El día que hablábamos con el director del programa radial El Club de la Pluma, que se trasmite desde Argentina, para buscar la canción con la que presentaría mi columna, me preguntó qué artista y qué canción quería, emocionada le dije que tenía que ser Mercedes Sosa y la canción El corazón al sur. Con tremenda alegría él su compañera y yo celebramos el inicio de lo que es hoy mi columna radial en mi patria Argentina. ¿Por qué Mercedes Sosa? Porque es de mis grandes amores, estuvo conmigo en la etapa más oscura de mi post frontera, junto a la Violeta Parra, y ahora que mi voz viajaba al Sur que tanto amo quería que fuera en su compañía y con su venia.
El director del programa se sorprendió que yo no estuviera participando en un programa radial en Guatemala ni que fueran mis artículos publicados allá. ¿Cómo es posible? Me dijo cuando leía los nombres de los medios donde me publican en el mundo y ninguno de mi país de origen. Es así, le contesté con tranquilidad.
En una ocasión me preguntó un periodista también argentino, que si sabía las consecuencias que iba a tener en mi vida mi ideología y gritar a los cuatro vientos mi amor por Latinoamérica, y sentirme una ciudadana del mundo. Me dijo que mi país me iba a castigar y no me lo iba a perdonar y que me iba a cerrar las puertas, que si estaba preparada para eso. ¿Castigar? Le dije, la sociedad en mi país me ha castigado desde que nací; la discriminación más feroz que he vivido fue en mi país de origen, me castigó como guatemalteca de periferia, viviendo en Guatemala y me castiga como guatemalteca migrante.
No existo para mi país. Los que migramos dejamos de existir, solo las remesas nos visibilizan. Nos gritan que no tenemos derecho a opinar porque nos fuimos. En mi país no existo ni como guatemalteca, ni como escritora ni como poeta. Que la sociedad fanática, racista y clasista me castigue por amar inmensamente Latinoamérica me tiene sin cuidado. El país que yo amo y de donde vengo, es el de la esencia campesina, obrera y proletaria. Ese país es otra Guatemala muy distinta a la que me discriminó y me sigue discriminando. Ese país que yo amo extiende sus raíces milenarias por el mundo entero, no conoce de fronteras, y de ese país soy, a ese país pertenezco de ahí viene mi identidad y la fecundidad de mi letra. Ese país no sabe que escribo siquiera, porque está con el lomo puesto de sol a sol trabajando a deshoras, mancillado, herido, atribulado pero lleno de amor.
Amo inmensamente mi Comapa que me vio nacer y mi Ciudad Peronia que me vio crecer, porque me nutrieron con lealtad, honestidad y amor. Mi letra viene de los arrabales y de la arada, de ningún asfalto. Mi amor por mi país de origen no se discute. No tengo que comprobárselo a nadie. A mí lo guatemalteca de arrabal y de pueblo me brota por los poros.
Tal vez no debería escribir este texto, si lo tomo con la frialdad y la inteligencia del cerebro no debo estar escribiendo este texto. Pero soy amor, emociones, sangre y aquí estoy.
El tiempo que tanto que dijo el periodista argentino que iba a llegar está aquí, el rechazo de la sociedad fanática, clasista y racista de mi país de origen por mi letra es latente, lo cual no me sorprende. Esa sociedad que piensa que el mundo gira alrededor de ella. Que su clasismo y su racismo son el centro del universo, con ese concepto de nacionalidad carente de armonía y hermandad. No, Guatemala es tan solo un granito de arena en la inmensidad del mar. Es esa sociedad la que ha comenzado a castigarme por el infinito amor que siento por la Patria Grande, pero yo no escribo para quedar bien con nadie, ni para alagar a nadie, yo escribo lo que siento, lo que soy, lo que vivo. Yo soy en esencia y mi letras lo demuestran con fidelidad. Esa fidelidad que viene de mi raíz obrera, campesina y proletaria.
Como escritora esa sociedad me cerró las puertas en mi país de origen, pero esa Patria Grande que yo amo las abrió de par en par y me cobija y me llena de amor. Por eso es muy habitual que con familiaridad yo diga "mi patria" al referirme a otro país que no sea Guatemala. Porque lo siento mi patria, porque ese país también es parte de ese océano maravilloso de los mares despiertos y fecundos.
Este texto es para agradecer ese amor sincero de los que luchan, de los que no renuncian, de los honestos, de los que se atreven a soñar, de los que hermanan las causas justas sin distinción de ningún tipo. Es para gritar mi amor profundo por la Patria Grande, por las raíces milenarias que nutren a los "nadies." Para agradecer esos mensajes que me envían ustedes lectores, desde varias partes del mundo, con tanta terneza de lucha hermana.
Para agradecer a los medios de comunicación en los cinco continentes que respaldan mi letra, a quienes traducen mis textos a otros idiomas, a quienes reproducen mis columnas radiales en otros países, porque todos me arropan y creen en la esencia de esta mujer de pueblo y de arrabal. Sepan que aquí en este corazón montuno un alma arisca los alberga.
Para agradecer a los dos o tres guatemaltecos que siguen mis letras, leales a mi caos.
Soy Ilka Ibonette Oliva Corado, nací en Comapa, Jutiapa, crecí en mi gran amor Ciudad Peronia, soy guatemalteca de nacimiento pero por convicción latinoamericana.
Fuente: Crónicas de una inquilina.