Qué cosas Bob, ahora hasta The New York Times te está echando “la burra pa´l monte”, como decimos aquí los venezolanos.
Así funciona el imperio “compay”, diría un paisano de por aquí, ese sistema del cual Ud. es parte y ha contribuido a forjar ahora lo deja en desamparo y esgrimiendo una falsa moral lo deja entendiéndose.
Ese sistema imperial en el que la mayoría de los que acceden al poder hacen lo mismo que Ud. ha hecho, que no es otra cosa que beneficiarse personalmente, mientras beneficia al sistema, lo quiere acusar ahora de haber recibido la lagaña de 1.000.000 de dólares de su “hermano del alma” Salomón Melgen. Olvidando que los amigos “existen” y que un buen amigo tiene derecho a ser generoso con los suyos.
El Departamento de Justicia, esa pila de bandidos, lo acusa de haber beneficiado, desde su posición en el Senado, a su “compadre Melgen”, como si una mano no lavara la otra y las dos la cara. ¿Qué es lo que no entienden estos insensatos que hoy ponen en la picota al bueno de Bob?
¿Será que le están cobrando el fracaso político del Decreto de Obama contra Venezuela al senador Bob Menéndez, por ser uno de sus principales promotores?
¿Será que los de la Casa Blanca necesitan sacarlo del camino para evitar que obstaculice desde el Senado las conversaciones con la Habana que apuntan a levantar el embargo a Cuba?
¿Será acaso una forma de debilitar el poder acumulado de Marco Rubio, muy cercano a Menéndez?
¿Adónde piensa llegar quienes hoy acusan a una figura tan prominente del Senado de los EE UU?
Con que moral podrán los Estados Unidos seguir acusando a sus enemigos políticos fuera de sus fronteras de corruptos después que han incriminado a Bob de tal manera, acusándolo de 8 delitos de corrupción y exponiéndolo al escarnio de los enemigos de la libertad y de la democracia que ahora harán leña del senador en desgracia, como están haciendo ya desde The New York Times.
Que el Granma “comunista” y enemigo de la libertad y de los demócratas haga un editorial atacando despiadadamente a Bob Menéndez es comprensible y responde a la naturaleza propia del castrocomunismo impuesto en la isla, pero que The New York Times haga lo mismo es una verdadera desgracia para la democracia y deja ver que el fin del imperio para estar más cerca de lo que muchos creen.