Tras décadas de conflicto, el grupo separatista vasco, ETA, ha
anunciado un cese al fuego permanente. Mientras escribimos estas
letras se producen las primeras reacciones de las fuerzas vivas
vascas, españolas, europeas y mundiales. En cualquier caso se trata de
una excelente noticia para la humanidad. Todo el derecho del mundo
tienen los pueblos para buscar su autodeterminación, si se trata de
una disposición de la mayoría; no obstante, no tienen ningún derecho a
buscar su libertad con métodos violentos y ataques a inocentes. El
pueblo español ha sufrido más de lo necesario, no sólo por las
acciones de la ETA, sino también por la incapacidad del Estado para
tratar el tema con criterios de legalidad y legitimidad democrática.
Durante el gobierno de Felipe González se crearon los GAL, como grupos
de choque contra la ETA, es decir, violencia paramilitar para combatir
la violencia política. Durante el gobierno derechista y de oídos
sordos de José María Aznar la situación se agravó, el Estado Central
emprendió una guerra abierta contra ETA, incluso dentro del marco de
la lucha global contra el terrorismo de Washington. "Con los
terroristas no se negocia" fueron las palabras de Aznar.
No obstante, esa posición anti dialogante e inquisidora del Partido
popular los llevó a su propia tumba política. El modus operandi de los
atentados terroristas en las estaciones de tren de Madrid del 11 de
marzo de 2004 no se correspondían en modo alguno con la forma de
actuar de la ETA. Sin embargo, José María Aznar, en su afán por
resultar el Bush de Europa, el cowboy del viejo continente, acuso de
inmediato a la ETA de las acciones, tratando de capitalizar votos para
las elecciones generales que se realizarían tres días más tarde y en
las que su candidato, Mariano Rajoy, se asomaba como amplio favorito.
El pueblo español desconfió de la hipótesis del gobierno sobre los
atentados desde un principio. Evidentemente, la lógica apuntaba a un
acto de retaliación por parte de grupos islamistas por la absurda
decisión de Aznar de protagonizar la ilegal e inmoral invasión a Irak
en 2003. Es decir, centenares de familias españolas se veían hundidas
en el dolor de la muerte y la violencia por el antojo fascista de
Aznar de invadir otros pueblos y tratar de destrozar otras culturas.
El rechazo a la mentira oficial fue tal, que durante las elecciones
del 14 de marzo, el candidato del Partido Socialista Obrero Español
recibió un amplio apoyo como el mas votado y logró hacer alianza con
la izquierda Unida para desplazar por fin a la derecha del poder.
Desde un principio Rodríguez Zapatero fue coherente con sus promesas
electorales y con el deseo de su pueblo. España retiró casi de
inmediato sus tropas de Irak y las investigaciones sobre los atentados
del 11 M determinaron efectivamente la responsabilidad de grupos
fundamentalistas árabes. Aún hoy anda el señor Aznar pululando, cual
sayona, responsabilizando a la ETA por lo ocurrido y apoyando la
política exterior terrorista de George W. Bush.
Mientras tanto, los grupos de izquierda españoles emprendían algunos
contactos para ofrecer salidas negociadas a la ETA. El Presidente del
gobierno español se mostraba firme en la necesidad de un "cese a las
hostilidades" como condición sine qua non para poder dialogar con ETA.
Ese prerrequisito se ha alcanzado al punto de anunciar un cese
permanente del fuego. Se abre así una nueva etapa en la que el pueblo
vasco puede asumir sus reivindicaciones desde un punto de vista
democrático, constitucional y pacífico. Percibimos que la inmensa
mayoría del los actores españoles han saludado y han calificado como
muy positiva la decisión de la ETA. Sólo el Partido Popular, como era
de esperarse, reaccionó exigiendo la disolución inmediata del grupo
separatista. Sin embargo, en sesión que se realiza en el Congreso
Español, el Presidente ha tendido una mano a todos los factores para
el diálogo y la propuesta ha sido bien recibida por el PP. La paz no
tiene precio, la paz no tiene objeciones. El IRA en Irlanda del Norte
y la ETA en España han decidido avanzar hacia la paz, ese avance debe
estar acompañado por los Estados, por los pueblos, por quienes creen
en la humanidad.
Cuan importante ha sido en el caso español el hecho de contar con un
gobierno y unos gobernantes amplios, progresistas, de comprensión
estructural y radical del entorno y los retos que tienen por delante.
Un gobierno autónomo, con determinación y sin reparos para buscar la
paz por la vía más expedita, sentándose con quien haya que sentarse,
siempre y cuando de se den las condiciones mínimas exigibles.
Imposible hubiese sido presenciar estos momentos históricos, estos
primeros e inmensos pasos hacia la paz bajo un gobierno recalcitrante
y etiquetante del Partido Popular. La sabiduría del pueblo español ha
sido determinante, los ciudadanos entendieron que la violencia no
neutraliza la violencia, que la democracia da pie para solucionar por
vías pacíficas las controversias. De hecho, los miembros de la ETA
dejan entrever en su comunicado televisado la posibilidad de apelar a
la vía de una consulta popular que debe ser respetada por los Estados
Español y Francés. Dicha posibilidad no está contemplada en las
constituciones, sin embargo, cualquier propuesta democrática siempre
es tratable y discutible como insumo de paz en una mesa de diálogo o
negociación. Si el gobierno y el Estado español logran un consenso
importante como el que parece surgir en estas primeras horas, aquel
famoso Pacto Antirterrorista firmado por las fuerzas políticas durante
la era Aznar, puede convertirse en un Pacto Nacional para la Justicia
y la Paz. Indiscutiblemente el Pueblo vasco es un pueblo muy
particular, que puede manejar distintos grados de autonomía, siempre
dentro del contexto de la España. Los vascos en general no pretenden
un desprendimiento del Estado, buscan mayores márgenes para
desenvolverse como cultura, como nación. Por ello la propuesta
independentista de ETA no sería apoyada en una consulta. Como tampoco
lo serían la pretensiones centralistas de la derecha española. Derecha
e izquierda, centralistas y autonomistas, posiciones medias, todos
deberían tener la presencia en un congreso nacional y regional para
que en democracia se construya el futuro.
Sirva de lección para otros pueblos en el mundo el ejemplo español.
Cuánto y cuán rápido avanzarían los hermanos colombianos hacia la paz
si se atrevieran a romper el monopolio político oligárquico, si se
deslindan de la violencia venga de donde venga y llegan como pueblo,
como base popular al poder político. Un gobierno de izquierda en
Colombia sería la garantía para la paz, para la preservación de su
soberanía, para su progreso y para la integración latinoamericana.
Igualmente ocurre con los Estados Unidos. Cómo no usar las
herramientas democráticas del voto para desplazar a las
transnacionales económicas y guerreristas del poder. Cualquier grupo
de ciudadanos con sentido común y sensibilidad le daría un vuelco a la
política imperialista y violenta de quienes hasta ahora gobiernan.
Poco a poco los pueblos de todo el mundo dan señales de vigilia y de
alerta humanista. España es sólo un caso, transcendente y
aleccionador.
jorgearreaza@gmail.com