es el fin de una mas de las crisis del sistema,
en fin de cuentas “deseos no empreñan“. Y ahora resulta que la
“primavera“ de marras ha resultado un instrumento precioso para
la recolonización del Medio Oriente y el Norte de Africa, una vuelta
de tuerca mas al cerco miserable que se cierra sobre Irán, Siria y
otros países de una selecta lista en la que estamos tambien nosotros.
Por
su parte, los “indignados“ no terminana de dar el salto cualitativo
a la condición de “arrechos“ o “encabronados“ -elija usted-
quiza porque esas palabrotas no se corresponden con la cultura y educación
que se gasta la Vieja Europa, o mas probablemente porque ellos solo
reclaman el retorno de un estado de bienestar que dicho sea de paso,
solo volverá en los relatos invernales de los viejos, cada vez mas
adornado en fantasías y cada vez mas lejano en el pasado...
Los
indignados de España, por ejemplo todavía no se dan cuenta. Ellos
no saben o no les importa saber que si sus vidas van perdiendo confort,
si sus pensiones se esfuman, su educación se privatiza, su jubilación
se alarga, su empleo ya no existe y en general, su vida se vuelve ñoña,
se debe, no tanto a los malvados banqueros –que los hay, y mucho-,
como a la pérdida de mercados de economías como la española, particularmente
en América Latina.
Empresas
como Iberia, Repsol, Bilbao-Vizcaya y otros ya no hegemonizan desde
hace rato los mercados latinoamericanos. Y mientras tanto, los españoles
lejos de romper con el sistema, han puesto sus esperanzas en Rajoy,
el fascista duro, el que insistirá en las fórmulas de Aznar con sus
golpes de estado y sus sobornos, siempre soñando en recolonizar América.
Los delirios imperiales de la derecha española de hoy son en el fondo
los mismos que prendieron en Benito Mussolini hace ya 80 años y que
le llevaron a soñar una resturación del Imperio Romano.
Pero
todas estas cosas no son sino los pequeños papeles que juegan los actores
de reparto, casi siempre sin acabar de comprender o admitir el argumento
del drama. Dentro de todas las cosas que ya no dan para mas en este
capitalismo agonizante, la mas visible es el mercado global, esa gran
utopía posmoderna de la aldea global bajo el mando y bondadosa protección
de Big Brother2. El mundo unipolar que parecía al acance
de la mano cuando cayó el muro de Berlín, ha venido poco a poco mostrando
las costuras y en su colapso final va encontando algunos reacomodos
que quizá permitan un resuello al sistema. Bajo diversos modos va haciéndose
visible un nuevo mundo multipolar, tal como lo viene pregonando el presidente
Chávez desde hace varios años.
Pero
en este plano ¿qué debemos entender por polo?: Cuando hablamos de
geopolítica nos referimos generalmente a la concreción de un acuerdo
regional en el que un cierto número de estados nacionales suscriben
políticas económicas concurrentes en procura de alcanzar el máximo
intercambio endógeno posible de bienes y servicios y la mínima concurrencia
posible al mercado global. Los polos son como la gran mitosis de una
enorme célula que llamamos Sistema Mundo Capitalista. Todas las células
cuando llegan al límite de su desarrollo, mueren de forma peculiar:
simplemente se dividen en una progresión geométrica donde cada
una de las células resultantes comparten la misma infornación genética
de la célula madre. Explicado desde esta metáfora, el Sistema
Mundo Capitalista, parece estar dividiéndose en varias células, diferentes
entre sí, competidoras dentro del mismo espacio vital e igualmente
capitalistas todas ellas por estrictas razones genéticas. Si ese espacio
vital compartido es suficiente o no para que todas las células sobrevivan
es otro problema y ahí esta el límite absoluto del sistema como tal.
La
fuerte insistencia de la Merkel en sostener a toda costa “la zona
euro“, no es sino una hábil maniobra de la que está surgiendo sin
máscaras una nueva Alemania hegemónica, alimentada por su nueva, endeudada
e indiscutida periferia (España, Grecia, Portugal, la Europa del Este,
etc.) y una semiperiferia constituída por Italia y Francia a quienes
se permitirá seguir usando pantalones largos frente al mundo para guardar
hasta donde se pueda las apariencias. Pero que no se equivoque Sarkocy
sobre el tema de los bonos del Banco Central Europeo, porque la Merckel,
para dejar bien claro quien manda en casa, no tendrá compasión para
regañarlo frente a los ojos del mundo.
Otro
polo en formación es la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC). Como instrumento de emancipación, es sin duda un imprtante
paso histórico en el sentido correcto, pero espero que a nadie se le
ocurra creer que ese paso tiene algo que ver de forma inmediata con
la construcción del socialismo. Dentro de la CELAC veremos desarrollarse
el peso hegemónico de Brasil como “hermano mayor“, algo que tiene
mas que ver con la dinámica misma del Sistema que con las intenciones
personales de quienes gobiernan, porque ningun Sistema Mundo Capitalista
puede sostenerse fuera de la lógica “centro-periferia“.
América
Latina y el Caribe tienen buenas bases históricas, sociales y culturales
comunes que facilitan en gran medida la construcción de un bloque hegemónico,
y ese debe ser el intento desde nuestra perspectiva, sin embargo la
historia de intentos anteriores, empezando por el Congreso Anfictiónico
de Panamá (1826) nos debe mantener alerta frente a la presencia disolvente
por mampuesto del Imperio. Despues de todo, la composición de las oligarquías
latinoamericanas, ha variado muy poco desde el S. XVIII y han sabido
detentar el poder siempre bajo la protección del imperio colonial de
turno, sea España, Inglaterra o los Estados Unidos.
Solo
una de las nuevas células del sistema reclama hoy toda la total atención
del Imperio agonizante. Es el grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China),
y dentro de este, su motor mas potente: China.
Todas
las agresiones bélicas en curso son concurrentes a un solo propósito:
Ahogar a China, cercarla militarmente, cerrarle sus fuentes de materias
primas, principalmente petróleo y finalmente detener su avasallante
crecimiento económico. Este es el gran juego en el que a los venezolanos
nos ha tocado involuntariamente una parte importante que no tenemos
mas remedio que jugar, porque tenemos demasiado petróleo y no podemos
pasar agachados.
cajp391130@yahoo.es