Cuando este Lunes en Santiago de Chile culmine la II Cumbre CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) una noticia graficará el momento político que vive nuestro continente: Cuba, la pequeña isla siempre desdeñada por los poderes de turno, pasará a presidir un organismo continental que reúne a 33 naciones –todas, con la sola excepción de EEUU y Canadá-.
Esa foto –la de Raúl Castro recibiendo la presidencia pro tempore- significará una victoria no sólo cubana, sino del conjunto de países que conforman el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América). Y, en especial –hay que decirlo con claridad-, de Venezuela, Bolivia y Ecuador, cuyos gobiernos privilegiaron una relación política e ideológica con la isla, de hermandad antiimperialista.
¿Qué significa la presidencia de la CELAC en manos de Cuba?
En primer lugar, significa una profunda reivindicación histórica del papel de la Revolución Cubana. Cuba fue expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA) en 1962, porque, según la resolución, “la adhesión de cualquier miembro de la Organización de Estados Americanos al marxismo-leninismo es incompatible con el Sistema Interamericano y el alineamiento de tal Gobierno con el bloque comunista quebranta la unidad y solidaridad del hemisferio”. De allí en más se desató una verdadera “cacería de brujas” contra la isla, política pero con consecuencias directas en otras esferas. El bloqueo económico, comercial y financiero de parte de EEUU fue –y es- la punta de lanza, pero además habría que dar cuenta del virulento –y permanente- ataque contra Cuba y su gobierno de parte de multimedios de (des) información con capitales norteamericanos y europeos (CNN, El País de España, Miami Herald, entre otros).
¿Quién podía imaginarse que esa pequeña isla vapuleada constantemente por el poder político, económico, comercial, financiero y hasta mediático, se convertiría en presidencia de un organismo que reúne a una población global de unos 550 millones de habitantes y cuya extensión territorial supera los 20 millones de kilómetros cuadrados? ¿Quién, en su sano juicio, hubiera dicho, durante el derroche neoliberal de los 90 en nuestro continente, que esa isla digna iba a tener tamaño papel en el concierto de las naciones de América Latina y el Caribe dos décadas después?
El papel del ALBA en la “resignificación” de Cuba
Acá hay que mencionar, sin dudas, el papel que ha tenido el ALBA y sus gobiernos en esta “resignificación” de Cuba. Primero Venezuela, luego Bolivia y Ecuador, tuvieron –y tienen- un papel protagónico en mostrar la realidad de la isla, lejos de cualquier manipulación mediática. ¿Cómo lo hacen? Con la cooperación cotidiana en educación, mediante el sistema “Yo si puedo”, que ya alcanzó 6 millones de alfabetizados en 28 países alrededor del mundo; y con la ayuda permanente en materia de salud, donde las misiones humanitarias cubanas han llegado a cuatro continentes –y tienen especial relevancia en Venezuela (Misión Barrio Adentro) y Bolivia (Operación Milagro)-.
Con la presidencia pro tempore de la CELAC para Cuba se cierra un ciclo en nuestro continente: el que empezó con el “No al ALCA” en Mar del Plata 2005. El que construyó UNASUR y la propia CELAC. Es indudable y objetivo el avance de nuestros pueblos desde ese entonces. Estamos en mejores condiciones, claro. Pero también está la “otra cara”: los golpes en Honduras y Paraguay (2009), la constitución de la Alianza del Pacífico –con los gobiernos más retrógrados en su interior-, el aumento de bases militares norteamericanas en nuestro territorio. En ese escenario, de pujas entre lo que no termina de morir y lo que no termina de nacer –parafraseando a Gramsci-, la noticia de que esa digna isla pueda presidir un organismo como la CELAC es de una importancia mayúscula.
Es que, tal como dijo José Martí –a quien hoy también recordamos por el aniversario 160 de su nacimiento-, “escasos, como los montes, son los hombres que saben mirar desde ellos, y sienten con entrañas de nación, o de humanidad”. Y Fidel y Hugo Chávez, cuando en 2004 planeaban la creación del ALBA, seguramente no se imaginaban hasta donde podía llegar ese acto de profunda creación humanitaria –con entrañas de nación y Patria Grande- que hoy es uno de los resortes principales de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.