“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Abraham Lincoln…

Nelson Mandela fue un líder que dejó huellas cuando le dio un cambio profundo a Sudáfrica su país natal, y al mundo entero por sus acciones políticas positivas. Un ejemplo, a seguir en la política moderna, es considerado como uno de los políticos más humanista que existió en el siglo XX y el XXI.

Sudáfrica parió un líder para que sus ciudadanos vivieran con oportunidades iguales de superación no de retroceso y de odios. Su lucha lo llevó a ser el primer presidente sudafricano de raza negra.

Su legado carisma y humildad, y el haber estado preso veintisiete años, y luego salir sin odios resentimientos y sed de venganza, lo hicieron merecedor del Premio Nobel de la Paz en 1993.

No fue de esos políticos que se aprovechan del pueblo. Este tipo de políticos que abundan en Venezuela. Mandela fue un político diferente, su estilo de gobernar unió a blancos y negros.

Su vida política es un ejemplo de liderazgo, sin importar la ideología política. Su lucha por la democracia fue muy extensa. Gracias a él, todos los ciudadanos sudafricanos pudieron tener derecho al voto.

El “terrible apartheid” fue la principal tarea política de Mandela para abolirla y unir a todos los sudafricanos. Hoy blancos y negros están unidos haciendo cola en su funeral junto a muchos presidentes del mundo entero para despedirlo.

Es el más genuino ejemplo de lo que debe ser una democracia moderna, ejemplo para las nuevas promociones de políticos para ser ciudadanos de bien. Su legado debe ser el prototipo para que los gobernantes hoy en día aprendan amar a la democracia, la igualdad y la libertad de expresión. Su discurso cuando fue condenado a veintisiete años de prisión es digno de admiración: “He soñado con la idea de una democracia y una sociedad libre en la cual las personas vivan juntas en armonía y con igualdad de oportunidades”.

El político debe ser el fiel ejemplo de cómo un liderazgo fuerte, y bien intencionado puede ganar causas imposibles y promover la reconciliación de un país.

Su muerte de saca de la escena a uno de los políticos más carismático que agranda la imagen y el mensaje de uno de los grandes líderes del siglo XX. Combatió al régimen racista blanco en Sudáfrica y luego entendió que sólo es posible reconstruir una sociedad dividida con el concurso de todos, incluso con aquellos que lo maltrataron a él y a su pueblo. Su voluntad de luchar por la justicia y por dejar de lado el espíritu de revancha constituye un poderoso ejemplo de grandeza.

Durante los 27 años que estuvo preso, su resistencia contra las injusticias del régimen creció entre la mayoría negra sudafricana. El gobierno blanco entró en crisis, y sus brutales esfuerzos por reprimir la sostenida resistencia de un pueblo que no se resignó a perder su dignidad no hicieron más que aumentar su debilidad e incrementar su aislamiento internacional. Cuando llegó al poder Frederick W. De Klerk, se dio cuenta de que la situación era insostenible y que era necesario negociar. En febrero de 1990, Mandela salió como un hombre libre desde la prisión Víctor Verster. Nelson Mandela combinó habilidad con fuerza para obligar a De Klerk a que éste facilitara un traspaso total del poder desde la minoría blanca hacia la mayoría negra. Hasta que llegó el día de 1994 en que se celebraron las elecciones y, se convirtió, tras ganar con el 62% de los votos, en el primer presidente negro de Sudáfrica.

Su figura de estadista, se creció durante los cinco años que ejerció el poder. Entendió que la unidad es un requisito ineludible, logró persuadir a todo un país de que la vía de la reconciliación no sólo era posible, sino necesaria. Sin dejar de luchar por la verdad de los atropellos cometidos durante el apartheid, se alejó de la sed de venganza y logró construir una sociedad integrada. Su enorme legado es haber logrado la reconciliación y la paz para su país. Paz a sus restos.