El terremoto y posterior tsunami puso a Japón y al mundo, al borde de una catástrofe nuclear en Fukushima, (11/11/2011) y a su vez hizo reflexionar a los países, sobre las normas de seguridad en centrales nucleares. El capitalismo mundial piensa que para elevar el nivel de vida de 7mil millones de personas, solo existe el empleo de la fisión nuclear para general la energía suficiente. Serian necesarias 6.000 plantas nucleares para el 2050. Los líderes en la producción de energía nuclear son EE. UU, Francia, Japón, Rusia y Alemania.
Existen 442 reactores en 29 países. Con mayor número son los EE UU 104, Francia 58. Japón 54. La planta nipona de Fukushima, cerca de Tokio, donde 3 de 6 reactores resultaron dañados después del terremoto y es una de 25 más grandes del mundo. Los combustibles sólidos (carbón, petróleo y gas) aportan el 63% de la producción eléctrica, la hidroeléctrica representa 19%, la nuclear 17% y la geotérmica, solar, eólica y biomasa apenas el 1,1%. Este déficit mundial explica el entusiasmo por la energía nuclear como fuente generadora de electricidad masiva.
Algunos expertos creen que lo sucedido en el país asiático, debería afectar la industria nuclear. Pero, las industrias fabricantes no comparten este criterio. Han declarado: “Es demasiado pronto para calcular las pérdidas”, señaló Jeffrey Immelt, el presidente de General Electric, agregando que es necesario realizar una investigación y analizar las causas de la tragedia”. Conociendo como funciona el sistema capitalista mundial, donde lo importante no es el ser humano, sino el capital, pienso que continuaremos amenazados por los accidentes atómicos en una planta nuclear, o por una guerra nuclear.
Por cierto, ocurrió un incendio en la central nuclear de Indian Point, en Nueva York, causando un derrame en el rio Hudson el 10/05/2015. Es la central nuclear más cercana a una ciudad densamente poblada, similar al caso de Fukushima. Es urgente crear conciencia sobre estas amenazas potenciales contra la humanidad. “Socialismo o Barbarie” como señaló Rosa Luxemburgo.