Tras los vetos ruso y
chino en el Consejo de Seguridad, Siria se encuentra en un nuevo punto
de inflexión. Es como si el régimen hubiera obtenido un permiso
internacional para llevar la represión a límites de salvajismo sin
precedentes por medio del bombardeo diario e incesante sobre Homs. Ha
optado por la solución militar sin preocuparse por los resultados. Pero
esta solución ha demostrado su inutilidad pues, exceptuando los ingentes
números de víctimas mortales y heridos, y el gran destrozo que azota
las ciudades, el régimen se encuentra ante una puerta cerrada y entre
sus víctimas solo halla una mayor determinación para continuar con la
resistencia. Aquello a lo que se enfrenta el régimen republicano
hereditario en Siria no son fuerzas militares a las que pueda vencer y
aplastar, sino que se enfrenta a una revolución popular verdadera muy
arraigada, por lo que sus victorias militares carecen de sentido. Entra
en Zabadani y estalla el Mezze en Damasco, bombardea Homs y Daraa se
levanta, lo intenta en Hama y se da de bruces con Alepo. Ya no hay forma
de acabar con ello y el veto y el apoyo ruso no servirán porque la
revolución escapa ya a sus posibilidades de control.
Esta verdad que ya conocen todos no será, desgraciadamente, un momento para que el régimen eche la vista atrás. Bashar al-Asad ha perdido todas las oportunidades pensando que era capaz de repetir la lección que dio el régimen en Hama en 1982, olvidando que los tiempos han cambiado, y que lo que era posible en el pasado es hoy imposible. Por eso, se encuentra en un pozo de sangre en el que se ahoga sin saber que la revolución siria posee sus métodos y ha logrado un maridaje entre la manifestación pacífica y la protección de la misma. Esto es una experiencia única en su género si se compara con el resto de las revoluciones. Los sirios lo han conseguido a consecuencia de la locura del aparato de represión, que quería desde el principio de la revolución en Daraa optar por la solución militar y, por ello, sigue empujando a un enfrentamiento armado entre el aparato del régimen y el pueblo. Los sirios han sabido cómo evitar caer en la militarización total de su revolución y por ello merecen más que nuestra consideración. Tras el terrible bombardeo de Homs, Damasco ha encontrado la forma de llevar las manifestaciones al corazón del Mezze, dando a la dimensión popular de la revolución, que es su instrumento principal, su lugar como instrumento principal. Pero la revolución siria no se enfrenta solo al peligro de la militarización, sino que también se enfrenta al peligro de la separación de la política de la realidad sobre el terreno debido a los intentos de las fuerzas regionales e internacionales de utilizar Siria como un campo de lucha abierta.
A pesar de que algunas voces han pedido la internacionalización y la intervención militar, incluidos miembros de la oposición siria, tanto la internacionalización como la intervención extranjera las ha comenzado el régimen al apoyarse en Rusia e Irán. Las armas fluyen hacia el ejército del régimen y la apuesta total por la política rusa se ha convertido en su único eslogan político. Desgraciadamente, los que defienden la alianza con Rusia olvidan que los sueños zaristas de Rusia y que acarician la imaginación del señor Putin no tienen relación con el pasado, que se extinguió con la caída de la Unión Soviética. Y mientras el apoyo efectivo con dinero y armas lo recibe el régimen, el pueblo no ha recibido de sus nuevos supuestos amigos (EEUU, Europa y los estados del Golfo petrolero) más que promesas
Tal vez hoy estemos ante un nuevo punto de inflexión conocido como “apoyo humanitario” por un lado y, por otro, apoyo limitado al Ejército Sirio Libre. Sin embargo, no se trata de más que de un apoyo limitado cuyo objetivo es contener la revolución. Y aquí es donde llega la gran paradoja de la revolución siria: el régimen es incapaz de acabar con ella, pero no ve ante sí más que le camino de la violencia, y con ello arrastra al país a convertirse en un campo de luchas regionales e internacionales. Por su parte, las fuerzas que ayudan a la revolución quieren contenerla, y eso no se logrará más que prolongando el sufrimiento en medio de un baño de sangre.
El lenguaje de la revolución que han creado los y las jóvenes de las coordinadoras, y que se ha convertido en un símbolo vivo del heroísmo que personifica Homs con su perseverancia legendaria, no tiene nada que ver con el lenguaje de esta política belicista internacional y regional, que no ve en el sufrimiento del pueblo sirio más que un medio para saldar cuentas. Rusia quiere que los cadáveres se amontonen para volver a ser un país poderoso y EEUU quiere aprovechar la muerte en Siria para dar una lección a Rusia y debilitar a Siria como nación. Por su parte, el Golfo petrolero no ve en la revolución siria más que una ventana hacia la lucha política y confesional con Irán. Esta realidad, al contrario de lo que muchos piensan, es la única salida del régimen, pues sabe que su tiempo está llegando a su ocaso y que no hay marcha atrás. Así, ve que solo prolongando la crisis y poniéndola al servicio de las luchas internacionales podrá alargar su vida. En consecuencia, seguirá su cruenta lucha y sus evasiones, con la esperanza de beneficiarse de la transformación de la nación siria en un campo, para procurarse un lugar en los acuerdos y apostando por la militarización demente en zonas rurales y urbanas, para destruir la revolución siria desde dentro.
Siria ya no puede sucumbir a la solución militar como imaginan los dirigentes del régimen dictatorial, un régimen que quiere ponerla hoy en el centro de las luchas regionales e internacionales y con ello, destruir el país como hicieron otros regímenes represivos árabes que se han desplomado después de llevar al país a la catástrofe.
La esperanza está, por tanto, fuera de las ecuaciones del lenguaje político que domina hoy, la esperanza está atada a los y las jóvenes de la revolución siria, a un pueblo que ha rechazado la humillación, que construye su libertad con sus manos y que funda una nación a partir de la voluntad de sus hijos. El lenguaje de la revolución es el que debe dominar, no el lenguaje de las políticas regionales e internacionales que conducen a Siria al matadero. La revolución vence con sus hijos, solo con ellos, con su voluntad de que Damasco vuelva a ser el centro de la arabidad y de que Siria vuelva a ser la nación de todos sus hijos, sin divisiones sectarias ni étnicas.
Cuando Siria vuelva, todos los jugadores internacionales y regionales descubrirán que las revoluciones árabes, a pesar de las dificultades a las que se enfrentan, son la puerta de entrada para que la zona recupere su soberanía y su decisión nacional, y son el umbral para que las cosas vuelvan a su sitio al terminar la larga era de la decadencia que ha dado al traste con las cuestiones importantes, a cuya cabeza está la cuestión palestina.
Traducido por Traducciones de la Revolución Siria: http://traduccionsiria.blogspot.com/2012/02/el-lenguaje-politico-y-el-lenguaje.html
Fuente: http://www.alquds.co.uk/index.asp?fname=today\20qpt998.htm&arc=data\2012\02\02-20\20qpt998.htm
Esta verdad que ya conocen todos no será, desgraciadamente, un momento para que el régimen eche la vista atrás. Bashar al-Asad ha perdido todas las oportunidades pensando que era capaz de repetir la lección que dio el régimen en Hama en 1982, olvidando que los tiempos han cambiado, y que lo que era posible en el pasado es hoy imposible. Por eso, se encuentra en un pozo de sangre en el que se ahoga sin saber que la revolución siria posee sus métodos y ha logrado un maridaje entre la manifestación pacífica y la protección de la misma. Esto es una experiencia única en su género si se compara con el resto de las revoluciones. Los sirios lo han conseguido a consecuencia de la locura del aparato de represión, que quería desde el principio de la revolución en Daraa optar por la solución militar y, por ello, sigue empujando a un enfrentamiento armado entre el aparato del régimen y el pueblo. Los sirios han sabido cómo evitar caer en la militarización total de su revolución y por ello merecen más que nuestra consideración. Tras el terrible bombardeo de Homs, Damasco ha encontrado la forma de llevar las manifestaciones al corazón del Mezze, dando a la dimensión popular de la revolución, que es su instrumento principal, su lugar como instrumento principal. Pero la revolución siria no se enfrenta solo al peligro de la militarización, sino que también se enfrenta al peligro de la separación de la política de la realidad sobre el terreno debido a los intentos de las fuerzas regionales e internacionales de utilizar Siria como un campo de lucha abierta.
A pesar de que algunas voces han pedido la internacionalización y la intervención militar, incluidos miembros de la oposición siria, tanto la internacionalización como la intervención extranjera las ha comenzado el régimen al apoyarse en Rusia e Irán. Las armas fluyen hacia el ejército del régimen y la apuesta total por la política rusa se ha convertido en su único eslogan político. Desgraciadamente, los que defienden la alianza con Rusia olvidan que los sueños zaristas de Rusia y que acarician la imaginación del señor Putin no tienen relación con el pasado, que se extinguió con la caída de la Unión Soviética. Y mientras el apoyo efectivo con dinero y armas lo recibe el régimen, el pueblo no ha recibido de sus nuevos supuestos amigos (EEUU, Europa y los estados del Golfo petrolero) más que promesas
Tal vez hoy estemos ante un nuevo punto de inflexión conocido como “apoyo humanitario” por un lado y, por otro, apoyo limitado al Ejército Sirio Libre. Sin embargo, no se trata de más que de un apoyo limitado cuyo objetivo es contener la revolución. Y aquí es donde llega la gran paradoja de la revolución siria: el régimen es incapaz de acabar con ella, pero no ve ante sí más que le camino de la violencia, y con ello arrastra al país a convertirse en un campo de luchas regionales e internacionales. Por su parte, las fuerzas que ayudan a la revolución quieren contenerla, y eso no se logrará más que prolongando el sufrimiento en medio de un baño de sangre.
El lenguaje de la revolución que han creado los y las jóvenes de las coordinadoras, y que se ha convertido en un símbolo vivo del heroísmo que personifica Homs con su perseverancia legendaria, no tiene nada que ver con el lenguaje de esta política belicista internacional y regional, que no ve en el sufrimiento del pueblo sirio más que un medio para saldar cuentas. Rusia quiere que los cadáveres se amontonen para volver a ser un país poderoso y EEUU quiere aprovechar la muerte en Siria para dar una lección a Rusia y debilitar a Siria como nación. Por su parte, el Golfo petrolero no ve en la revolución siria más que una ventana hacia la lucha política y confesional con Irán. Esta realidad, al contrario de lo que muchos piensan, es la única salida del régimen, pues sabe que su tiempo está llegando a su ocaso y que no hay marcha atrás. Así, ve que solo prolongando la crisis y poniéndola al servicio de las luchas internacionales podrá alargar su vida. En consecuencia, seguirá su cruenta lucha y sus evasiones, con la esperanza de beneficiarse de la transformación de la nación siria en un campo, para procurarse un lugar en los acuerdos y apostando por la militarización demente en zonas rurales y urbanas, para destruir la revolución siria desde dentro.
Siria ya no puede sucumbir a la solución militar como imaginan los dirigentes del régimen dictatorial, un régimen que quiere ponerla hoy en el centro de las luchas regionales e internacionales y con ello, destruir el país como hicieron otros regímenes represivos árabes que se han desplomado después de llevar al país a la catástrofe.
La esperanza está, por tanto, fuera de las ecuaciones del lenguaje político que domina hoy, la esperanza está atada a los y las jóvenes de la revolución siria, a un pueblo que ha rechazado la humillación, que construye su libertad con sus manos y que funda una nación a partir de la voluntad de sus hijos. El lenguaje de la revolución es el que debe dominar, no el lenguaje de las políticas regionales e internacionales que conducen a Siria al matadero. La revolución vence con sus hijos, solo con ellos, con su voluntad de que Damasco vuelva a ser el centro de la arabidad y de que Siria vuelva a ser la nación de todos sus hijos, sin divisiones sectarias ni étnicas.
Cuando Siria vuelva, todos los jugadores internacionales y regionales descubrirán que las revoluciones árabes, a pesar de las dificultades a las que se enfrentan, son la puerta de entrada para que la zona recupere su soberanía y su decisión nacional, y son el umbral para que las cosas vuelvan a su sitio al terminar la larga era de la decadencia que ha dado al traste con las cuestiones importantes, a cuya cabeza está la cuestión palestina.
Traducido por Traducciones de la Revolución Siria: http://traduccionsiria.blogspot.com/2012/02/el-lenguaje-politico-y-el-lenguaje.html
Fuente: http://www.alquds.co.uk/index.asp?fname=today\20qpt998.htm&arc=data\2012\02\02-20\20qpt998.htm