En política lo más importante y, en nuestra opinión, lo más difícil, es definir por un lado las leyes generales que determinan la lucha a muerte que se libra en casi todos los países del mundo contra el imperialismo y por el otro descubrir la combinación especial de estas leyes para cada país. Todos los pueblos tercer mundistas, vivimos atados al yugo del imperialismo internacional. No hay que olvidarlo ni un solo minuto.
Hoy tenemos más de Cuatro Millones de colombianos dentro de nuestras fronteras, una gran quinta columna, que en un conflicto entre las dos naciones no sabemos como van a reaccionar; entre todos esos desplazados entraron y siguen entrando, activistas políticos, narcotraficantes, paramilitares y delincuentes comunes, que en una confrontación bélica son un gran peligro para nuestra Patria.
Con el giro que están tomando las elecciones colombianas, con el Zuloaga, el imperialismo Gringo no tiene necesidad de invadirnos directamente. Hay métodos más sutiles, como sería la utilización de un tercer país para que les haga el trabajo. ¡Cuidado con la narco-oligarquía colombiana, el narco-paraco Uribe, y el gobierno títere del Zuloaga, ellos harán todo lo que los Gringos y los gobernantes de la más rancia derecha europea les ordenen. Sus economías, sus políticas, su militarismo llevan a la guerra.
No son los imperialistas, sino la burguesía colombiana al negarle la justicia social y la inclusión al pueblo colombiano, quienes de ese modo pueden acabar con esa guerra clasista que sufren desde 1948, que no puede darles ni honra, ni gloria, ni provecho; una estúpida guerra que solamente beneficiará a las oligarquías nacionales y al imperialismo internacional. Estas consideraciones, sin embargo, no cuentan en absoluto para los ladrones imperialistas y la burguesía, lo que cuenta es la riqueza existente en la Faja Petrolífera Hugo Chávez.
En nuestra época es especialmente importante el estudio de las diversas tendencias del imperialismo monopolista internacional. Este es ahora el factor histórico de mayor peso, el que determina el destino que sufriremos los pueblos, venezolano y colombiano, al que nos están arrojando al abismo de una guerra fratricida. Los Estados Unidos y la vieja Europa necesitan el petróleo de Venezuela y sus materias primas para solucionar sus grandes problemas económicos y sostener su poderosa industria militar. Por lo tanto estamos obligados a aceptar la esclavitud para apoyar la democracia de las oligarquías colombo-venezolana. Por lo cual, los venezolanos y colombianos debemos tolerar llenos de gratitud que el pie del imperialismo internacional nos aplaste la cabeza, sólo porque este pie está calzado con una bota de cuero democrático. ¡Desgracia, vergüenza, cinismo hasta el fin!
Las pías e hipócritas declaraciones democráticas de la Unasur reunidos en Galápagos, no condenan a los Gringos, no hablaron de la determinación del pueblo venezolano a elegir el sistema de Gobierno más conveniente para sus intereses. ¡Qué pronunciamiento más inicuo!, con ese pronunciamiento, con esa sumisión, lo que hicieron fue legalizar la invasión de Venezuela.
Según su especial manera, hace escribir Carlyle al héroe de su Sartor Resartus. Poco sabes del incendio de un mundo Fénix si te imaginas que haya de quemarse primero, quedando cual un muerto montón de cenizas, y que surja de aquí luego el nuevo, cual de milagro, volando al cielo. ¡Cuán de otro modo! En este torbellino ígneo, creación y destrucción van a la par; tan luego como se han extendido las cenizas del viejo, téjense por sí mismos y misteriosamente los filamentos orgánicos del nuevo, y entre el trajín y tráfago del torbellinoso elemento, llegan notas de un melodioso canto fúnebre, que no termina sino en notas de un más melodioso canto natalicio. Sí, mira en el torbellino del fuego con tus propios ojos y verás
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Patria Socialista o Muerte!
¡Venceremos!
