Marx y Engels

En la capital de Francia los dos amigos escribieron juntos su obra La sagrada familia o crítica de la crítica. Esta obra, escrita en su mayor parte por Marx y que apareció un año antes de La situación de la clase obrera en Inglaterra, contiene las bases del socialismo revolucionario materialista. La sagrada familia es un nombre burlón dado a los filósofos hermanos Bauer y sus secuaces. Estos señores predicaban una crítica que estaba por encima de toda realidad, por encima de los partidos y de la política, que negaba toda actuación práctica y sólo contemplaba “críticamente” el mundo circundante y los sucesos que ocurrían en él. Los señores Bauer calificaban desdeñosamente al proletariado de masa carente de sentido crítico. Marx y Engels se enfrentaron enérgicamente con esta tendencia absurda y nociva. En nombre de la verdadera personalidad humana, del obrero, pisoteado por la clase dominante y por el Estado, Marx y Engels exigían no la contemplación, sino la lucha por un orden social mejor. Y la fuerza capaz de librar esta lucha e interesada en ella la veían, naturalmente, en el proletariado.

Ya antes de la aparición de La sagrada familia, Engels había publicado en la revista Anales Francoalemanes, editada por Marx y Ruge, su “Estudio crítico sobre la economía Política”, en el que analizaba desde el punto de vista socialista los fenómenos básicos del régimen económico contemporáneo, como consecuencia inevitable de la dominación de la propiedad privada. Su relación con Engels contribuyó sin duda a que Marx se decidiera a ocuparse del estudio de la Economía política, ciencia en la que sus obras produjeron toda una revolución.

Desde 1845 a 1847 Marx y Engels vivieron en Bruselas y en París, alternando los estudios científicos con las actividades prácticas entre los obreros alemanes residentes en dichas ciudades. Allí Marx y Engels se relacionaron con una asociación clandestina alemana, la Liga Comunista, que les encargó que expusiesen los principios fundamentales del socialismo elaborado por ellos. Así surgió el famoso Manifiesto del Partido Comunista, de Marx y Engels, que vio la luz en el año de 1848. Este pequeño libro vale por tomos enteros: su espíritu da vida y movimiento, hasta hoy día, a todo el proletariado organizado y combatiente del mundo civilizado.
La revolución de 1848, que estalló primero en Francia y se extendió a otros países de la Europa Occidental, permitió a Marx y Engels regresar a su patria. Allí, en la Prusia renana, asumieron la dirección de la Nueva Gaceta del Rin, periódico democrático que aparecía en la ciudad de Colonia. Los dos amigos constituían el alma de todas las tendencias democráticas revolucionarias de la Prusia renana. Ellos defendieron hasta la última posibilidad los intereses del pueblo y de la libertad contra las fuerzas reaccionarias. Como es sabido, las fuerzas reaccionarias vencieron, la Nueva Gaceta del Rin fue suspendida y Marx, que mientras se hallaba en la emigración había sido privado de los derechos de súbdito prusiano, fue desterrado, y Engels, después de participar en la insurrección armada del pueblo y combatir en tres batallas en pro de la libertad, huyó a Londres, a través de Suiza, una vez derrotados los insurgentes.

A Londres vino a establecerse también Marx. Hasta 1870, Engels vivió en Manchester y Marx en Londres, lo que no fue óbice para que siguieran en el más íntimo contacto espiritual, manteniendo correspondencia casi a diario. En esta correspondencia los dos amigos intercambiaban sus ideas y conocimientos continuando la elaboración en común de la doctrina del socialismo científico. En 1870, Engels se trasladó a Londres y hasta 1883, año en que murió Marx, continuaron su vida intelectual conjunta, una vida llena de intensísimo trabajo. Su resultado fue, por parte de Marx: El Capital, la obra más grande sobre Economía política de nuestro tiempo, y por parte de Engels, toda una serie de obras grandes y pequeñas. Marx trabajó en el análisis de los complejos fenómenos de la economía capitalista. Engels, en sus trabajos, escritos en un lenguaje muy ameno, muchas veces en forma de polémica, analizó los problemas científicos más generales y los diversos fenómenos del pasado y del presente en el sentido de la concepción materialista de la historia de la doctrina económica de Marx. De estos trabajos de Engels citaremos: la obra polémica contra Dühring (en ella el autor analiza los problemas más importantes de la filosofía, de las ciencias naturales y de la sociología). Es un libro admirablemente instructivo y de rico contenido, la que esboza la historia del desarrollo del socialismo: Del socialismo utópico al socialismo científico. Marx murió sin haber logrado dar definitivo remate a su grandiosa obra sobre el capital. Sin embargo, esta obra estaba terminada en borrador, y Engels, después de la muerte de su amigo, emprendió la difícil tarea de redactar y editar los tomos de El Capital.

Después del movimiento del 1848-1849, Marx y Engels, en el exilio, no se dedicaron únicamente a la labor científica. Marx creó en 1864 la Asociación Internacional de los Trabajadores, que dirigió durante todo un decenio. También Engels participó activamente en sus tareas. La actividad de esta Asociación Internacional que, de acuerdo con las ideas de Marx, unía a los proletarios de todos los países, tuvo una enorme importancia para el desarrollo del movimiento obrero. Pero, incluso después de haber sido disuelta dicha asociación, en la década del 70, el papel de Marx y de Engels como unificadores de la clase obrera no cesó. Por el contrario, puede afirmarse que su importancia como dirigentes espirituales del movimiento obrero seguía creciendo constantemente, porque el propio movimiento continuaba desarrollándose sin cesar. Después de la muerte de Marx, Engels siguió siendo el único consejero y dirigente de los socialistas europeos. A él acudían en busca de consejos y directivas tanto los socialistas alemanes, cuyas fuerzas, a pesar de las persecuciones gubernamentales, iban constante y rápidamente en aumento, como los representantes de países atrasados, por ejemplo españoles, rumanos, rusos, que se veían en el trance de meditar y medir con toda cautela sus primeros pasos. Todos ellos aprovechaban el riquísimo tesoro de conocimientos y experiencias del viejo Engels.

Las leyendas de la antigüedad nos muestran diversos ejemplos de emocionante amistad. El proletariado europeo (internacional) tiene derecho a decir que su ciencia fue creada por dos sabios y luchadores cuyas relaciones mutuas superan a todas las emocionantes leyendas antiguas sobre la amistad entre los hombres. Engels siempre y, en general, con toda justicia, se posponía a Marx. “Al lado de Marx —escribió en una ocasión a un viejo amigo suyo— me correspondió el papel de segundo violín”. Su cariño hacia Marx mientras éste vivió y su veneración a la memoria del amigo muerto, fueron infinitos. Engels, el luchador austero y pensador profundo, poseía un corazón grande y amoroso.

“La emancipación del proletariado debe ser obra del proletariado mismo”, nos enseñaron siempre Marx y Engels. Y para luchar por su emancipación económica, el proletariado debe conquistar ciertos derechos políticos. Además, Marx y Engels vieron con toda claridad que la revolución política en Rusia tendría también una enorme importancia para el movimiento obrero de Europa Occidental. La Rusia autocrática ha sido siempre el baluarte de toda la reacción europea. La situación internacional extraordinariamente ventajosa en que colocó a Rusia la guerra de 1870, que sembró por largo tiempo la discordia entre Alemania y Francia, naturalmente no hizo más que aumentar la importancia de la Rusia autocrática como fuerza reaccionaria. Únicamente una Rusia libre, que no tuviese necesidad de reprimir a los polacos, finlandeses, alemanes, armenios y otros pueblos pequeños, ni de azuzar continuamente a Francia contra Alemania, daría a la Europa contemporánea la posibilidad de respirar aliviada del peso militar, debilitaría a todos los elementos reaccionarios de Europa y aumentaría las fuerzas de la clase obrera europea. Por lo mismo Engels, teniendo también en cuenta los intereses del movimiento obrero del Occidente, abogó calurosamente por la implantación de la libertad política en Rusia.

Cita de Lenin: Los revolucionarios rusos han perdido en la persona de Engels al mejor de sus amigos.

¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los antiterroristas cubanos Héroes de la Humanidad!

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

¡Patria Socialista o Muerte!

¡Venceremos!





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Manuel Taibo


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