Lo ocurrido en Argentina en relación con el resultado de sus recientes elecciones presidenciales en primera vuelta del pasado 25-10-2015 tiene dos lecturas. La primera, el cómo el desgaste desde el poder, hace que los partidos políticos se vean en la necesidad de renovar sus liderazgos, y la segunda, que si las cúpulas de esos partidos se niegan a renovar esos liderazgos, surgen disidencias propias de quienes desean ser copartidarios y coprotagonistas del poder desde otras visiones, sin que ello signifique abandonar la ideología fundamental en los pensamientos de carácter político, social, económico y cultural.
Desde esa primera lectura vemos el cómo Daniel Scioli, candidato oficialista, representante del Partido Justicialista (por analogía el Partido Socialista Unido de Venezuela en nuestro país) acaba de sufrir un duro revés electoral, al no poder ganar en primera vuelta la presidencia de Argentina, tal y cómo lo habían hecho sus predecesores, en este caso Néstor Kirchner (2003 - 2007) y su esposa Cristina Fernández de Kirchner quien luego de suceder a su esposo, (2007 – 2011) posteriormente sería reelecta (2011 – 2015), lo cual ha obligado al candidato del partido mencionado a tener que enfrentarse para el próximo mes de noviembre para una segunda vuelta (llamado balotaje), la cual se observa muy cuesta arriba, máxime si analizamos que Scioli, según cifras oficiales de la Dirección Nacional Electoral, habría alcanzado con poco más de 9 millones de votos, cerca de un 37% del padrón electoral.
Ahora bien, de esa misma lectura hay que decir, que más de 15 millones de sufragios fueron en contra de Scioli, no sólo cuando revisamos a quienes apoyaron a su contendor en segunda vuelta, Mauricio Macri, de la plataforma política, Alianza Cambiemos, sino de los otros tres candidatos, siendo precisamente, Sergio Massa, el disidente del kirchnerismo quien obtuvo una importante cantidad de votos, al quedar en tercer lugar, superando los 5 millones de personas que le dieron su apoyo electoral, lo cual reveló que un 63% rechazó el candidato impuesto desde las cúpulas "justicieras" (Ver: http://www.resultados.gob.ar/resultados/dat99/DPR99999A.htm).
Entonces, surge una segunda lectura: ¿Cuáles fueron las razones para que Sergio Massa, quien fue intendente (funciones de alcalde en Venezuela) así como jefe de gabinetes en el gobierno de Cristina Kirchner haya abandonado el partido Justicialista y fundado el llamado Frente Renovador? ¿Será acaso que se cansó de proponer cambios en lo interno de ese partido y fueron ignoradas sus recomendaciones y sugerencias desde las bases del "justicialismo"? ¿Pensaron acaso los "líderes", incluyendo a Cristina Kirchner que al irse Massa del "justicialismo", no tendría bases que le acompañaran? Sin duda, craso error de las cúpulas del partido Justicialista, que ahora, ven como tienen serias amenazas no sólo de perder el poder, sino que de ganar Mauricio Macri las elecciones, prácticamente Scioli sería relevado como eventual líder de la oposición, precisamente por ser Massa una figura joven, fresca, renovada, y más abierta a los cambios políticos de la nación argentina, tal y como se pudo observar en los distintos discursos de los candidatos presidenciales, una vez conocidos los resultados de la primera vuelta electoral.
Los autoritarismos son negativos como concepción democrática porque originan disidencias valiosas y que obviamente se convierten en pérdidas cuantitativas para las elecciones. El resultado de las elecciones presidenciales en primera vuelta en Argentina, son un espejo de lo que puede ocurrir en Venezuela, como efecto de un PSUV acostumbrado a imponer desde sus cúpulas su visión retrógrada del poder. Es evidente que Scioli, como candidato de Cristina Kirchner, necesitará más de un maletín de esos que llevada Antonini Wilson (http://globovision.com/declaran-nula-causa-del-maletin-de-antonini-wilson/) para poder alcanzar la presidencia de Argentina en segunda vuelta. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.