El presidente Barack Obama ha encontrado a un insospechado contrincante que le hace el peso en el ex recluta de las Fuerzas Especiales del Ejército, convertido en técnico de la CIA y luego en contratista de la Agencia Nacional de Seguridad. Obama ha emitido lo que equivale un "alerta roja" por Edward Snowden, quien en el mes de mayo del 2013 abandonó su cargo en la NSA Hawaii como contratista de la Booz Allen Hamilton y dejó Honolulu hacia Hong Kong con un cofre del tesoro de documentación clasificada que describía la masiva vigilancia electrónica de la NSA sobre ciudadanos norteamericanos sin orden legal y a miles de millones de personas alrededor del mundo.
Obama se cree un político fogueado y frío cuando está siendo atacado, que proviene de un barrio violento del distrito sur de Chicago y claramente se disgustó al ser superado por un joven blanco respetuoso de la privacidad, especialista en inteligencia que creció en Carolina del Norte y en los suburbios de Maryland de Baltimore.
Después de todo, Obama heredó de George W. Bush los poderes de vigilancia más penetrantes jamás dispuestos por un presidente de Estados Unidos y no iba a permitir que un impúdico joven con el apellido anglo de Snowden dejara mal parado al primer presidente afro-norteamericano y más aun tratándose del presidente con apellido keniano.
En el caso del soldado de primera clase del ejército, Bradley Manning, acusado de haber entregado información clasificada a Wikileaks, incluyendo más de 250 mil cables del Departamento de Estado, Obama personalizó su guerra contra los denunciantes haciendo la siguiente declaración antes del juicio: "Somos una nación legalista. No permitimos que individualidades tomen decisiones en torno a cómo se aplica la ley. Él (Bradley Manning) infringió la ley." Una vez más, así como lo demostró ordenando el asesinato de ciudadanos norteamericanos en el exterior con aviones no tripulados, Obama ha demostrado que no tiene problemas para ser juez, jurado y a veces verdugo. Al personalizar sus intentos por atrapar a Snowden, Obama no ha judicializado su empeño sino más bien lo ha politizado. Solo eso hace de Snowden un refugiado político digno de otorgársele asilo mediante cualquier disposición razonable del derecho internacional.
Obama, que nunca ha dominado las complejidades de la diplomacia, comenzó haciendo exigencias globales en el sentido que Snowden fuera devuelto a Estados Unidos de inmediato para enfrentar lo que los seguidores de Obama denominan "justicia". En la solicitud oficial a las autoridades del Gobierno Regional Especial de Hong Kong, para extraditar a Edward Snowden hacia Estados Unidos, el Departamento de Estado cayó en tal apuro que se equivocó en el segundo nombre de Snowden, escribieron James donde debía decir Joseph y no incluyeron el número de pasaporte. Hong Kong señaló que no podía procesar una solicitud de extradición errónea e incompleta de parte de Washington. El gobierno de Obama, actuando como cualquier dictadura de tambor de lata tercermundista, respondió amenazando con cancelar el acuerdo mutuo liberal de visado entre Hong Kong y Estados Unidos además de otras sanciones no especificadas.
El Departamento de Estado inmediatamente revocó el pasaporte de Snowden pero este logró viajar a Moscú con un salvoconducto que le otorgó el cónsul ecuatoriano en Londres, Fidel Narváez, decisión que le costó un fuerte regaño de parte del Presidente Rafael Correa. Los medios corporativos informaron entonces que el Presidente Correa había rechazado la solicitud de asilo de Snowden en Ecuador cuando en realidad tal medida no había sido tomada. Correa dijo lo que muchos países dijeron. La solicitud de asilo de Snowden en Ecuador solo podría ser considerada si él estuviese físicamente presente en territorio ecuatoriano. Correa no concedería el salvoconducto desde Moscú a Ecuador.
Cuando Snowden voló hacia Moscú con el obvio visto bueno de China, Estados Unidos amenazó a los chinos con medidas de represalia a pesar que las revelaciones de Snowden abrieron un gigantesco forado en la propaganda de Washington acerca de que Estados Unidos estaba siendo constantemente sujeto al pirateo computacional patrocinado por el estado chino. En realidad, las revelaciones de Snowden al South China Morning Post aportaron evidencias en el sentido que Estados Unidos estaba atacando las redes civiles y computacionales en China y Hong Kong, incluyendo aquellos computadores de servicio en hospitales y universidades. Hong Kong exigió una explicación de parte de Estados Unidos.
China tuvo la oportunidad de demostrar que Obama es un gran hipócrita.
Una vez que Snowden llegó a Moscú, el embajador neoconservador intervencionista en la capital rusa, Michael McFaul, comenzó a presionar a Rusia para extraditar a Snowden a Estados Unidos a pesar del hecho que no existe un tratado de extradición entre Rusia y Estados Unidos. McFaul no fue el único embajador que iba a la guerra con un gobierno anfitrión por Snowden. El Vicesecretario de Estado, William Burns, el hombre que Obama y el Secretario de Estado, John Kerry, asignaron para atrapar a Snowden y devolverlo a Estados Unidos, comenzó a enviar cables a todas las misiones diplomáticas norteamericanas en el extranjero en el sentido que no se detuvieran ante nada con tal de conseguir a Snowden.
Cuando Islandia fue advertida para que no concediera asilo a Snowden, el Parlamento islandés presentó un proyecto de ley que habría concedido la nacionalidad islandesa a Snowden. El proyecto de ley fue patrocinado por seis miembros de pequeños partidos minoritarios: el Partido Pirata, el Movimiento Verde de Izquierda, el Partido Futuro Brillante y la Alianza Social Democrática, pero el gobierno de Obama fue capaz de esgrimir la suficiente influencia sobre el gobierno de centro derecha de Islandia para asegurar que el proyecto de ley no llegara a buen fin.
Cuando Snowden sacó un pasaje para un vuelo de Aeroflot, Moscú – La Habana pero que no abordó, Obama puso a su gobierno en alerta roja. Debido al hecho que Ecuador había concedido asilo en su embajada de Londres al cofundador de Wikileaks, Julian Assange, Washington pensó que Snowden podría estar planeando un escape hacia Quito. El Vicepresidente, Joe Biden, llamó por teléfono al Presidente de Ecuador, Rafael Correa para presionarlo a no conceder asilo a Snowden. Ecuador al ser amenazado con la cancelación del acuerdo comercial preferencial con Estados Unidos, de todos modos, lo canceló acusando a Obama de chantaje y además ofreció a Estados Unidos la misma cantidad del pacto comercial –23 millones de dólares—para financiar la educación sobre derechos humanos para los norteamericanos.
Cuando el Presidente de Bolivia, Evo Morales y el Presidente de Venezuela, Nicolás Maduro viajaron a Moscú para asistir al Foro de los Países Exportadores de Gas (GECF sigla en inglés) conformado por trece naciones, Obama y su NSA nuevamente entraron en alerta máxima en caso que cualquiera de los dos jefes de estado decidiera sacar a Snowden de Rusia en sus avión presidencial. Estando en Moscú, Nicolás Maduro dijo que consideraría una petición de asilo de parte de Snowden.
La NSA ordenó una "escalada" en la vigilancia sobre las comunicaciones de Maduro y de Morales, especialmente las de Morales quien bromeó acerca de otorgarle asilo al denunciante norteamericano. En respuesta a una pregunta que se le hizo acerca de darle asilo a Snowden, Morales respondió "¿Y por qué no?.... Su caso ha desatado una debate internacional y por supuesto Bolivia está lista para recibir a gente que denuncia cosas."
Erróneamente creyendo que Morales había decidido trasladar a Snowden desde Moscú hacia La Paz a bordo de su avión presidencial Falcon, Estados Unidos, a través de sus embajadores en Roma, París, Madrid y Lisboa, convencieron a esos países de cerrar sus espacios aéreos al avión de Morales en clara violación de las normas establecidas del derecho internacional, violación que puso al Presidente de Bolivia a su comitiva y a la tripulación en grave peligro. Morales y su personal fueron obligados a aterrizar en Viena donde fueron retenidos durante catorce horas.
El Ministro de Relaciones Exteriores de España, José Manuel García Margallo informó que el gobierno de Obama le informó al gobierno español que Snowden se encontraba a bordo del avión de Morales, lo cual era falso.
Se informa que esa especie fue comunicada por el embajador norteamericano en Viena, William Eacho –banquero inversionista y financista de la campaña de Obama, natural de Bethesda, Maryland y el embajador de España en Viena, Alberto Carnero Fernández, intentaron abordar el avión de Morales mientras este se hallaba en la pista de Viena con el objeto de buscar a Snowden.
La piratería aérea cometida por Estados Unidos contra Morales, resultó en una tempestad de fuego en América Latina. Las solicitudes de asilo de Snowden fueron aceptadas por Venezuela, Nicaragua y Bolivia. La Primera Dama de Uruguay, Senadora Lucía Topolansky, también señaló que su país otorgaría asilo y varios legisladores brasileños presionaron a la Presidenta Dilma Rousseff para que concediera asilo a Snowden. En general los países latinoamericanos condenaron el aterrizaje forzado de Morales en Viena mientras los cinco países europeos involucrados ofrecieron explicaciones ridículas en torno a su comportamiento. Las organizaciones regionales de América Latina condenaron al gobierno de Obama y a los cinco países europeos –todos los cuales son colaboradores en la "Parte Tres" de la recolección de señales inteligencia de la NSA—que ofrecieron excusas por sus acciones pero ninguna razón válida. Italia y Francia, como es natural, figuran entre los países que también rechazaron la solicitud de asilo de Snowden.
Otros países que también rechazaron su solicitud de asilo, cedieron bajo la enorme presión ejercida por el gobierno de Obama, se incluye la India, Alemania, Polonia, Finlandia y Brasil. Cuando surgió el rumor que Zimbabue podría ofrecer asilo a Snowden, el equipo de Obama que viajaba con el presidente de Zimbabue en África, puso en su conocimiento que las devastadoras sanciones impuestas sobre el gobierno del Presidente Robert Mugabe serían incrementadas.
Snowden retiró su solicitud de asilo a Rusia luego que el Presidente Vladimir Putin le informó que primero debería dejar de distribuir información clasificada.
Obama ha mantenido una vendetta personal contra todos los denunciantes de la seguridad nacional, pero en el caso de Snowden, Obama se ha convertido en un resuelto Capitán Ahad en búsqueda de su presa. Obama no se detendrá ante nada para capturar a Snowden tal como lo demostró con sus acciones contra el Presidente Morales y a través de planes de contingencia del Pentágono para forzar al avión de pasajeros de la Aeroflot a aterrizar en Miami si Snowden hubiese estado a bordo y amenazó con sanciones comerciales contra varios países que habían considerado conceder asilo a Snowden.
El Secretario de Prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, de aspecto juvenil, pero de manera arrogante declaró que "a Snowden no se le debería permitir efectuar ningún viaje internacional más excepto aquél en que lo retornaría a Estados Unidos.."
Irónicamente, muchas personas alrededor del mundo, al margen de su etnicidad, comenzaron a celebrar a este tranquilo hombre blanco, oriundo de los suburbios de Baltimore contrario al matón negro del sur de Chicago. La personalización que hizo Obama en su guerra contra un solo ciudadano norteamericano no solo ha hecho de Snowden un refugiado político sino todo un héroe norteamericano.
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Traducción desde el inglés por Sergio Anacona