Un 6 de septiembre de 1815 , en Kingston, Jamaica, se redactaba una carta titulada "contestación de un americano meridional a un caballero de esta isla", firmada por El Libertador Simón Bolívar, dirigida al señor Henry Cullen, simpatizante de la independencia americana.
El bolívar que escribe es el que ha sobrevivido a la segunda caída de Venezuela, a la migración de oriente, a los enfrentamientos entre patriotas, a la guerra a muerte. Pero es un bolívar calmado, sereno; ni desesperado ni pesimista, éste Bolívar basa su tranquilidad de espíritu en un firme análisis de la realidad continental.
"Este cuadro representa una escala militar de dos mil leguas de longitud y novecientas de latitud en su mayor extensión en que dieciséis millones de americanos defienden sus derechos..." Dice El Libertador cuando hecha una mirada por sobre la gran conmoción americana de su momento. Los reveses vividos en Venezuela distan de ser catástrofe al mirarse en el contexto de una gran guerra de independencia americana, drama que se da en un escenario mundial, pasando por la mente de Bolívar tanto Europa como aun la lejana Asia.
Hoy, en momentos de auge revolucionario, pero también de feroces ataques de las jaurías del capital, cobra la mayor actualidad este Bolívar, el verdadero hombre de las dificultades, que no se deja amilanar y desata los poderes de su entendimiento para descubrir la raíz de los hechos, y verlos en su justa perspectiva, la perspectiva de las totalidades y el movimiento histórico. El bolívar que ve tras los fracasos individuales el potente torrente de las corrientes históricas ejercido por la multitud anónima de los pueblos rebeldes.
"Seguramente la unión es la que nos falta para completar la obra de nuestra regeneración." Unidad firme de trabajadores, mujeres, campesinos y comunidades que el día de hoy enfrentan una difícil batalla en toda Venezuela, pero que por sobre todas las cosas deben entenderse, sentirse, parte del ejercito de los excluidos que resiste y combate en cada uno de los rincones del mundo, en una guerra sin cuartel que no podrá concluir hasta que la raza toda de los apropiadores, de los exterminadores sea ahogada en su sangre o en el mar. "...más esta unión no nos vendrá por prodigios divinos, sino por efectos sensibles y esfuerzos bien dirigidos."
Recordemos pues, en los momentos de dificultad las palabras del padre libertador, palabras para su patria en un momento de necesidad y que hoy deben servirnos de divisa, escudo inexpugnable de nuestro ideal.
"Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el Estado es débil, y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan; las opiniones se dividen, las pasiones se agitan y los enemigos las animan para triunfar por este fácil medio.Luego que seamos fuertes[..], se nos verá de acuerdo cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloría; entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América meridional..."