“Que el fraude electoral jamás se olvide.
Ni tampoco los miles de muertos inocentes.”
Bajo el título “AMLO amoroso” (Proceso No. 1843 26/02/12) Denisse Dresser formula una denigrante, cuan sanguinaria, disección del candidato de la izquierda a la presidencia de México, que no debe pasar en silencio. Lejos del rigor científico y profesional que le caracteriza, la autora toma como verdades el rosario de lugares comunes con que se ha pretendido descalificar a López Obrador, poniendo en tela de juicio todo su discurso, sin detenerse a exponer demostración alguna. La autora asume que AMLO ofrece un nuevo discurso, moderado en relación al del 2006, y asevera que él nunca ha pensado de esta nueva manera. Que, por ejemplo, al reducido grupo de magnates privilegiados, culpable del desastre del país, ya no lo denomine como “la mafia” sino como “los dueños de México”, sólo implica una corrección del lenguaje pero el significado es el mismo y, además, corresponde a la misma forma de pensar. La única diferencia entre el Proyecto Alternativo de Nación (2005) y el Nuevo Proyecto de Nación (2011) estriba en la profundidad y el alcance; el segundo es una ampliación del primero. El énfasis con que ahora aborda el tema de la moral y del amor al prójimo no desdice del lema “por el bien de todos primero los pobres”, sólo lo perfecciona eliminando las connotaciones equívocas a las que dio lugar.
Pero más allá de las apreciaciones subjetivas, AMLO es un político que escribe y fundamenta su propuesta (el único que lo hace, por cierto). Entre ambos proyectos de nación López Obrador publicó cuatro libros: uno en que fundamenta la defensa del petróleo como bien de la nación; otro que contiene sus reflexiones sobre el México profundo, producto de sus recorridos por todo el país; uno más relacionado con el fraude electoral y la mafia en el poder y el cuarto referido al proceso electoral del 2012, además de su artículo de fundamentación de la República Amorosa ¿No se apegaría más al carácter científico del análisis el abordar la propuesta escrita? ¿Por qué no merecen ninguna referencia de la analista? Simplemente, la Sra. Dresser pontifica y cataloga al personaje como mentiroso; asienta que “las preguntas que siguen a López Obrador tienen razón de ser. Las dudas que lo rodean son legítimas”. Así, sin más razonamiento.
Continúa diciendo que AMLO ha usado su palabra para despreciar la ley (Sí; la ley tramposa que desacata a la Constitución); para mandar al diablo a las instituciones (Aclaro: que se refirió a “sus” instituciones, cuyos personeros se confabularon para desaforarlo primero y para convalidar la sospecha del fraude electoral después); para enjuiciar a la clase empresarial (Ni en el 2006 ni ahora ha dejado de reconocer y alentar al empresariado honesto) y para convocar a un plantón en Paseo de la Reforma (Sí; por una exigencia justa de recuento de votos nunca atendida y que significó un agravio a la Nación, no sólo a López Obrador). ¿Por qué no se refiere a quienes comprobadamente armaron esta guerra de calumnias, así como a los intereses que defienden? Con seguridad que, entonces, la “razón de ser y la legitimidad de las dudas” tendrían clara explicación. Ignorarlo me provoca serias dudas sobre la honestidad de la académica.
De lo anterior concluye la analista que AMLO fue el líder social que no supo ser el político profesional. Aquí me detengo para tratar de entender ¿Qué significa ser un político profesional? Por las palabras que anteceden al aserto pareciera que un político profesional es el que come sapos sin hacer gestos, que navega sin hacer olas y que evita asumir posiciones que puedan entrar en conflicto con algún sector, particularmente el representado por “los mercados”. Si este es un político profesional, entonces le asiste la razón a la autora: López Obrador no sabe ser así. Pero, casualmente, es ese tipo de político el que la gente desprecia y rechaza, son los que dan motivo a quienes claman por que se vayan todos y que, también casualmente, la propia Sra. Dresser quiere desaparecer con su convocatoria al voto nulo.
Otra posibilidad es que el político profesional supuesto por la autora sea el que dispone de los elementos técnicos para conducir la economía y el gobierno conforme a los cánones internacionales en boga, el tecnócrata pues, que no cae en la tentación populista de atender las demandas de la población, del estilo de los gobernantes que la UE y el FMI impusieron en Grecia y en Italia. No, tampoco sería López Obrador un político profesional, pero tampoco queremos uno de esos para México.
Pero si de saber gobernar con honestidad, eficacia y compromiso social se trata, López Obrador demostró sus facultades en el Gobierno del Distrito Federal; por eso AMLO es la alternativa de muchos mexicanos que esperamos ser mayoría.
A diferencia de la Sra. Dresser yo no me presento como académico ni maquillo mi preferencia electoral: soy un actor político con el mayor empeño en ser un opinador honesto y comprometido con el cambio verdadero.
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