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El tercer período presidencial de Vladimir Putin aumentará la presión sobre Rusia de parte de las naciones occidentales las cuales de manera abierta o encubierta han tratado de fomentar la agitación en la Federación Rusa. Al tanto que tal amenaza es de preocupación inmediata para Rusia misma, otra amenaza planteada por Occidente lo constituye su intento de palanquear más países de lo que el complejo militar, industrial y de inteligencia de Estados Unidos y países de la OTAN considera el emergente bloque Ruso-Chino en Eurasia. Estados Unidos y la OTAN temen que semejante bloque emergente trazará un límite a la gradual intromisión de la OTAN en países de Asia Central, Irán, el sub continente hindú y el Medio Oriente.
El resultado de la batalla por Siria entre Shiitas, Alawitas, Cristianos, Druzos y los duros del Partido Socialista Baath por un lado y la OTAN, los Suni Wahhabi del Golfo y los Sunni y las guerrillas kurdas apoyadas por Israel por el otro, aumentará la rivalidad entre las grandes potencias en el Medio Oriente. Las instalaciones navales rusas en Tartus no pueden ser reemplazadas debido a la nueva geografía política en la región. El gobierno turco, de orientación islámica, del Primer Ministro Recep Tayyip Erdogan ha dado su aprobación para que la OTAN construya parte de su escudo antimisilístico en territorio turco.
Otro problema para Rusia será el régimen de Mijail Saakasvilli en Georgia. Saakashvili cuenta con un número de halcones neo-conservadores republicanos y demócratas como amigos en el congreso norteamericano. Estos halcones guerreristas clamarán porque Estados Unidos asuma un enfoque más duro hacia la presidencia de Putin y en Saakashvili encontrarán un provocador voluntario. El tráfico de influencias de Georgia y sus operaciones de cabildeo en Washington, aunque no tan fuertes como las de Israel, utilizan los mismos canales y redes políticas que los israelíes.
Habrá un esfuerzo concertado entre Estados Unidos y la OTAN para asegurar que ningún otro país reconozca la independencia de las repúblicas secesionistas de Abjazia y Osetia del Sur. Una vez que eso se consiga, Washington y sus aliados verán el modo de revertir los reconocimientos otorgados a estas naciones por países de América Latina y del Pacífico Sur. Estados Unidos apuesta a un cambio de liderazgo en Venezuela, especialmente si el presidente Hugo Chávez sucumbe ante el cáncer. Una reversión en las relaciones entre Venezuela y estas dos repúblicas dejaría a Nicaragua como la única nación latinoamericana que reconoce a Abjazia y a Osetia del Sur. Empleando su influencia en la región Asia-Pacífico y sus estrechos lazos con Australia y Nueva Zelandia, Estados Unidos también buscará la cancelación de las relaciones de las dos nuevas repúblicas del Cáucaso, Nauru, Tuvalu y Vanuatu. Las alas neo-conservadoras demócratas y republicanas también trabajarán fuertemente por el ingreso de Georgia en la OTAN. Los republicanos apoyarán entusiastamente la instalación y operación del escudo antimisilístico de la OTAN en la periferia de Rusia.
La condición de miembros titulares de Croacia y Serbia en la Unión Europea será empleada por la OTAN como una cuña para aislar a Rusia de los Balcanes y promover el reconocimiento pleno de Kosovo a expensas de los derechos de la minoría serbia en el norte de Kosovo.
Existe también la expectativa que la idea de la “potencia indulgente” que desarrolla y plantea las temáticas “revoluciones de colores” en naciones que no están controladas por Occidente y los carteles financieros capitalistas globales, que promoverán el cambio de regímenes en la periferia de Rusia con el objeto de negarle la formación de una Unión Euroasiática que se alzaría en oposición a la OTAN o una ampliada Organización de Shanghai para la Cooperación, OSC la cual podría aumentar su rol en otras áreas, incluyendo la defensa mutua. La misma aplicación que se le da a la National Endowment for Democracy, la agencia norteamericana para el Desarrollo Internacional (USAID) el Instituto Republicano
Internacional, el Instituto Republicano Nacional Democrático Casa de la Libertad, el Instituto Estadounidense para la Paz y docenas de organizaciones no gubernamentales (ongs) fundadas por George Soros bajo el alero de su instituto Sociedad Abierta que fue utilizado para generar o cooptar revoluciones populistas en el Medio Oriente y África del Norte y que serán empleadas para desestabilizar países dentro del área de influencia de Rusia, particularmente en Bielorrusia, Armenia, Uzbequistán, Turkmenistán, Tayikistán, Kazajtán y Kirguistán.
No contentos con promover la agitación en las naciones de la periferia rusa, la misma agrupación de frentes de inteligencia norteamericana y ongs tratará de fomentar el descontento en las repúblicas étnicas que son parte de la Federación Rusa, particularmente aquellas situadas en las regiones estratégicas del Cáucaso y Siberia.
La influencia política del partido True Finns Party (Partido de Finlandeses Verdaderos) de inclinación nacionalista podría aceptar que Estados Unidos y la OTAN utilicen a Finlandia del mismo modo que han empleado a Georgia y a los estados bálticos para montar operaciones encubiertas contra Rusia. Rusia enfrentará la posibilidad que operaciones de las ongs y actividades de revolución de colores se implementen desde Finlandia y Estonia con el objeto de desestabilizar las repúblicas Fínico-Ugrica y otras regiones de Rusia, particularmente los Karelianos, Mari, Udmurtíes, Mordovinos, Konis y Votyakos. Mongolia, que se ha convertido en una base importante para las ongs y servicios de inteligencia occidentales, podría servir como una base similar para agitar problemas entre los Tuvan, Yakutíes, Buryatas y otros grupos étnicos siberianos.
Las exportaciones de armamento ruso, especialmente hacia naciones sancionadas por Occidente como Irán y Siria constituyen posibles blancos para la operación liderada por la Casa Blanca “Responsabilidad de Proteger”, como ser Venezuela, Bolivia, Zimbabue y Cuba, estarán bajo estrecha observación por parte de los halcones guerreristas del congreso norteamericano, tales como el senador John McCain y Lindsey Graham. Putin y sus colegas en Beiyín serán descritos como la resurrección del Bloque Rojo, cuento que será repetido por el complejo militar-industrial y de inteligencia y sus aliados en los medios de comunicación de masas con el objeto de justificar los hiperinflados presupuestos militares y de inteligencia.
Estados Unidos y sus aliados también tratarán de obtener ventajas de cualquier cambio en la dirección de la política exterior y de defensa de Rusia, especialmente cuando hay caras nuevas en los escalones superiores de los Ministerios de Relaciones Exteriores y de Defensa de Rusia. Aunque la secretaria de estado Hillary Clinton anunció que no ejercerá en su actual cargo en un segundo período de gobierno de Obama, la actual embajadora ante la Naciones Unidas, Susan Rice, seguirá aplicando una retórica antirusa en la ONU como también si reemplaza a Hillary Clinton si Rusia y/o China esgrimen el veto, las resoluciones bloqueadas en el Consejo de Seguridad serán llevadas a la Asamblea General donde ahora Occidente goza de una considerable mayoría de trabajo y de votos. El embajador ruso, Vitaly Churkin, o su posible reemplazante enfrentará una situación en la ONU de mucha menos independencia y más posiciones pro Occidente de parte de las naciones tradicionalmente no alineadas, especialmente si se producen “cambios de régimen” en Siria, Venezuela, Zimbabue, Argelia y Bolivia.
La línea de fondo es que Estados Unidos, la OTAN y otros aliados dejarán muy poco espacio diplomático para Rusia y China. Los halcones guerreristas neo-conservadores no han ocultado su deseo de reemplazar los gobiernos de Rusia y China por gobiernos más proclives a los deseos de globalización de los intereses financieros y militares occidentales. El gobierno de Obama y sus aliados indudablemente que fabricarán una serie de casos de “espionaje” chinos y rusos, especialmente aquellos en el ámbito del ciberespacio para escandalizar sobre las supuestas amenazas de Moscú y Beiyín. Una política de “contención” tipo Guerra Fría, contra Rusia y China será adoptada con la significativa diferencia que un cambio de régimen en Moscú y Beiyín será la meta de la nueva “vieja” política.
El tercer período de Putin significará para Rusia “vivir peligrosamente” entre una OTAN y otras naciones cada vez más hostiles. La diplomacia rusa no ha enfrentado un peligro mayor desde la caída de la Unión Soviética.
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