La clase gobernante de Estados Unidos, la detrás del trono, de la Clinton y Obama - insisto en advertir que el orden no es por descuido – está más desesperada y alejada del mingo de lo que uno usualmente se imagina.
Rusia es una nación poderosa económicamente, bien armada y forma parte del Consejo de Seguridad de la ONU. Tiene aliados de tanta talla como China, país sobre el cual no es sensato dar explicaciones acerca de cuánto. No tiene como meta, o por lo menos no exterioriza ese deseo, volver a “los pasos perdidos”, como dijese Alejo Carpentier, de la URRSS, porque, entre otras cosas, el PCUS es minoría.
El ex país de los zares, es cuantitativamente tan significante o más que Francia, Inglaterra y Alemania, aliados de los gringos en la OTAN, que ahora parecieran semejar los jinetes del apocalipsis. Uno esperaba que el gobierno norteamericano se mostrase respetuoso, sutil y cuidadoso, por lo menos en el campo de la diplomacia, ante Rusia y sin dar muestras de querer intervenir en sus asuntos. Sobre todo después de la vuelta a esa país de relaciones capitalistas, fin de la hegemonía del PCUS y disolución de la “cortina de hierro”.
¿Cómo verían los ciudadanos norteamericanos, el gobierno y Departamento de Estado, que países como Rusia o China, al nivel oficial, de gobierno, intervengan opinando acerca de la validez o no de resultados en sus contiendas electorales? ¿Cuál sería la reacción si algún funcionario de esos países declara que las elecciones no las ganó el partido Demócrata sino el republicano o al revés, de paso poniendo en duda la pertinencia y respetabilidad de sus autoridades electorales?
La ira sería mayúscula, tanto entre los declarado ganadores como los perdedores. El sentimiento nacional se sentiría ofendido y con razón.
Ya es costumbre que los gobiernos de EEUU, se consideren con derecho, que no emana de ninguna fuente respetable y reconocida, para certificar la conducta de los pueblos del tercer mundo. En aquel se consume droga más que en ninguna otra parte del planeta; como dijo Cristina Fernández, recientemente en la instalación de la CELAC, nosotros los latinos ponemos los muertos, los presos, en gran medida los traficantes y no obstante, los dólares, después de pasar por un delicado proceso de asepsia, se quedan en el país consumidor. Eso vuelve a ese país doblemente cómplice en el negocio criminal. Pero ellos, se dan el lujo, de ser hipócritas y certificar qué nación tiene buena o mala conducta en el combate contra la producción y contrabando de drogas.
Estados Unidos, viola flagrantemente los derechos humanos de los países que invade, lo que ya es un delito; usa la tortura, hasta se dan el lujo de admitirlo públicamente y sus políticos descaradamente se declaran a favor de ella, pero se cree con autoridad moral para calificar a otros países de irrespetuosos o no de esos derechos. Hasta hacen frecuentes acusaciones infundadas. Mientras se hacen los locos con lo de Guantánamo.
Se conciben como los policías del mundo y vigilantes planetarios, autorizados y con licencia, en materia de conducta y procederes democráticos. Hay democracia donde ellos lo deciden y al contrario, no hay en aquellos países cuyos gobiernos no les gustan.
Un grupo de funcionarios norteamericanos, han declarado que en Nicaragua, donde Daniel Ortega ganó con una ventaja desmesurada, hubo fraude y que habría que repetir las elecciones. Es la punta de lanza para continuar con la consabida campaña que pueda desatar en aquel país un enfrentamiento “a ver qué sale”.
Los venezolanos ya sabemos, lo anunciamos de antemano, que si el presidente Chávez gana, como lo indican las encuestas como la de IVAD, correspondiente al lapso 21 al 28 de noviembre 2011, que le asigna al presidente venezolano, según lo informó Últimas Noticias, el 71,5 por ciento de “percepción positiva, EEUU dirá que hubo fraude y sus voceros de acá lo repetirán en espera que algo pase.
Por supuesto, es también una advertencia a los débiles, de los cuales muchos hay por estos lares desde el río Grande hasta la Patagonia, para que se atengan a las consecuencias si intentan salirse del redil que cree resguardar, entre ronquido y ronquido, el insulso de Insulza.
Todo eso ya es común y estamos cansados de ver. Lo no usual, es que el jefe de la diplomacia gringa, se meta sin tener vela en ese entierro y nadie le haya llamado aparentemente, en los asuntos no internos, les llamaría más bien íntimos, de un país como Rusia. La señora Clinton ha objetado los resultados electorales en ese país que le dio el triunfo al partido del presidente Medvédev y Vladimir Putin y hasta se atrevió a solicitar una repetición del acto electoral. Ha habido reclamos opositores y hasta Medvèdev, ha hablado de abrir una investigación, pero en todo caso, a EEUU, no le compete tomar partido el asunto. No obstante, su estrategia es la misma de la que hablamos en el caso Nicaragua. En esos países, como en Venezuela, opositores hacen el coro y repiten el estribillo.
Llegará el día que veamos un jefe de la diplomacia norteamericana, declarando nula la decisión que se anuncia previamente con humo blanco, en la escogencia de un Papa.
¿Hasta dónde llegarán?
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