México: al borde de las elecciones

Cumplido el plazo fatal, este domingo habremos de elegir diputados federales, así como gobernadores, ayuntamientos y diputados locales en varios estados. Sucede este importante acontecimiento de la vida democrática cuando el país se encuentra en el peor caos de su historia moderna; ni siquiera en los nefastos sexenios panistas se llegó al grado de descomposición que hoy se padece. Peor de lo que ya apuntaba desde el 2012, Peña Nieto muestra una severa incapacidad para gobernar. En el principio confundió a la ciudadanía con su habilidad maniobrera, expresada en su pacto por México, eficaz para envolver a las fuerzas políticas dispuestas a ser envueltas y, así, lograr sus nefastas reformas anti patrióticas. El régimen ha transcurrido entre maniobra y transa, un día sí y el otro también, ahogándose en sus propias mentiras y agotando aceleradamente su capacidad para gobernar, de la que da muestra la muy escasa aprobación social al sedicente presidente.

La más reciente, que no la última, de sus triquiñuelas paró de las pestañas a tirios y troyanos: la posposición indefinida de la evaluación magisterial, corazón de la supuesta "reforma educativa". Ni unos ni otros entienden la jugada; los grandes empresarios, que tanto presionaron por la evaluación, se sienten traicionados y ponen el grito en el cielo; el magisterio disidente, tantas veces engañado, la consideran otra trampa, en tanto que el magisterio oficialista guarda sospechoso silencio, como si fuera parte informada de los verdaderos designios perseguidos, desde luego con pesado tufo electorero. Independientemente de la validez o la inconveniencia de la referida evaluación, lo que definitivamente no se vale es que el gobernante juegue irresponsablemente con la acción de gobernar.

Si Peña estaba siendo reprobado por la mayoría, según dicen las encuestas, ahora está al borde de la defenestración; sólo lo salva el hecho de que tal figura no existe en la legislación vigente. Pero vivimos en el mundo del absurdo; es increíble que, en estas condiciones, las encuestas muestren al PRI y sus allegados (verdes y turquesas) como punteros en las preferencias electorales. Es un verdadero elogio a la estupidez colectiva, que bien mereciera una novela, no de Erasmo ni de Saramago, sino de Franz Kafka, a cien años de su fallecimiento. Claro que las encuestas dicen lo que quieren quienes las encargan y pagan, pero la historia reciente muestra que la razón frecuentemente no asiste a los votantes ante la urna, sea por engaño propagandístico, por coacción o compra del voto o, simplemente, por estupidez, los ratones votan por el gato y las gallinas por el zorro.

La insulsez de las campañas recién terminadas habla de tal condición de la realidad nacional. Sólo se vieron acusaciones mutuas de corrupción e incapacidad entre el PRI y el PAN, repetidas hasta el cansancio en la televisión; engaños del PVEM; musicales coloridos del turquesa (PANAL) y del naranja (Movimiento Ciudadano); vacíos en la escasa presencia de los nuevos partidos, incluido MORENA; un buen diseño del PRD que no le alcanza para esconder su desprestigio; sólo el PT presentó una propaganda idónea, con posicionamiento ideológico y propuesta política que ojalá le sirva para conservar el registro. El gran público que sólo recibe información por vía electrónica debe estar haciéndose cruces para decidir por quién votar o dejar de hacerlo. El abstencionismo simple, no el que anula su voto, se vislumbra como el gran triunfador de esta elección.

Para el que esto escribe es una gran pena el caso del partido de Andrés Manuel López Obrador. No entiendo cómo ha desaprovechado la oportunidad histórica de un presidente que llega a la elección intermedia en el mayor desprestigio. AMLO apostó a que su figura personal fuese suficiente para recuperar sus votos del 2006 y el 2012, pero sin aplicar la misma capacidad de convocatoria mostrada en esos casos. Dónde quedaron los creativos del "Sonríe que vamos a ganar" o de la propuesta del Proyecto Alternativo de Nación. Brillaron por su ausencia en los escasos promocionales mediáticos que pudo exhibir.

No obstante, yo insisto en que la mejor alternativa que tenemos para detener la debacle causada por Peña Nieto es una fuerte presencia de Morena en la cámara. Votaré por Morena para diputados federales y nada más. En mi caso, en Morelos, votaré por los candidatos del PRD y PT al ayuntamiento municipal y diputados locales.

¡Qué lástima! Al borde del abismo y ni quién nos salve.



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Gerardo Fernández Casanova


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