¿Saben ustedes algo de Historia Universal en relación a España? Ella llegó a ser el primero y más grande Imperio moderno. Esto ya es algo extraordinario en un pueblo. Si al Impero español se le quiere hallar el más exacto paralelo sólo puede señalarse el Comunismo.
Si España, en lugar de servir al Cristianismo, se sirve del comunismo, su Imperio, que casi llegó a ser universal, hubiera sido planetario y eterno.
España tuvo fuerza para descubrir y dominar casi toda la tierra conocida; pero el Cristianismo engendró una dualidad de poder… Quien se rebelaba contra el rey, hombre o pueblo, aunque hubiera sido cristianizado por ella, seguía siendo cristiano. Y esto le fue fatal. ¡Ah si el rey español hubiera sido a la vez Sumo Pontífice de la Iglesia Católica!...
—Hubiera sido un César divino, un Alejandro, un Nerón.
—Pero eso se lo prohibía su propia fe, su Cristianismo, congénita estupidez para lo político. De ahí que con el Comunismo, negador racional de todo lo religioso, no puede haber dualidad, y quien contra él se rebela deja de ser comunista, por muy ortodoxo que sea. El rey español en su lenguaje, cometió la herejía de atentar contra los dogmas de unidad y universalidad.
Esta dualidad intrínseca del Imperio español sirvió a naciones y enemigos más débiles para lograr su destrucción. El Cristianismo era el vínculo real del Imperio español. En el momento que subsistía él a través de otro poder, el poder Papal, fue fácil romper el débil vínculo político. Quedaba ya sólo por resolver la cuestión de tipo bélico. No era fácil, porque por testimonios de Aristóteles hasta Napoleón, pasando por Federico y Wellington, se sabe que el español era el mejor guerrero. El español era un mal soldado, iba llorando al cuartel, pero era un guerrero estupendo, iba cantando y riendo a la guerra. No es casualidad que haya huesos españoles en todos los meridianos del planeta.
Y siendo así el español, hubo necesidad de inventar una nueva estrategia para batirle. La estrategia que aludimos fue empleada contra el Imperio español y contra la misma España. Los españoles llevaron más de dos siglos guerreando entre sí; es decir, derrotándose así mismos.
— ¿Por qué y para qué?
—Por y para el extranjero. Toda guerra civil, colonial o de metrópoli, cualquiera que sea el resultado, es una victoria de la nación rival.
— ¿En este caso?...
—La permanente y total: Inglaterra.
— ¿Por qué medio y con qué técnica?
—Inglaterra también tuvo a su servicio una Komintern, mejor dicho, dos.
—Llámenle así a aquello de la Masonería…
—La Masonería era una Komintern política, favorable a la nación que la crea y la utiliza, y también a sus aliados en tanto lo sean.
— ¿Y la otra Komintern?
—La Internacional de la Finanza. Entre ambas, por conspiración y corrupción, en alianza con la congénita estupidez política del español, el hacer que España se derrotase a sí misma no fue hazaña extraordinaria.
Vean, en un siglo apenas, han sufrido cinco guerras civiles y revoluciones, y golpes de estado casi cien: salpicados por una guerra internacional suicida y otras tres coloniales, la última de las cuales les duró, por traiciones interiores y exteriores, veinte años. Como ven, la estrategia la han mejorado y elevado a escala mundial.
Creemos que la gran estupidez de los españoles, fue la expulsión de los Judíos: Se ordenó por un edicto del 31 de marzo de 1492, y en su virtud debían salir de España o bautizarse. Las instigaciones del “judío” Torquemada, pesaron sobre la voluntad de la reina Isabel, que vacilaba ante la firma del edicto que expulsaba a los judíos del territorio nacional. La gran ganadora fue Inglaterra. Los judíos le financiaron una tremenda flota naval para atacar a los barcos españoles; de ahí viene su poderío a partir de la época Isabelina. Todo el oro que saqueaban a sangre y fuego los conquistadores españoles en nuestra América, lo enviaban en galeones a España, pero en la mitad del camino, los barcos de guerra ingleses disfrazados de piratas se apoderaban del oro y los galeones. Con ese oro les pagaban a los usureros judíos que cobraban su inversión y, a la vez derrotaban al Imperio Español.
—Ahora, cuando en España siguen su maniobra secular las naciones imperialistas burguesas.
—Ahora, no satisfechas con tenerla ya dividida en tres, intentan partirla en cinco.
A saber: España, una; Portugal, dos; Gibraltar, tres. También intentan separarse dos más, la República de Cataluña y la República de Euskadi o vasca.
Tengamos en cuenta, que toda colonia, si la metrópoli no domina en absoluto aire y mar es un hándicap de su potencia. Esta verdad evidente la ignoraron los españoles, porque su imperialismo era un dictado económico, no estratégico. Y su absoluta realidad es evidente; Inglaterra no tenía escuadra porque tenía colonias, sino que tenía colonias porque tenía escuadra.
—Desde un punto de vista militar, la doctrina es irreprochable, pero también la economía juega en la guerra. Pero a condición de que la economía colonial pueda beneficiar a la bélica de la metrópoli, sin que su defensa sea una merma. Convénzanse: para Inglaterra, por ser superior en el mar, jugaba a su favor la economía y la demografía colonial; para España jugó en contra; perdió todo lo invertido, el poderío naval y el ejercito que poseía en las colonias, el triunfo español fue una victoria regalada a sus adversarios de antemano.
Lo cristiano, en su más potente proyección, en el Cristianismo uno y, por tanto, universal y católico, ha sido el factor decisivo en la formación nacional e individual de lo español. Es una realidad lamentable. Lo cristiano es como sabemos, lo más difícil de extirpar, porque aun cortando o corrompiendo las cabezas, siempre resta lo individual e inaprehensible soterrado.
Esa formación cristiana del español produce un raro tipo de hombre. Aun rompiendo él con la religión, tiene reacciones muy extrañas. Esa su rara libertad individual cristiana frente al Estado, aun degenerada o transformada, produjo en España un efecto único en el mundo.
—Han de saber que España para 1936, era el país que tenía más comunistas organizados en el mundo. En absoluto más que ningún otro país donde haya Estado comunista; más que la U.R.S.S., muchos más, en proporción a su población. Claro era, un comunismo absurdo; el comunismo anarquista o comunismo libertario. No era una creación española; era genuinamente rusa. Su apóstol y jefe, llamémosle jefe aunque al jefe lo negaban, fue aquel hombre que se llamó Bakunin, el que se atrevió a enfrentarse con Marx.
El ejemplo más elocuente, sin duda, de las realizaciones prácticas del bakuninismo en España lo ofrecen los acontecimientos de Alcoy de 1873, sus actividades ante cada campaña electoral y sesenta y tres años más tarde, los que brinda la historia de la guerra civil de 1936-1939 inspirados y de acuerdo con los programas de Bakunin de 1868, y que no es nuestro propósito analizar en este articulo, por la importancia y repercusión que han tenido para la heroica lucha del pueblo español, por su libertad, por su independencia y por la influencia negativa decisiva, tal vez histórica, que ejercieron en el desarrollo de los acontecimientos.
Tolstoi, Koprotkin, Netschaiev y toda esa humareda de anarquistas y nihilistas moscovitas, fracasados allí, fracasados por carecer de masas y de organización, tenían en España más de un millón y medio de seguidores en la más potente organización obrera.
Cierta vez Nietzsche, en contradicción con Hegel, había dicho de los españoles que: “eran absurdos y, sin embargo, reales”.
¡Sacúdanse de los Borbones, del bakuninismo y del bipartidismo corrupto burgués!
¡Viva la III República!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Viviremos y Venceremos!