Saint-Simon y el socialismo

Las doctrinas sociales en discusión a mediados del siglo XVIII, durante el tiempo en que se formó la Liga de los Justos y, más tarde, la Primera Internacional, son las de Babeuf, Saint-Simon, Owen, Fourier y Cabet, que comprenden el período de 1800 a 1850. Correspondientes a otra etapa aparecen Blanqui, Proudhon, Blanc, Marx y Engels, que inician una nueva época en la historia del movimiento obrero. En esta época de mediados de siglo existía una gran confusión entre las palabras socialismo y comunismo. “En 1847 —dice Engels en su prefacio a la edición inglesa del Manifiesto del Partido Comunista— se llamaban socialistas, de una parte, todos los adeptos a los diferentes sistemas utópicos: los owenistas en Inglaterra y los fourieristas en Francia, reducidos a meras sectas y en proceso de extinción paulatina; de otra, toda clase de curanderos sociales que prometían suprimir, con sus diferentes emplastos, las lacras sociales sin dañar el capital ni el beneficio. En cambio, la parte de la clase obrera que había llegado al convencimiento de la insuficiencia de las simples revoluciones políticas y proclamaba la necesidad de una transformación fundamental de toda la sociedad se llamaba comunista…”

—Es raro encontrar en la bibliografía política o social de España referencias a las doctrinas del gran revolucionario francés (Babeuf) guillotinado a los treinta y siete años de edad por querer transformar la sociedad burguesa en una sociedad “comunista”, de acuerdo con sus concepciones idealistas, en la que la igualdad social no fuera un mito, sino una realidad.

Después de Babeuf aparece Saint-Simon, esa figura singular descendiente de Carlomagno, heredero de una corona ducal, grande de España, considerado como uno de los precursores del socialismo. Saint-Simon aboga por reformas, pero no ataca las causas que determinan la miseria de las masas. Respetando la estructura social del régimen burgués, lo confía todo al establecimiento de reformas que den solución a los problemas fundamentales que se derivan de la estructura económica del sistema capitalista. No se propone destruir la sociedad burguesa, sino mejorarla por medio de un orden “social perfecto” establecido a priori que no es más que la justificación de la utopía de sus concepciones basadas en gran parte en las ideas de los “reformadores” del siglo XVIII. Saint-Simon no confiaba en el pueblo. Para él las masas eran incapaces de asegurar la dirección económica y política de la sociedad, atribuyendo esa misión “a los más capaces”, es decir, la burguesía, a los “industriales”, a los “sabios”, si bien condicionaba que este papel dirigente se ejerciera no en beneficio de una minoría, sino de la colectividad, en particular de “las clases numerosas y pobres”. (Algo a sí como el tercer camino mencionado: Blair)

“Todas las instituciones sociales —dice Saint-Simon— deben tener por propósito el mejoramiento de la condición moral, intelectual y física de las clases numerosas y pobres…” A cada uno —pedía— según su capacidad; a cada capacidad según su trabajo…

Saint-Simon ya aparece en el movimiento obrero español. Algunos “radicales” y “federales” de aquella época (1850) se llamaban simonianos. Sin embargo, Núñez de Arenas afirma que son las doctrinas de Fourier las que introducen el socialismo en España. En este período van apareciendo en España las primeras influencias socialistas importadas de Francia. Los intérpretes de las nuevas corrientes sociales son, entre otros, Fernando Garrido, socialista cooperativista; Flórez Estrada y Borrego, colectivistas y agrarios; otros de tipo socialcristiano como Villanueva, o fourieristas y proudhonianos como Ramón Sagra y Joaquín Arbeu, que a su vez van ganando nuevos adeptos, tales como Huarte o Hugarte, Sagrario Veloy, Faustino Alonso, Pedro Bohorques, Ramón Cala, Dorronsoro, Guillen, Federico Beltrán, Sixto Cámara. En Cataluña, Suñer y Capdevila, Abdón Terradas y otros que se titulan comunistas, constituyen una escuela para trabajadores. En Barcelona, en 1847, dirigida por Monturiol, publicábase La Fraternidad, que se declaraba igualmente comunista partidaria de las doctrinas de Cabet, haciendo propaganda de su famosa expedición a América para establecer su soñada sociedad icariana. Gracias a esa campaña de La Fraternidad incorporóse a la expedición un grupo de catalanes.

En Madrid, por igual época, publicábase La Reforma Económica, de Sixto Cámara, y El Eco de la Juventud, de Fernando Garrido, refundido más tarde con La Asociación, de Ordás Avecilla. Suspendida La Asociación, fúndase El Amigo del Pueblo (1850), llamado más tarde El Trabajador. En torno a cada uno de esos periódicos del período heroico, de los balbuceos del movimiento obrero en España, agitabanse las inquietudes de las diferentes doctrinas sociales de aquella época. La primera organización de tipo obrero que se constituye en España, con un contenido de lucha, de defensa de los intereses de sus agremiados —mutua protección—, fue fundada en Barcelona por el obrero tejedor Juan Muns en 1840.

La idea central de Saint-Simon aspiraba a “la organización científica de la Humanidad” con la exaltación “a la industria”. Pero entendiendo por “industria” el trabajo, todo lo que hay de creador en el hombre laborioso. Propugnó por una federación europea y por su organización política. Para Saint-Simon había tres clases sociales fundamentales: el clero, la nobleza y la clase “industrial”. En 1821 publicaba su obra El sistema industrial. Para él no había proletarios: todos eran productores. Prescindiendo del pueblo trataba de establecer los principios de una nueva religión desarrollando sus ideas por medio de un “catecismo de los industriales” y de su obra definitiva: El nuevo cristianismo (1825). No se pueden calificar de socialistas la mayor parte de las ideas de Saint-Simon; pero, teniendo en cuenta la época en que vivió, anterior a la formación del movimiento obrero, puede ser considerado como uno de los precursores del socialismo científico de mediados del siglo XVIII. Según el profesor Jean Dautry, en su prefacio del estudio de Saint-Simon, trozos escogidos, Saint-Simon da continuidad a los enciclopedistas y anuncia a Marx. “Post-enciclopedista y pre-socialista —dice— serían los términos que mejor lo definirían…”

En la vida emocionante, azarosa y aventurera de Saint-Simon hay un episodio en relación con España. El Gobierno español intentaba llevar a la práctica el proyecto de convertir a Madrid en puerto de mar construyendo un canal hasta el Mar Mediterráneo. Pero el proyecto no podía ser llevado a la práctica por falta de dinero y de mano de obra. Saint-Simon, de acuerdo con Cabarrús (1787), se compromete a realizar esta obra gigantesca con una legión extranjera de seis mil hombres que el mismo reclutaría. Al estallar la Revolución Francesa, Saint-Simon regresa a su país y el proyecto queda abandonado. Anteriormente a este proyecto, después de terminada la guerra en los Estados Unidos, en la que había tomado parte luchando a las ordenes de Washington, Saint-Simon habíase desplazado a México, donde propuso al virrey establecer un canal que uniera los dos océanos a través del istmo.


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Manuel Taibo


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