La reciente acción agresiva y criminal de los gobiernos europeos en contra del presidente Evo Morales es expresión de una serie de fenómenos negativos que están ocurriendo en el escenario internacional y que vale la pena estudiar en su contexto para dar las respuestas más adecuadas a la trama imperial que se ha estado construyendo desde 2001. Veamos:
Los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos le permitieron al gobierno de George Bush implantar un sistema unipolar en la política internacional que estableció al terrorismo como enemigo. La definición de quien es o no terrorista lo hace la potencia norteamericana a partir de su doctrina e intereses.
El gobierno de Barack Obama ha profundizado esa doctrina, sin que hasta el momento se puedan observar cambios que puedan establecer fisuras en la aplicación de la política exterior de Estado que diligencia el sistema bipartidista de Estados Unidos.
El Presidente Rafael Correa ha dicho muchas veces que no vivimos una época de cambio sino un cambio de época. Sin embargo, no hemos sido capaces de sistematizar de forma teórica ni ejecutar de forma práctica acciones regulares que sean expresión del cambio de época que vivimos.
Una de las manifestaciones claras del cambio del que habla el presidente Correa es la incapacidad del sistema jurídico internacional de sostener el modelo surgido al finalizar la segunda guerra mundial, toda vez que han ocurrido transformaciones sustanciales en la estructura del poder mundial.
En ese sentido, pilares fundamentales que dieron origen a los documentos rectores del derecho internacional han comenzado a ser continua y permanentemente pisoteados por las potencias desde el momento que los mismos se han transformado en un obstáculo para las tropelías que a diario se cometen en el mundo.
En años recientes, Estados Unidos en alianza con Europa y la OTAN han incurrido en el establecimiento de cárceles secretas, escuchas ilegales, vuelos clandestinos trasladando prisioneros, operaciones encubiertas incluso en países a los que califican de aliados, violación de acuerdos del Consejo de Seguridad de la ONU, invasión y violación de la soberanía de otros países, apoyo financiero, militar y diplomático a países donde se producen flagrantes violaciones de los derechos humanos, apoyo al terrorismo (inmunidad a terroristas en su territorio, financiamiento y organización de acciones terroristas) y, ahora han intentado asesinar, secuestrar y violentar la inmunidad de un jefe de Estado elegido democráticamente. Todas estas acciones contravienen la Carta de la ONU y las normas más elementales que regulan el Derecho Internacional.
En el caso de América Latina, en lo que va de siglo intentaron derrocar al presidente Chávez en Venezuela en 2002, secuestraron y expulsaron de su país al presidente Aristide en Haití en 2004, intentaron secesionar Bolivia en 2008, dieron un golpe de Estado, secuestraron y expulsaron de su país al presidente Manuel Zelaya en Honduras en 2009, intentaron dar un golpe de Estado contra el presidente Correa en Ecuador en 2010, violentaron la Constitución y derrocaron al presidente Lugo en Paraguay en 2012 y ahora intentan asesinar al presidente Evo Morales de Bolivia, inventando un absurdo subterfugio que no tiene asidero en ninguna norma legal.
El argumento para intentar el asesinato y posterior secuestro del presidente Morales es que éste trasladaba en el avión presidencial al ex agente de la agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos Edward Snowden. Estados Unidos y Europa han recurrido una vez más a una mentira y han puesto en riesgo la vida del presidente boliviano y su comitiva.
El caso de Snowden es digno del libro de Eduardo Galeano “Patas arriba. El mundo al revés”. El agente estadounidense denunció que todos los países del mundo son sujeto del espionaje y las escuchas ilegales por parte de las agencias de inteligencia de su país y por tal “crimen” se transforma en perseguido de la justicia. Se va a Hong Kong, territorio autónomo bajo soberanía china y éstos cortésmente le dicen que tiene que abandonar su territorio. Se va a Rusia y el presidente Putin le dice que puede quedarse si se queda callado y no afecta ”a sus socios”. Son los nuevos tiempos en que las potencias disienten pero siempre se ponen de acuerdo en detrimento de los pueblos del sur. Ahora, el descubridor del crimen es transformado en criminal y en su persecución, incluso se atenta contra la vida de un presidente.
Los gobiernos europeos que dicen ser aliados de Estados Unidos,-lo cual no obsta para que sean espiados por ellos- para guardar las formas ensayan una tímida exigencia de “aclaración” mientras actúan como borregos subordinándose a la “potencia madre” y hacen gala de complicidad en el intento de asesinato del presidente Morales. En esto no hay diferencias entre el “socialista” Hollande y el derechista Rajoy. Ambos provienen de la misma cloaca colonial. Los gobiernos europeos han perdido toda dignidad y hoy actúan como sendos jefes provinciales del imperio que tiene su sede en Washington. Los pueblos del viejo continente tienen la palabra.
Todas estas acciones son expresión de la agresividad imperial de un sistema en crisis el cual se ve obligado a sobrepasar la ley para mantener sus poderes y sus designios. Para América Latina y el Caribe sólo queda la integración y la unidad si no queremos perecer en el intento válido de la lucha por la independencia y la soberanía.
Hoy, eso se debe expresar en la irrestricta solidaridad y apoyo al presidente Evo Morales y al pueblo boliviano. Como dijo el presidente Correa, “… o nos graduamos de colonias o reivindicamos nuestra independencia, soberanía y dignidad”