Antes de meternos al punto de este artículo, que trata un poco de ver comparativamente, lo que hemos denominado entre nosotros el Poder Popular y la experiencia que en estos 20 años ha acumulado el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional –EZLN-; es bueno puntualizar, que en Venezuela se ha avanzado en esto. Tenemos siete leyes sobre el Poder Popular y una cantidad considerable de Consejos Comunales y Comunas en proceso de construcción. Es un avance indiscutible, que para algunos camaradas puede ser muy significativo y para otros, puede quedarse en un avance con muchas limitaciones en cuanto al sentido de la propuesta de participación protagónica: “Comuna o Nada.
Puede resultar interesante, observar este avance del Poder Popular venezolano en comparación con las experiencias comunales de EZLN.
Las comparaciones no suelen ser recomendables. En las mayorías de las veces, cuando estas comparaciones responden a proyectos revolucionarios que se ofrecen en contextos distintos; la situación resulta muy complicada.
Entro en esta comparación y una primera conclusión que asomó, después de haber seguido este movimiento y tomarme un tiempo para revisar documentos importantes del EZLN, es que nuestros comuneros, consejeros comunales y hasta nuestro PSUV en todas sus capas de dirección parecen ignorar la frescura y el sentido de cómo y para qué se construye esta experiencia.
No se oye ni se lee con mucha frecuencia en los discursos y arengas que vienen del poder constituido del gobierno y del PSUV una recomendación que nos permita sensibilizar un acercamiento de nuestros comuneros y consejos comunales a observar el desarrollo de esta experiencia. Creo o estoy como dispuesto a creer, que este ignorar la experiencia comunal de los zapatista no es una ingenuidad ni una ignorancia por parte de nuestra élite política constituida en el PSUV. O sea, dijo o quiero creer, que es como un descuido voluntario, más si tenemos la idea de cómo ese movimiento se construye y se ha desarrollado.
Son dos formas distintas de construir un modelo de autogobierno. Allá sin poder, trabajan y se esfuerzan por construir nuevos municipios y esa construcción lleva implícita la idea correcta de una construcción bajo el signo de la lucha, la educación y la concientización. Es un proceso de autentico aprendizaje que las comunidades van asumiendo en un contexto mucho más complicado que el nuestro.
Si me obligan y nadie lo está haciendo, creo entender, conociendo también esta experiencia venezolana, que los zapatistas tienen mucho que aportar y han aportado tal vez más que nosotros –PSUV- en esto del socialismo del siglo XXI y de entender cómo es que de verdad verdad se construye el Poder Popular.
Allá en las zonas con influencias del movimiento zapatistas se cree que el gobierno y el Estado no son las únicas herramientas para hacer la organización y transformación social. Aquí se ha acentuado una manera de entender que la organización social es un asunto de un código o un certificado que expide FUNDACOMUNAL desde el gobierno y bajo la orientación -un pelo subliminal- de que la “organización” comunal es una forma de ponerte en un aporte. Allá en las zonas de influencias zapatistas se crearon las llamadas Juntas de Buen Gobierno –JBG-, que ejercen una vigilancia de lo se hacen desde sus proyectos y las acciones que desde el Estado se realizan para descomponer ese movimiento. Aquí con una Ley Orgánica de Contraloría no hemos tenido voz, poder y capacidad desde el llamado Poder Popular para saber cuándo un alcalde lo está haciendo mal y de eso tenemos bastante.
Allá en las zonas de influencias zapatistas se sabe oír a la gente y se dejan oír. Allá se cree y practica la elección de cuadros con responsabilidades de gestión. Allá se cree y practica, que “no se tienen período fijo, o sea que cuando el pueblo diga que no servimos, pues no saca y pone otros”. Acá no es así desde que se descubrió que en los estatutos existe la palabra cooptación. Alguien saca el dedo, elige y el pueblo nunca saca a nadie. Aún así, aquí creemos que existe el poder Popular.