El próximo 10 de enero se posesiona el presidente Nicolás Maduro como nuevo jefe del Estado de la República bolivariana de Venezuela para el periodo 2025-2031. Las condiciones son promisorias para el pueblo y los trabajadores, pero cargadas de un ambiente hostil desatado desde los grandes poderes imperialistas y las principales redes políticas de la ultraderecha neofascista enfocadas en la guerra sucia contra los movimientos sociales, populares y la izquierda socialista.
Con el triunfo de Nicolás Maduro el pasado 28 de julio y la derrota del candidato Edmundo González Urrutia, representante de las viejas mafias oligárquicas escuálidas, el proceso revolucionario bolivariano instalado por Hugo Chávez desde finales del siglo pasado entra en una nueva etapa en su tarea de realizar los mas profundos cambios en la vieja sociedad sometida al dominio imperialista norteamericano y de las grandes multinacionales petroleras.
Todo indica que los grandes ejes de este nuevo ciclo están referidos a las grandes transformaciones económicas incluidas en el Plan de la Patria 2025, para dejar atrás el rentismo petrolero y afianzar un sector agrícola que sustente la seguridad y la soberanía alimentaria de la población, para fortalecer la industria nacional y profundizar los cambios tecnológicos asociados con los enormes saltos asociados con los grandes descubrimientos de la actual revolución científica y cultural. Todo lo cual debe redundar en el mejoramiento de las condiciones de vida de la población y las comunidades. Ya hay signos alentadores en la tasa de crecimiento del PIB, especialmente agrícola, y en el control de la inflación
Hay un nuevo eje, anunciado por el presidente Maduro hace pocos días; el mismo consiste en adelantar una gran reforma constitucional para consolidar las bases de la democracia bolivariana. Todo se orienta a la redacción de un nuevo texto constitucional que consolide la hegemonía popular, con un tejido político que involucre con más fuerza la intervención de las comunidades en la gestión del Estado, en todos los ámbitos para que no sean las fuerzas del mercado las que determinen el funcionamiento del organismo social. El neoliberalismo debe ser extirpado en todos los campos, aunque es inevitable convivir con cierto mercantilismo en las denominadas zonas especiales en las que se da la presencia de capitales internacionales.
El poder comunal es otro ámbito priorizado en la nueva agenda para propiciar un reordenamiento de la vieja estructura político administrativa de las municipalidades y los estados regionales. El realce del poder comunal deberá ir acompañado de nuevas formas de organización del territorio para inducir convergencias territoriales que potencien las ventajas naturales de los espacios geográficos en sus fortalezas productivas y ambientales.
La elección popular de los jueces de paz marca nuevos horizontes para la reforma de la justicia venezolana que debe involucrar otras áreas de dicho poder público.
En el plano regional e internacional, la nueva fase a la que ingresa la revolución bolivariana debe servir de referente y de apoyo a los movimientos antifascista en desarrollo por todos los países de Latinoamérica.
Felicitamos al presidente Nicolás Maduro y le deseamos la mejor de las suertes en su histórico liderazgo. No son fáciles los tiempos a los que ingresamos. La coyuntura se torna turbulenta con las amenazas del nuevo gobierno del señor Trump cargado con un gabinete de pistoleros y bandidos de la caterva reaccionaria gringa.