Por pendejos nos pasó lo de Honduras, por pendejos nos pasó lo de Paraguay

El Golpe Parlamentario dado al Presidente de Paraguay, Fernando Lugo, devela el descarnado obrar de la derecha en la consecución de sus más rastreros objetivos. En menos de 48 horas se desplegó una operación desestabilizadora para “enjuiciar” a un primer mandatario y destituirlo del cargo que el pueblo le confirió en elecciones libérrimas. La plutocracia dispone de un holgado catálogo de artificios leguleyos con el fin de apartar del camino cualquier peligro a sus intereses de clase.

El 15 de junio de los corrientes, al menos seis policías y once campesinos perecieron en el desalojo de una propiedad rural al noroeste de Paraguay. Los terrenos pertenecen a Blas Riquelme, Adex senador del Partido Colorado y acólito del fenecido dictador de esa nación austral, Alfredo Stroessner. La Cámara de Diputados aprobó –el 21 de junio- un proceso de juicio político contra Fernando Lugo y el Senado se encargó de llevarlo a cabo. El 22 de junio, por 39 votos a favor, 4 en contra y 2 abstenciones, el Presidente fue despojado de su investidura por “mal desempeño en sus funciones”.

Ahora bien, la coartada del Golpe de Estado en Paraguay es muy parecida a la de los muertos de Puente Llaguno el 11A, las “carnicerías” de Gaddafi en Libia o los “mártires” de Homs en Siria, escenarios en los que la CIA ha introducido mercenarios encargados de sembrar el terror en la población y desencadenar una salida al estilo “manu militari” o una guerra civil. En el “affaire” Lugo se violaron los artículos 17 y 18 de la Constitución de Paraguay, tratados internacionales relacionados con el debido proceso y el legítimo derecho a la defensa. Las piruetas jurídicas de los legisladores de Asunción no resisten el más mínimo análisis y, desde luego, responden a órdenes estrictas de Washington, tal como aconteció en Honduras aquel fatídico 28 de junio de 2009. En esa oportunidad, caímos en la trampa imperial de la “negociación” con los golpistas y Estados Unidos, junto con Micheletti, se burló de nosotros. En Paraguay bajamos la guardia y el Pentágono no dudó en aplicar la “receta” que había sido exitosa en Tegucigalpa. ¿Será que alguna vez dejaremos de ser tan pendejos? ¿Cuándo entenderemos que Washington nos declaró la guerra hace varios años y no descansará hasta vernos arrodillados? La candidez revolucionaria es fatal, mortal. Ojalá no sea demasiado tarde para revertir lo de Paraguay.


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Adán González Liendo

Traductor, corrector de estilo y locutor

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