Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona
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Sobre la base de su reciente cadena de fracasos, principalmente aquellos que ocurrieron bajo el mando del principal general norteamericano convertido en avezado espía, David Petraeus, la CIA se ha convertido en una agencia de inteligencia de tercera categoría que está tratando de promover por todo el mundo a una superpotencia fallida, financieramente quebrada y demasiado dispersa: Estados Unidos.
La CIA se inició el año 1947 con veteranos de la Oficina de Servicios Estratégicos, OSS (sigla en inglés) durante la guerra y personal militar, que prontamente fue suplementado por economistas y graduados en relaciones internacionales de las universidades más importantes de la exclusiva Ivy League y que ahora pretende promoverse como una agencia --hecha para la televisión-- futurística de espionaje de alta tecnología y guerras encubiertas, operando aviones no tripulados armados y reuniendo información desde 60 bases alrededor del mundo. Lo único que le falta son los superhéroes X-Men y el superagente Jason Bourne.
El desempeño de la CIA dice otra cosa. La agencia se ha convertido en una agencia de espionaje hinchada e inepta que es torpe al inflar sus informes de inteligencia al tiempo que es responsable de grandes fracasos en este campo.
Los últimos grandes desastres de la CIA en sus operaciones de aviones no tripulados en el Medio Oriente han puesto a algunos miembros del congreso a preguntarse qué realmente está pasando con la CIA. Bajo la dirección de Petraeus, la CIA ha experimentado sus peores fracasos desde que falló en prever la situación de rehenes en la embajada iraní y el colapso de la Unión Soviética.
El Líbano, fue el primer desastre de Petraeus, incluyó la denuncia por parte de Hezbollah de la red de agentes de la CIA en el país. El jefe de la estación de la CIA en el Líbano, Daniel Patrick McFeely, fue despedido del cargo de jefe de estación de la embajada norteamericana en el sector de Awkar de Beirut. Hezbollah no solo fue capaz de hacer expulsar a McFeely que funcionaba encubierto como parte del personal de la embajada, sino que también identificó al anterior jefe, Louis Kahi.
Vigilando los encuentros en negocios tales como Pizza Huts y Starbucks en el Líbano de funcionarios asignados y agentes de la CIA, Hezbollah y sus aliados iraníes fueron capaces de identificar la red de la CIA, cosa que incluyó a mil altos políticos libaneses, académicos, médicos, periodistas, personal militar y celebridades. La red de la CIA en el Líbano ha sido esencialmente completada. De acuerdo con la televisora Al Manar, los nombres codificados de los agentes tales como Nick, Jim, Youssef, Liza y Jonah también fueron revelados.
Los medios corporativos norteamericanos se abstuvieron de publicar los nombres de los jefes de estación de la CIA o los apodos de sus agentes en el Líbano. Los medios norteamericanos no han cumplido con su deber de informar con todo detalle lo relacionado con actividades de inteligencia, cediendo ante solicitudes o amenazas de parte de agencias de espionaje en que no deben escribir acerca de asuntos relacionados con inteligencia debido a una nebulosa y no demostrable “amenaza” a la seguridad nacional.
Casi simultáneamente con el acumulado del Líbano, Irán anunció haber descubierto una red compuesta por los menos de 42 agentes que operaban al interior del territorio iraní, operativos que trabajaban en centros nucleares y de otras áreas científicas como la biotecnología, entre militares y en varias universidades iraníes. El fiscal general iraní ya ha imputado a quince de los 42 por espionaje a favor de la CIA.
El 26 de noviembre pasado, un ataque aéreo norteamericano mató a 24 militares paquistaníes en la frontera con Afganistán. El incidente que exacerbó las ya deterioradas relaciones entre Pakistán y Estados Unidos provocó la expulsión de Estados Unidos de la base aérea de Shamsi en Pakistán, base desde la cual los aviones no tripulados de la CIA eran lanzados con unos pocos éxitos y si muchos fracasos contra blancos “terroristas” en la volátil y montañosa región fronteriza con Afganistán.
La debacle que resultó por la pérdida de la base Shamsi de aviones no tripulados, fue seguida por el derribamiento accidental o por acción antiaérea, incluyendo una posible operación de guerra electrónica, del avión no tripulado RQ-170 Sentinel “invisible” sobre Irán. El presidente Barck Obama estuvo bajo intensa presión para lanzar una operación comando en Irán y recuperar el avión no tripulado de última tecnología o bombardearlo por su misión de seguridad una vez que se comprobara que estaba en manos iraníes. Obama optó por solicitar a los iraníes la devolución del avión a Estados Unidos, algo que Teherán ha rehusado hacer sin que por lo menos haya una disculpa oficial.
Obama tuvo su “cuarto de hora a lo Jimmy Carter” y sus adversarios republicanos impacientemente le cayeron encima por no mandar un grupo comando para recuperar el aparato o en su defecto ordenar ataques aéreos para destruirlo. Obama se expuso abiertamente a acusaciones de ser un presidente débil e incompetente debido a que permitió que el RQ-170 cayera en manos no solo iraníes sino –como lo señala la retórica de sus adversarios políticos—también de los rusos y los chinos. Los alegatos de derecha sostienen que Rusia y China o ambos tratarán de copiar este caro juguete de la CIA, conocido como la misteriosa “Bestia de Kandahar” con el objeto de sobrepasar a Estados Unidos en la tecnología de los aviones no tripulados “invisibles” por varios años.
Y justo cuando Obama menos necesitaba nuevas malas noticias de parte de su problemático director de la CIA, se supo que el avión no tripulado MQ-9 Reaper operado por la Fuerza Aérea en funciones antiterroristas y antipiratería en el Océano Índico, se estrelló e incendió al aterrizar en el aeropuerto internacional de la Isla de Mahe en las Seychelles. La mayoría de los Reapers de la Fuerza Aérea son piloteados a control remoto desde la base Nellis de la Fuerza Aérea en Las Vegas, estado de Nevada.
Las acciones bélicas de la CIA con aviones no tripulados son suplementadas con operaciones de la fuerza aérea norteamericana con sus propios modelos Global Hawk, Predator y Reaper y se están viendo con creciente frecuencia alrededor del mundo como ejemplo del uso de la tecnología por parte de Estados Unidos para cometer vía “palanca y botón de comando” asesinatos en masa de gente acusada de ser terrorista. En realidad la CIA y la Fuerza Aérea no tienen idea a quien están matando cuando sus aviones a control remoto lanzan sus mortales cargas. La creciente ira contra Estados Unidos seguirá poniendo a los profesionales y al cada vez más inexperto personal de la CIA en peligro en las zonas conflictivas como Pakistán, Afganistán, Yemen, Irán, Irak, Siria y Libia y en apoyo de retaguardia en países como Yibuti, Seychelles, Etiopía, Omán, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Catar, Kenia, Uganda, Burundi y Arabia Saudita.
También las operaciones de influencia política alrededor del mundo están siendo arriesgadas todos los días. Desplazándose en tándem con el financista George Soros y su red de organizaciones no gubernamentales y fundaciones sin fines de lucro, los intentos de la CIA de fomentar rebeliones a través de “revoluciones temáticas” e ingeniería electoral se están haciendo más comprensibles –irónicamente—a través de los medios que más promueven Soros y la CIA: las redes sociales. Desde las calles de Egipto y Siria, donde la participación de Soros y la CIA en disturbios creados artificialmente ya no son un secreto para Rusia, Venezuela, Bielorrusia y China donde la injerencia política de la CIA y los equipos de bienhechores de Soros, están ahora siendo enfrentados con mayor energía… el gato se salio del saco.
Mientras la CIA ha estado disfrutando durante décadas del lujo de esconderse detrás de ONGs, misioneros, asistentes sociales y periodistas, Internet ha permitido develar las redes de influencia de la CIA e identificar a sus agentes, cómplices y timadores. La revista Time ha nombrado a su “Personaje del Año” para el 2011 al “manifestante genérico”. Sin perjuicio de que las operaciones de la CIA alrededor del mundo sigan siendo denunciadas, el “manifestante” alabado por la revista Time ya no va a ser el provocador pagado que trabaja para la CIA o Soros, que recibe órdenes y dinero de Human Rights Watch y de Global Witness, sino que es alguien que genuinamente protesta contra la injerencia y la agresión de Estados Unidos. Y ese manifestante se le podrá encontrar no solo en el Cairo, Moscú, Caracas o Beirut sino también en Nueva York, Washington D.C., Chicago, Miami o Los Ángeles.
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