“España carecía de vuelo capitalista, pretendiendo remplazar el progreso técnico por riquezas (Oro y Plata) que había arrebatado a América durante siglos. Se la comieron tres buitres: la Monarquía con regazos feudales, el Militarismo y la Iglesia Católica. España es súper dependiente, no tiene industrias propias, las pocas que tenía las regalaron; sin el turismo no tiene vida”.
Se les iba el siglo XX, pero no para sumirse en el olvido como algunos frívolos de la inteligencia hubieran deseado. Los temas que el siglo XX les había propuesto no encontraron respuesta sino en los debates políticos, en los programas y en realizaciones frustradas o incompletas, de manera que estaban aún en pie al entrar el siglo XXI. Pero como la Historia es implacable, eran violentamente atropellados por los temas y problemas del tiempo de verdad. Y así vino el prohombre financiero cuando el señor de haciendas y casi de vidas estaba lejos de desaparecer.
¿Y qué pensar de sus satisfechos aristócratas, los hombres del señorío y de la limpieza de sangre, de aquellos títulos y grandes de España, en cuyos nombres parece resumida toda su esplendorosa historia, de aquellas eminencias de la administración, y del foro, y de la Iglesia, convocadas a la muerte de Franco, grandes personalidades que, con las señaladas excepciones y algún otro más que ahora escapa a la memoria, se prestaron a imitar a los acompañantes del rey, rindieron “los homenajes de su amor, fidelidad y respeto a los nuevos señores de España” ofreciéndose a “desempeñar los destinos que les confiriesen” ya el gran ductor regenerador de la patria española, ya el monarca justo, humano y grande que se llama Juan Carlos de Borbón?
—En vez de prejuicios de clase, había que enarbolar los incumplidos preceptos de la II República fenecida en 1939. Libertad de igualdad.
Post-Franco la arena pública presentaba los partidos políticos que llamaban la “izquierda” (PSOE y PCE) y la oligarquía fascista el PP, que a partir de 1996 había llegado increíblemente al poder. Del tradicionalismo franquista conservaron el establecimiento de un gobierno de carácter totalitario y la instauración monárquica y, sobre todo, la idea del bipartidismo, que fue uno de los temas constantes de la burguesía franquista. “Había llegado la democracia”.
¿Serían capaces los dirigentes hispánicos de abrazar la III República? Con un residuo candoroso, desde Nuestra América invitábamos a la España que creíamos progresista a conceder al pueblo ese logro histórico. Pero no, fueron sordos los políticos burgueses y no pocos “socialistas” que los secundaron. Así con esa experiencia los españoles aprendieron dos cosas. Una, que no existía diferencia entre la dictadura franquista y la monarquía de los partidos bipartidistas. Otra que la bonanza económica para el pueblo fue un sueño; fue únicamente para la burguesía. Así completó su primer ciclo formativo el pueblo español y supo para siempre “creemos”, que era inculto, a más de irracional, quien esperara de los políticos fascistas burgueses, con sinceridad, al que no fuese explotación inmisericorde y dispuestos, en todo momento, a apelar a la barbarie.
Vamos a integrar la representación republicana con el movimiento gradual, progresivo, constante, inspirado siempre en la justicia que permitirá al trabajo venir a ejercer el predominio que le corresponde para el cumplimiento de su misión. Queremos que no haya lucha de clases; queremos que aquellas fuerzas que aun no han llegado al Poder, encarnen en el derecho para alcanzarlo e integrarlo con reformas económicas y sociales.
Lo otro es prevenirse contra la dictadura de la burguesía que transforman los prestigios de la democracia en tiranías voraces. Hambronas, ni porque a estos pecados dé a menudo el nombre de Patria, ha de negarse a los pueblos cumplir su deber de humanidad, en la porción de ella que tiene más cerca. Esto es luz y del sol no se sale.
Ese criterio responde a una época en que la acción de los partidos que se podrían llamar clásicos limitaba su acción a los parlamentos y comités electorales. La realidad política no tardó en hacer caducar esas doctrinas. Ya en la época que nos ocupa, los partidos turnantes no defienden el interés nacional sino de un sector muy restringido, y por añadidura “quietista”, de la nación.
Existe todavía hoy en España, una tendencia que se considera en parte nociva; la tendencia de los espíritus superiores o que se creen superiores (que no es lo mismo) a despreciar al pueblo… Parece como que hay esta tendencia a vivir en calidad de “dilettante” en esa España, dejando que los arduos asuntos los resuelvan los hombres de segundo orden.
Jamás hubo riqueza sin verdadero trabajo. La materia, mientras no se apropia, transporta o modifica para algún uso del pueblo, se halla destituida de valor real, y por consiguiente no es artículo de riqueza. El trabajo es el que le da utilidad y valor… Al trabajo es debido el valor real de todas las cosas…
—La forma de gobierno en esa España es una monarquía absoluta cuyo rey es Su Majestad el Cacique…
—Abajo la monarquía Borbónica y toda su jauría de delincuentes, PSOE y los PePerros. No sirven ni como estiércol para las nuevas generaciones ninguno de esos delincuentes.
¡Viva la III República socialista!
¡Pa’lante Comandante! Viviremos y Venceremos. Hasta la victoria siempre y Patria socialista.
¡Gringos Go Home! Libertad para los cinco héroes de la Humanidad.
manueltaibo1936@gmail.com