Odian la paz

         Este 9 de abril debe realizarse en Bogotá la gran concentración de masas para brindarle el más irrestricto respaldo a las conversaciones de paz que tienen lugar en La Habana. ¿Por qué la fecha del 9 de abril? Porque en esa fecha, hace 65 años, Gaitán fue asesinado por pronunciar - un mes antes - el famoso discurso conocido como, Oración por la paz. Para la oligarquía y la Iglesia católica hablar de paz es subversión.

         Durante años ha quedado demostrado que la oligarquía y la iglesia católica ¡Odian la paz! Todo el que hable de paz es terrorista y subversivo. No está permitido a nadie ni siquiera, sugerir la posibilidad de un acuerdo de paz. El odio contra la paz de la oligarquía y la iglesia católica es tan grande, que han negado hasta la existencia de la guerra, con todo y en ella participa una potencia militar extranjera. Si los países vecinos apoyan la guerra de la oligarquía ¡bienvenidos! Pero, si promueven la paz, son terroristas que amparan y protegen la subversión.

         El Territorio de Ecuador fue agredido (bombardeado), porque en el área de frontera la guerrilla realizaba contactos con otros países (Francia), para buscar un camino a la paz. Gestiones que, en justa causa, han debido realizarse en territorio colombiano; pero, la oligarquía y la iglesia católica no lo permiten, no lo aceptan. Venezuela, que durante sesenta años ha mantenido la política de neutralidad frente al conflicto colombiano (Pérez Jiménez, Caldera, Carlos Andrés Pérez, Chávez), han pretendido inmiscuirla en la guerra.

         Para el 9 de abril de 1948 estudiaba en Pamplona. Tenía doce años. Desde entonces me quedó la idea que, la violencia en Colombia, tiene origen en el púlpito, la sacristía y el confesionario. Recuerdo los sermones en los templos contra el partido liberal y contra los comunistas, enemigos gratuitos de dios, según el decir de Vargas Vila. En la hora de las comidas, para informarnos de los hechos ocurridos en Bogotá, referidos al asalto y quema de iglesias, conventos, asesinato de curas y violación de monjas, nos leían el periódico conservador El Siglo, vocero del gobierno de Ospina Pérez y del fascista Laureano Gómez. El ambiente social contra la iglesia era tan grande, que persistía el temor del asalto a colegios. En Cúcuta ocurrieron hechos de violencia contra la iglesia. Pamplona, sede  del clericalismo santandereano, por su condición conservadora, estaba menos expuesta a posibles disturbios.

         La ira popular causó tanta destrucción en el centro de Bogotá que la transformó en el símil de una ciudad alemana de la Segunda Guerra mundial. La ira popular dejó sentir su odio contra la iglesia católica, en pueblos y ciudades de Colombia. ¿Por qué el asesinato de Gaitán, desató la ira popular contra la iglesia católica? Porque desde el púlpito, la sacristía y el confesionario, desde siempre, se ha predicado el odio contra las causas populares y la liberación. Ocurrió contra Bolívar, cuyo mayor enemigo no era el monarca español y su ejército, sino, la iglesia católica y la Inquisición. Ocurrió contra Sucre, asesinado y su cadáver debió permanecer oculto por más de sesenta años para protegerlo del odio de la iglesia católica. ¿Hasta cuando durará la infamia de los restos mortales de Sucre secuestrados en la catedral de Quito?

         La historia de Colombia está sembrada de asesinatos de políticos y líderes sociales, desde Jose Antonio Galán jefe de la Rebelión Comunera de El Socoro, al general Uribe Uribe, Gaitán, Galán, Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro. No han tenido piedad ni con Piedad Córdoba, defenestrada de su curul de senadora por ser partidaria de la paz y luchar con denuedo por la paz. ¿Por qué ese odio de la oligarquía y la jerarquía católica contra la paz?

         La oligarquía y la iglesia católica colombiana odian la paz. Según la Constitución Nacional el Estado tiene la obligación de la paz. ¿Por qué el Estado, durante sesenta años, en lugar de buscar la paz, ha propiciado la guerra? A tal punto ha llevado su afán guerrerista, que renunció a la soberanía nacional y la entregó a una potencia extranjera que financia la guerra con dólares (plan Colombia), con armas, con tecnología militar. Los dineros que emplea en el sostenimiento de un ejército de 500.000 soldados y policías, darían frutos muy positivos hacia la paz, si se utilizaran en solucionar los ingentes problemas de las comunidades: tierra, salud, educación, trabajo. Para la oligarquía y la iglesia católica, ahí radica el gran problema de la paz: tener que aceptar las causas sociales, económicas y políticas de la guerra.

         La paz no puede ser simple dejación de las armas e incorporación a la vida ciudadana. Tiene que venir acompañada de cambios en la estructura social, económica y política. Y a su vez, cambios en la superestructura (Constitución Nacional y Leyes). Sin ese requisito fundamental no puede haber paz. Para que haya paz es necesario liquidar las causas que originaron el conflicto y durante sesenta años lo han alimentado. Tienen origen en las primeras luchas agrarias en Chaparral (Tolima) y zonas aledañas, promovidas por liberales y comunistas, durante el gobierno de Olaya Herrera (1930). Con el retorno del partido conservador al gobierno, Ospina Pérez (1946), luego de quince años de gobiernos liberales, comenzó el período que se conoce como, época de la violencia (dejó 200.000 muertes). Por denunciar esos hechos, en la Oración por la paz, Gaitán fue asesinado y con él, terminó la convivencia del pueblo colombiano, para imponerle  una guerra civil que no tiene fin.

        La paz no puede ser para cambiar una guerra por otra, como ocurrió en Colombia, con el acuerdo de paz de Rojas Pinilla y la dejación de las armas de las guerrillas liberales (Guadalupe Salcedo), sin ninguna prestación a cambio. Simplemente dejar las armas, incorporase a la vida ciudadana todo sigue igual, aquí no ha pasado nada. Surgió el bandolerismo (Sangre Negra y otros). El ejército utilizó a los exguerrilleros liberales para asesinar campesinos señalados de comunistas. A Rojas Pinilla - puesto por la oligarquía para frenar el avance de la guerrilla - los mismo que lo erigieron, lo depusieron con otro golpe militar y vinieron 16 años del Frente Nacional, máxima negación de la democracia ¿Hay alguna diferencia entre un gobierno liberal y uno conservador con o sin Frente Nacional? ¿Hay alguna diferencia entre Betancur y Uribe, o entre López Michelsen, Gaviria, Pastrana (hijo), Barco, Samper o Santos?

         La paz no puede ser para cambiar una guerra por otra, como ocurrió en Centro América con los acuerdos de paz. Cambiar la guerra de liberación nacional, por la guerra delincuencial entre pandillas (Zetas, Maras), contra la sociedad civil. En Centro América se repite lo ocurrido en Colombia. Si la paz no es para solucionar las causas del conflicto: justa distribución y utilización de la tierra, reforma agraria, educación, salud, trabajo; la guerra regresa, pero, con una connotación diferente: crimen, delincuencia, narcotráfico, tráfico de seres humanos. El aprendizaje de la lucha en la guerrilla, con un propósito noble, la liberación nacional, se transforma en bandolerismo. Es cambiar una guerra por otra, como ocurre en México, El Salvador, Guatemala y Honduras. Las guerras de liberación nacional son inaceptables, son terroristas, en tanto las guerras delincuenciales son normales, son fruto del desarrollo capitalista de la sociedad ¡Bienvenidas! Lo dijo Carlos Andrés Pérez:- Si hay más delincuencia es porque hay más desarrollo ¡Capitalista!

         Conscientes de esa realidad, los caminos de la paz son muy difíciles de transitar y por ello requieren la máxima participación de las mayorías nacionales. Esta gran movilización del 9 de abril, en Bogotá, tiene ese propósito, la injerencia, participación, compromiso de las mayorías nacionales en las conversaciones de paz que se realizan en La Habana. La paz no es asunto entre el gobierno colombiano y la guerrilla. Es cuestión que le atañe a todos los colombianos y a los países vecinos víctimas de las secuelas de la guerra interna colombiana. Todos queremos la paz pero con soluciones sociales a la pobreza, la marginación, la exclusión. Justicia social que la oligarquía y la jerarquía católica detestan ¡Odian la paz!

leonmoraria@gmail.com



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León Moraria

Nativo de Bailadores, Mérida, Venezuela (1936). Ha participado en la lucha social en sus diversas formas: Pionero en la transformación agrícola del Valle de Bailadores y en el rechazo a la explotación minera. Participó en la Guerrilla de La Azulita. Fundó y mantuvo durante trece años el periódico gremialista Rescate. Como secretario ejecutivo de FECCAVEN, organizó la movilización nacional de caficultores que coincidió con el estallido social conocido como "el caracazo". Periodista de opinión en la prensa regional y nacional. Autor entre otros libros: Estatuas de la Infamia, El Fantasma del Valle, Camonina, Creencia y Barbarie, EL TRIANGULO NEGRO, La Revolución Villorra, los poemarios Chao Tierra y Golongías. Librepensador y materialista de formación marxista.

 leonmoraria@gmail.com

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