La inquebrantable formación, templanza, rectitud, mesura, integridad, honradez y probidad de los jesuitas, es llamada a salvar la iglesia actual. La mirada de los cardenales quienes en su claustro elegirían al nuevo papa, volcaron sus miradas a este continente latinoamericano para elegir a un argentino como el sucesor de San Pedro. Jorge Mario Bergoglio es el primer papa jesuita y el primero proveniente del Hemisferio sur. Es el primer pontífice no europeo desde el sirio Gregorio III fallecido en 741.

El nombramiento del nuevo Papa se somete a un intento por renovar la imagen de la iglesia, tan obscena y detestable por los casos de pederastia alrededor del mundo. Este papa jesuita viene a reformar a la Iglesia de forma gradual, empezando por su don y capacidad de llevar a las calles el mensaje del papado; un papa que sale de su escritorio y protocolos soberbios en rescate de lo que se había venido perdiendo dentro de la iglesia.
El papa jesuita Francisco, manifestó que la Iglesia está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, no sólo las geográficas, sino también las periferias existenciales: las del misterio del pecado, las del dolor, las de la injusticia, las de la ignorancia y exclusión religiosa, las del pensamiento, las de toda miseria. Buena lección para los jerarcas de la iglesia venezolana.

Este "papa revolucionario" como lo han catalogado algunos periodistas, ha dado la señal de que no es como el viejo Papa. La periodista argentina Elisabetta Piqué, autora de Francisco, Vida y Revolución, manifestó: "Para mí estos primeros meses marcan una revolución".

Como líder de la iglesia católica obedece a una razón de rescate y de cambios precisos para reformar la desacreditada Curia Romana. Busca el salvamento debido al debilitamiento de la propia fe católica en el mundo por culpa de una vieja y anacrónica Iglesia Católica que con la organización que mostraba iba perdiendo fieles todos los días. Francisco va en una cruzada para salvar la Iglesia y para evitar que los templos queden vacíos. Y aquí en Venezuela son curas haraganes que no salen a caminar en sus parroquias; es por ello que otras religiones han surgido y cada día captan más seguidores.

El papa Francisco, con palabras y gestos sencillos que intranquilizan a progresistas y conservadores, ha forjado en apenas meses confianza de una renovación de la Iglesia, golpeada por los escándalos y sumida en una de las peores crisis de su historia. Por su convicción Ignaciana enfrenta batallas en todos los frentes: moral, social, económico y hasta teológico. Sus esfuerzos han dado resultados; a inicio de su papado en diciembre, este líder jesuita creó una comisión para ayudar a las víctimas de curas pedófilos y evitar nuevos casos tras los escándalos que sacudieron a la Iglesia en Estados Unidos, América Latina y Europa. Ya hay preso un sacerdote polaco y ex nuncio Josef Wesolowski, por acusaciones sobre abuso de menores en un país caribeño; el papa Francisco exigió una decisión drástica sobre este caso.

Este papa que está revolucionando la iglesia, desea que sea más humilde y cercana a la gente; el dando un ejemplo de simplicidad y sensatez, decidió suprimir los títulos honoríficos, entre ellos el de "monseñor", una medida para acabar con el clasismo y el espíritu mundano adentro de la jerarquía eclesiástica. Quiere menos protocolo y más movimiento; o sea más acción que oración, esa es la condición del jesuita. Aspiramos desde Venezuela que nuestros sacerdotes sean conocidos y pasen a la historia por su actitud de humildad, su preocupación por los pobres, marginados y sufridos; además por su compromiso de diálogo con personas de diferentes orígenes y credos; que desarrollen actividades espirituales, sociales y educativas para la sociedad en general.