San Romero de América

"SAN ROMERO DE AMÉRICA". Hace 49 días el papa Francisco autorizó la promulgación del decreto que declaró a Óscar Romero mártir de la Iglesia, asesinado por "odio a la fe"; la beatificación será en San Salvador el próximo 23 de mayo.
"San Romero de América" fue asesinado por un francotirador el 24 de marzo de 1980 cuando oficiaba una misa en la capilla del hospital de La Divina Providencia en la colonia Miramonte de San Salvador. El año 2011 se conoció que el asesino fue Marino Samayor Acosta, un subsargento de la extinta Guardia Nacional, y miembro del equipo de seguridad del ex presidente de la República, quien manifestó que la orden para cometer el crimen la recibió del mayor Roberto d'Aubuisson, creador de los escuadrones de la muerte y fundador del partido derechista ARENA; Samayor Acosta habría recibido 114 dólares por realizar esa acción.

Había denunciado en sus homilías los atropellos contra los derechos de los campesinos, obreros, sacerdotes, y de todas las personas que recurrieran a él, en el contexto de violencia y represión militar que vivía el país. Señaló especialmente hechos violentos como los asesinatos cometidos por escuadrones de la muerte y la desaparición forzada de personas, cometida por los cuerpos de seguridad. En agosto de 1978, publicó una carta pastoral donde afirmaba el derecho del pueblo a la organización y al reclamo pacífico de sus derechos.
Un día antes de su muerte, hizo un enérgico llamamiento al ejército salvadoreño:

"Yo quisiera hacer un llamamiento, de manera especial, a los hombres del ejército. Y en concreto a las bases de la Guardia Nacional, de la policía, de los cuarteles... Hermanos, son de nuestro mismo pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: Cese la represión".

Recordémoslo con alegría, al son de la música, teniendo presente que la canción "El Padre Antonio y el Monaguillo Andrés", de Rubén Blades, narra la historia de un sacerdote asesinado durante la misa, como un homenaje a "un cura bueno: Arnulfo Romero".



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Roberto Rodríguez Rabanal


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