Seguramente Galeano y Benedetti ya comenzaron sus mágicas charlas infinitas…

Cuentan que su primer abrazo parecía no tener fin…

Sentados en cierto sitio que se asemejaba a un mágico parque…

Comenzaron una charla; que tal vez nosotros llamamos del divague, lo que para ellos fue algo sin igual…

“Eduardo” (comenzó Mario intentando una charla sin olvido)…

Esto es increíble, es como que te borraran todo lo aprendido, y sin ser obligados, comenzamos a reaprender todo nuevamente…

¡Lo que nosotros de sobra sabíamos!

¿Qué me dirías si te digo que la naturaleza no hace la primavera?…

Un recién llegado, con cara de incredulidad y en silencio, escuchaba a su compañero, al ser testigo de la pasión de su locutor…

¡¡La primavera la hacemos nosotros!!

El compañero a su lado, pareciese decir con sus ojos un; ¡lo sabia! Algo que seguramente los dos compartían…

Dime Eduardo…

Cuantas veces nos reclamaste que vivíamos en un mundo al revés…

Y todos para no ser menos, con el lagrimeo de un inconfundible bandoneón de fondo, acompañábamos sin chistar…

Galeano no pudo menos que esbozar una sonrisa…

Si Eduardo, nosotros somos los culpables de que florezca la primavera, donde la naturaleza nos plagiaba su autoría…

Esta vez…Fueron los dos que rieron…

¡Mira esa joven pareja que llegan agarrados de la mano!...

No pierdas tu mirada en esos pimpollos que están a su lado, que no son más que unas bellas rosas rojas que desean florecer…

Mira ese abrazo compañero…

¡Mira ese beso; que solo conocen los enamorados!

Pero no dejes de mirar las rosas; que por culpa de dicho beso,  como que quieren darle la bienvenida a la primavera…

¡Mira Eduardo!

Que en este nuevo mundo, ya no la vemos como si fuera en cámara lenta…

Mira eso pétalos como abren para que los rayos del sol los acaricien sin demora…

El escritor no daba fe a lo que sus ojos le mostraban…

Una a una aquellas mágicas rosas parecían disputarse un rápido florecer…

Mientras Benedetti daba incesantes pinceladas a sus palabras, como si la musa lo abrasara y jamás se marchara…

Los amigos eran una sola risa, lo que logro que una pareja de mariposas se les acercara…

Una con ribetes naranjas y la otra con un pálido celeste…

Mira Eduardo, dijo Mario al ver las dos pequeñas mariposas…

Intentare  darte una mano para ahuyentar ciertas dudas…

Mira esos niños que llegan a corretear este hermoso parque…

Al levantar la vista el escritor…

Puñados de mariposas aparecieron como si llegaran de la nada, acompañando a los muchachos…

Galeano le dice a Benedetti…

Solo en mi lejana niñez recuerdo tantas mariposas volar a nuestro lado…

¡¡Te lo dije compañero!!

Gritaba un Mario emocionado, en un momento que Eduardo asistía con un movimiento de su cabeza…

¡Nosotros hacemos la primavera compañero!

Mira Mario, intentando un Eduardo acompañar al poeta…

Mira aquella madre sentada en aquel banco amamantado a su crio, y a su niño deleitarse con el néctar de la vida…

¡Mira Mario!

Mira en la copa del árbol, como esa pareja de aves rozan sus picos en señal de enamorados, al observar a la madre con su hijo…

Mientras ese extraño lugar se inundaba de flores de todo tipo, donde las miles de mariposas les hicieron recordar a Michoacán y sus Monarcas…

¡¡Te dije que era verdad!!

¡¡Fueron ellos juntos que lo lograron!!

¡Bienvenida primavera!…

 

(…) Si me lo preguntan…

No sé cuál de los dos abrazos fueron más eternos…

Si el del rencuentro…

O el de ese momentos, al observar juntos…

La llegada de la primavera…

                                     () Para Raíza mi compañera, que cierto día se me fue a galopar mariposas…

                                                                                                                Caracas 15-04-2015



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José Varela


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