Guatemala es una luz que no se apaga tan fácilmente

Pareciera que los ánimos están decayendo, que los miles que fueron a las primeras manifestaciones han ido bajando los brazos uno por uno y que aquella fiesta ciudadana que abarrotaba las calles de la Guatemala mancillada se está apagando lentamente como fogón de polletón después de hervido el café y cocidos los frijoles. Pareciera que lo que fue una fiesta ciudadana del despertar del guatemalteco urbano se está marchitando. ¿Qué sucedió? ¿Qué fue lo que apagó los ánimos? Los campesinos  no se han dado por vencidos, los Pueblos Indígenas que no tienen ni para el pasaje han viajado de los departamentos a la capital para acampar en vía pública y exigir lo que los urbanos gritaban en las manifestaciones colosales cuando decían que “esto apenas comienza.”  Osan de su creatividad de estudiantes universitarios y letrados, entonces por qué no hay más acciones bizarras, ¿acaso la poesía se quedó pintada en los carteles arrugados de manifestaciones pasadas? ¿Con eso sintieron que ya hicieron su trabajo y son héroes y recordarán la hazaña para contarla a los nietos y decirles airosos que fueron la generación del cambio? ¿Qué cambio? Esto no es una carrera de cien metros planos, esto es una carrera de fondo y es necesaria la resistencia no la velocidad.

Guatemala a pesar de toda la desgracia y la impunidad sigue siendo una luz que no se apaga, sopla el viento la debilita pero no la logra extinguir. ¿Acaso pensaron que con salir y hacer carteles coloreados iban a cambiar el rumbo de la historia? Eso efectivamente fue el principio, ahora comienza el cambio de ritmo y el segundo aire, el camino va en empinada, ¿quién dejará la competencia? Hay que llegar a la meta, ningún atleta sale de la competencia sin cumplir con su obligación que es llegar a la meta así le tome el tiempo que sea y llegue en las condiciones que sean. Nuestra meta es clara, ¿después de las manifestaciones qué sigue? ¿Acaso recordar los momentos y revivirlos viendo las fotografías? Los campesinos no tienen fotografías ellos están ahí acuerpando  desde hace siglos.

No sé si se han dado cuenta pero quienes están acuerpando a los campesinos en su manifestación permanente frente al Congreso son aquellos tres gatos que han apoyado el Juicio por Genocidio y uno que otro que se está uniendo y que despertó con las manifestaciones contra la corrupción. ¿Y el resto? ¿Dónde están los miles de urbanos? ¿Por qué no apoyar a los campesinos y a los Pueblos Indígenas? Y si vamos  a decir las cosas claras la acción de ellos es más efectiva que las llevadas de sol en las caminatas, ¿acaso será eso, que no hay arrestos en los urbanos para acciones más concretas?

Dicen que el tema del Genocidio está politizado y que no se puede revolver con el tema de la manifestación ciudadana, que son cosas aparte, que esto divide, que  hay que dejarlo fuera y tocarlo en otro tiempo. Que los manifestantes no están políticamente informados.  Por supuesto son palabras de urbanos que se sienten héroes inmortales porque fueron a manifestar, cuando ésta debe ser su obligación ciudadana, nada de extraordinario hay en ir a manifestar, pecado fuera…

Como nada de revolucionario hay en afirmar que sí hubo Genocidio, esto se llama humanidad y nada tiene que ver la educación formal, ¿cómo es posible que campesinos analfabetas afirmen el Genocidio y letrados universitarios lo nieguen? ¿En qué cabeza cabe semejante bajeza? Ya vieron que la dignidad nada tiene que ver con la educación superior.

Para aquellos que dicen que dejen en el pasado el tema del Genocidio, de Árbenz y de la intervención estadounidense en Guatemala y que miren para adelante y afrontemos el presente, yo solo quiero decirles que si no tienen los arrestos para aceptar que sí hubo Genocidio y que persisten en desacreditar la Revolución y los beneficios que ésta dio al país, entonces que vean efectivamente el presente que estamos viviendo con la plena intervención estadounidense en los asuntos de corrupción que se vive en el país y su apoyo absoluto a este gobierno de genocidas. En la forma en que sus tropas militares están infestando Guatemala. Lo que estamos viviendo hoy es una réplica de la intervención que hicieron en el gobierno de Árbenz, más taimada pero a la expectativa de cualquier intento del pueblo por la soberanía real para echar a andar  el plan de siempre con el que silencian las resistencias.

Para aquellos niños bonitos urbanos, que hablan bonito, que tienen modales, que son letrados  y que han salido a manifestar con sus carteles, que se sienten héroes por la hazaña, que siguen negando el Genocidio, que en lugar de luchar por una Asamblea Constituyente apoyan candidatos presidenciales,  hoy en tiempo real Guatemala está viviendo una intervención gringa y está sucediendo en nuestras narices. ¿Qué haremos al respecto? ¿No es que son la generación del cambio? ¿No es que esto apenas empieza? ¿No es que se metieron con la generación equivocada? ¿Cuándo la poesía de cartel se convertirá en acción? Para cuándo esa creatividad de la que tanto hacen alarde pasará a algo concreto. ¿Para cuándo lo estudiado les servirá para la lucha colectiva? ¿O acaso sentimos que ya cumplimos, que hasta dimos de más sacrificando sábados de parranda para ir a manifestar? Claro sí hay diferencia con aquella Guatemala de Árbenz y de don Ponchito, porque en la del presente la lírica parece estar  de adorno, en la del pasado fue acción  precisa.  Negar el Genocidio es deshonrar a los mártires, a los desaparecidos, a los torturados, a los masacrados. Es negar nuestra raíz y nuestra sangre.

Por supuesto que se les agradece porque peor sería que nunca hubieran salido de sus casas a manifestar pero es incongruente que se manifieste por corrupción y que se niegue el Genocidio, que se apoye a candidatos presidenciales y se desestime la Asamblea Constituyente, que no se acuerpe la acción campesina y de los Pueblos Indígenas. Felicitaciones a quienes ignoraban y con estas marchas han despertado y han salido de su burbuja de apatía, que han reivindicado.

La luz de Guatemala aún no se ha extinguido gracias a los campesinos, a los Pueblos Indígenas, a los urbanos de pies descalzos que ponen el lomo. No, no es gracias a los urbanos letrados que hablan bonito, no es gracias a la clase media que aún con la bandera alzada sigue discriminando a sus hermanos.

Estamos hablando de la injerencia estadounidense de hoy, ¿qué hará la famosa generación del cambio al respecto? ¿Carteles y tomarse fotos? Y no me vengan con que hasta mucho hicieron manifestando. Que no se puede exigir más porque apenas están despertando. Los cambios reales necesitan acciones reales, enteras. Ya vimos que las manifestaciones se aplacaron, ¿qué es lo que sigue para no dejar a Guatemala en penumbra en manos de corruptos y de injerencias estadounidenses? ¿Más carteles y más poesía coloreada? No permitamos que los rastreros nos vayan a aguar  la fiesta ciudadana del despertar guatemalteco.  

Ejemplares los tres pelones honrados de siempre por la  consecuencia y constancia, el reconocimiento del Genocidio y las marchas populares por la corrupción no pueden ir separados, hacerlo es actuar con doble moral.  Veremos si “esta generación del cambio” hará algo contra la injerencia estadunidense. Los títulos universitarios, sin arrestos, sin conciencia, sin Memoria Histórica, sin identidad y  sin humanidad no sirven de nada.

Seamos protagonistas todos de este cambio para el país, vayamos más allá, cambiemos la mentalidad, no discriminemos, no devaluemos. Que nunca, nunca, nunca se nos olvide que estas marchas masivas nos sirvieron para perder el miedo, ése fue un paso vital, ahora tomemos aire y continuemos porque  Guatemala somos todos. Yo creo que el sueño en común es ver a nuestra Guatemala soberana, democrática y en plusvalía. No dejemos que nos lo roben de nuevo.



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Ilka Oliva Corado

Escritora y poetisa guatemalteca. Se graduó de maestra de Educación Física para luego dedicarse al arbitraje profesional de fútbol. Hizo estudios de Psicología en la Universidad de San Carlos de Guatemala, carrera interrumpida por su decisión de emigrar a Estados Unidos en 2003, travesía que realizó como indocumentada cruzando el desierto de Sonora-Arizona.
Es autora de doce libros: Historia de una indocumentada. Travesía en el desierto de Sonora-Arizona; Post Frontera; Poemario de luz de faro; En la melodía de un fonema; Niña de arrabal; Destierro; Nostalgia; Agosto; Ocre y desarraigo; Relatos; Crónicas de una inquilina y Transgredidas, publicados en Ilka Editorial.
Una nube pasajera que bajó a su ladera la bautizó como “inmigrante indocumentada con maestría en discriminación y racismo”.
Sitio web: https://cronicasdeunainquilina.com/

 cronicasdeunainquilina@gmail.com      @ilkaolivacorado

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