PRIMERA PARTE
Un viejo avión C-47 surca el espacio, y como en un
pesebre navideño, dibujadas se ven las parcelas de los sembradíos de
caña de azúcar, café y hortalizas; se percibe desde el aire, todo el
verdor de una hermosa tierra, sobrevolando San José, la capital de Costa
Rica, el avión se apresta a aterrizar en el antiguo aeropuerto La
Sabana, es un 25 de Diciembre de 1.958.
Soy un niño de 9 años de edad, vengo de Venezuela, patria de Simón
Bolívar, mi padre fue-(invitado)- a salir de la patria, por expresar en
una clase que el mejor sistema de gobierno era la democracia, es la
época del Presidente Pérez Jiménez. Perdón (el dictador).
Veo con sorpresa, al sobrevolar San José, que casi la totalidad de
los techos de las casas son de láminas de Zinc; algunas brillan con el
sol, otras son de un color rojizo por la acción de los años, es oxido
que ha carcomido su brillo. Al bajar del avión, luego de los trámites de
rigor, abrazo a mi padre; que nos esperaba luego de su prisión en la
Cárcel Modelo, y su expulsión a Costa Rica, habían pasado 6 meses que no
lo podía abrazar y que no sentía su afecto y su apoyo a mi lado.
Costa Rica, es tan especial, que hoy todavía la recuerdo con
singular afecto; por eso es que la llaman: La Suiza Centroamericana, es
el único país en América Latina que no tiene ejército, país dedicado al
cultivo del café, la caña, bananos, hortalizas, frutas, ganadería,
además existen preciosas flores, por esto una ciudad, Heredia, es
llamada la ciudad de las flores, su flor nacional es una delicada
orquídea la bella Guaria Morada, que con sus hermosos colores adorna los
bosque y las quebradas, donde están los montes fríos y están las aguas
heladas, ella resalta con sus colores la belleza de las ticas cuando
como gala la lucen en su pelo.
Costa Rica es un país muy singular entre otras muchas cosas tiene
costas con dos océanos el Atlántico y el Pacífico y sus dos principales
puertos en esos mares Puerto Limón y Punta Arenas.
La atraviesa
una cadena montañosa: la Cordillera de Talamanca, y tiene siete volcanes
dos de los más famosos son el Irazú y el Poás.
Conocí, las pintorescas carretas de madera, pintadas de múltiples
colores y figuras caprichosas adornando con su colorido el paisaje y la
cosecha del rojo grano de café, van por las estrechas trochas de tierra
de los cafetales; tiradas por un par de hermosos bueyes y llenas de café
maduro.
Estas carretas con gran esmero y arte se pintan y decoran en la ciudad de Sarchí, y son el orgullo del campesino costarricense
Me
llamo la curiosidad, aún siendo un niño, la buena educación de los
ticos; así se les llama a los nativos del país, en San José, entonces
pequeña capital; casi todo el mundo te saluda y te saluda aún sin
conocerte te dan los buenos días, buenas tardes, buenas noches, claro
esto me extrañó de momento, pero no es raro que esto suceda en Costa
Rica, donde uno de sus mayores presupuestos es el destinado a la
Educación, además los mejores edificios de cualquier ciudad importante o
de un pequeña pueblito como San Pedro de Poás, situado al pie del
volcán del mismo nombre son: el liceo, la escuela, el hospital, su
iglesia, su plaza de fútbol pues allí ese es el deporte nacional, y
equipos como el Saprissa, que defiende los colores deportivos de su
bandera: Azul blanco rojo blanco y azul con gran gala y experiencia que
adquieren desde Güilillas (niños) jugando al fútbol en esos campos
deportivos a lo largo de toda la geografía tica.
Es mi primera Navidad lejos de mi patria, en San José hace bastante
frío y en la mañana sentí el primer temblor de tierra en una casa de
madera de dos pisos que rechinaba y se movía como una gelatina, a mí me
gusta mucho la de uva y la de cereza. Vivimos en el primer piso de la
Soda Palace, frente al Banco Central, la alegría se ve reflejada en el
rostro de las personas que hacen sus compras para la Cena de Navidad,
extrañaba las arepas que en Costa Rica no se conocen, allí como en toda
Centroamérica se come la Tortilla de maíz blanco redondas, delgadas,
flexibles y del tamaño de un plato de postre que se colocan en el
budare. Ahora, en Navidad, yo extraño las hallacas, esto no es extraño
en un venezolano, en Costa Rica no comen hallacas en las fiestas
navideñas, se comen los tamales: Masa de maíz blanca, con guiso
generalmente carne o pollo, en trozos grandes y pimiento y cebolla de
adorno, claro falta la hoja de plátano para envolverla, su sabor rico y
apetitoso es diferente al de la hallaca venezolana. La habilidad de una
madre hace milagros, y en el mercado de las Carretas compramos todo lo
necesario para hacer esa primera Navidad fuera de la patria las famosas
hallacas con sabor al terruño, y hechas con amor de madre, porque todos
los hijos venezolano siempre decimos que la mejor hallaca las hace mi
mamá.
Esa noche en familia junto con mamá y papá y lejos de la patria, me
senté en la mesa con aquellos seres tan especiales; que hoy vísperas de
esta navidad del 2001 no los tendré a mi lado, solamente estarán en mis
recuerdos y en el antiguo papel de unas fotografías.
En estas navidades, con mis hijos y mi esposa, al sentarme en la
mesa de Navidad, en mi patria y junto a ellos. Recordaré todos los
momentos felices de mi vida; Como aquellos que pasé en la linda Costa
Rica. Le daré gracias a Dios por todo lo que me ha dado, y recordaré
aquellos momentos con una estrofa de una conocida canción costarricense
que dice: Que bella es mí Costa Rica, donde la virgen de Los Ángeles Nació, y al verla tan bonita
al cielo jamás regresó. Escribo estas remembranzas, que espero los
transportará a esos lindos momentos que fui tan afortunado en compartir
con mis padres en tierras de Costa Rica, y como un recuerdo a aquellos
amigos ticos que me brindaron su cariño y su amor en aquella acogedora
tierra.
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