"El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre,
y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo"
Gabriel García Márquez.
La revolución cubana accede al poder en el año de 1959. Más de medio siglo después (55 años), en el siguiente milenio, el imperio abdica y decide establecer relaciones diplomáticas con el socialismo de ese digno pueblo, es decir, USA ha llegado tarde, o no ha entrado aún, al siglo 21, entretenidos como están entre sus emanaciones, tratando de descifrar el postmodernismo, el que ellos mismos han contribuido a aderezar ("El fin de la historia y el último hombre"), sin entender todavía que son la punta de lanza de ese aburrido, si no fuera por lo peligroso, remake.
Los EEUU le ha impuesto a este mundo, ya globalizado en muchos aspectos, una aceleración tal, que muchos procesos no han culminado aún, cuando intempestivamente, son desplazados por otros que supuestamente los suplantaran en un obcecado afán por vivir anticipadamente el futuro.
La modernidad está supurando en medio de sus últimas exhalaciones y muy probablemente su más significativa creación haya fallecido, o está por hacerlo (el capitalismo). Pero el ultimo imperio y su parafernalia ingobernable, la mantiene a flote, con vida artificial, jugando como siempre, posición adelantada. Ese espacio aislado del devenir histórico, ganado al proceso natural, cual burbuja, agonizante, lapidario y crítico; y a la vez innovador, creador, como las resacas de las tempestades, es el que conocemos con el nombre de postmodernismo, aquel que a la postre es el puente entre lo que muere y lo que está por nacer.
Lo que muere es una era indigestada por sus contradicciones, sobre todo en su dimensión ética. Lo que nace es un tiempo para construir el paraíso terrenal, el espacio y el movimiento de lo humano: "el cambio de era" (Rafael Correa).
En su reconocimiento, el sur de este continente, ha tomado la delantera por primera vez en mucho tiempo, y se ha colocado a la vanguardia, sin artilugios ni vanidades, más bien, arraigados a este planeta como lo hicieron sus ancestros para interpretar de muy buena manera, el cambio de época que se nos viene encima.
El restablecimiento de las relaciones Cuba-EEUU, tiene su significado en el tablero de la política mundial. En él, a la República Bolivariana de Venezuela, le corresponde una buena parte, y como todo movimiento de piezas, la estrategia planteada, tiene sus pro y sus contra ¿Qué tan peligroso es? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que ninguna política imperial favorece a la periferia. Toda ella está en función de sus intereses, y en desmedro de sus adversarios. Su análisis es lo menos importante por lo obvio, aunque el detalle de esta madeja de intereses nos arroja muchas luces para seguir entendiendo el mundo en el que vivimos.
Lo otro que sabemos es que buena parte de sus resultados depende de la respuesta que se le dé, de la creación de nuevas fórmulas de relaciones, de la unidad, de la integración continental iniciada por Bolívar y ahora reinventada por Chávez, única manera para que desaparezcan las "angustias del futuro".
Entonces es más importante escudriñar cuan desfasados y anacrónicos están los imperialistas en relación a los nuevos tiempos, que enfrascarse en escudriñar su estrategia, la que lamentablemente seguirá su curso de barbarie mientras persista la ceguera, porque en su compresión se centra nuestra supervivencia y quizá la del planeta. Por ello, como dijo el Comandante: "Este será el siglo del sur" aunque no sea el del socialismo. Aunque no estén dadas las condiciones para implantarlo. El Socialismo del Siglo 21 será el picapedrero que construirá las bases de la nueva sociedad.
Por todo ello es menester detenerse en el discurso de Obama. Él desnuda algunas realidades que abonan en este sentido. Pero empecemos por algunas notas al margen. La retórica, como es de suponer, diseñada por asesores en materia de política y cultura latinoamericana y caribeña, que creen conocer nuestra alma, pero que no son más que tecnócratas manejando torpemente elementos de supuesta identidad, pierde contenido al ser traducida al sajón, de allí, la innecesaria agresividad: "Le dejé claro que creo firmemente en que la sociedad cubana está oprimida por las restricciones impuestas sobre sus ciudadanos", y la falta de respeto: "Estados Unidos cree que ningún cubano debe enfrentar acosos, arrestos o golpizas simplemente porque ejerce el derecho universal de expresar su pensamiento".
En estas dos simples expresiones se manifiesta el manejo de ritos simbólicos de enfrentamiento para registrar la virilidad del adversario: el macho latinoamericano. Pero que en nuestra realidad, solo significan clichés con que se nos estigmatizó desde el norte. Por otro lado, el texto está lleno de falacias ("pero creemos que deben estar empoderados (los cubanos) para vivir con dignidad y autodeterminación"), contradicciones y arrogancias que sería extenuante catalogar aquí, así que entraremos en la materia que nos trajo a este tema.
Obama pronuncia en su parco discurso (para lo rimbombante de la política que pretende contener), la palabra América (contextualizada), en mas de seis ocasiones. Casi al terminar dice: "Todos somos americanos", incluyéndonos ahora, en la doctrina Monroe y su Destino Manifiesto, desde la perspectiva del dominador. Pero lo importante no es distinguir esa bárbara visión, sino destacar, como él mismo lo reconoce, no solo lo obsoleto y patético de una política pornográfica hacia Cuba, por el crudo morbo que la envuelve, sino el atraso que exhibe al no entender la estelarísima inflexión ocurrida en las naciones del sur. Él solo ve, suponiendo que es honesto como lo asevera cuando cita a Martí (tan antiimperialista como Bolívar) que "hay un liderazgo renovado en el continente americano" que coincide con su enigmático cambio de política hacia la isla rebelde.
En el fondo, ni él, ni nadie en lo que conocemos como la civilización occidental, puede apreciar lo que verdaderamente está ocurriendo en el "Abyala", porque precisamente lo que aflora en estas tierras irremediablemente obnubilará lo existente, aun cuando emerja en una dimensión diferente. Tendrán que acceder a una nueva forma del conocimiento, de la política, de la economía, sobre todo de lo humano; de su nueva de relación con la pachamama, con nuestros hermanos los animales y las plantas, en fin, con el cosmos, el universo, donde reside nuestra superidentidad.
Para ello tendrán que empezar a reconocer nuestros ancestros, quienes construyeron con sus civilizaciones, la verdadera promesa de un "mundo nuevo", a sus lenguas, sus tierras, que son la de este continente, incluyendo las de Estados Unidos y Canadá, las que realmente llevan el nombre de Abya Yala.
El Chavismo es poder cultural.