Olando y la candidez del pueblo galo

"La inocencia no mata al pueblo, pero tampoco lo salva"

Alí Primera

Ricardo Hausmann, el de los gazapos jurídicos y los cisnes negros, los que jamás aparecen en la vida real, como lo afirma su principio teórico, ha vivido toda su existencia de "la suposición", la que permite el ejercicio de la hipótesis, amparado en el método científico, pero sin tener que probar nada, por lo tanto, sin asumir consecuencias de nada, ni ante nadie (el nihilismo en su máxima expresión). Y literalmente ha vivido de la especulación, la que es facilitada por el consumismo exacerbado que padece la clase media euroyankyvenezolana, apelando al dicho popular que reza: "Todos los días sale un Lorenzo a la calle y el Ricardo que se lo encuentre es de él". Es decir, Haussman no tiene un corazón de acción, no es un hombrecito cuatriboliado como lo asumió Sergio Novelli en medio de las guarimbas. Tiene por el contrario, un corazoncito para los petit comité, los pequeños lobbies, donde se tejen las tramas financieras de las que vive. Un corazoncito que a esta hora, después de los extraños sucesos de Paris, debe estar muy contrariado con su fraternal François Hollande, pues este, ha terminado pareciéndose a su muñeco de vudú preferido: el Presidente Obrero, Nicolás Maduro. François Gérard Georges Nicolás Hollande, cerró todas las fronteras de su país, decretó estado de excepción, pidió a su Estado, máximo poderes para afrontar los actos de guerra perpetrados en sus calles, e implementó una súper OLP que incluye, por ahora, el territorio sirio, una vez más.

Para darle chance a las odiosas comparaciones, podríamos decir que Olando actuó igual que su homólogo venezolano, lo cual lo ampara ante la uniformidad de los protocolos de las buenas y sanas costumbres presidenciales. Ambas decisiones libérrimas dentro de los contextos en que se tomaron, a decir de la autodeterminación de dos presidentes legítimos, máximos comandantes en jefes de la fuerza militar de sus respectivos países, y aunque hay grandes diferencias de tipo ético-moral que no entraremos a considerar, ya otros camaradas y el sentido común general, lo han sopesado lo suficiente, la gran diferencia se establece en el ámbito de la cultura hegemónica occidental, que toma el control de las interpretaciones de cada acto.

Mientras Maduro es cuestionado y tildado de narcotraficante, narcodictador, narco paramilitar y narcoterrorista, por cerrar parcialmente el paso fronterizo con la hermana república de Colombia, Olando es el blanco de infinitas manifestaciones de solidaridad, aprecio y consideración, ante el luto universal que suponen las víctimas francesas. Pero es que Maduro es Presidente de un país "atrasado" del tercer mundo, que impulsa una revolución socialista (que cosa tan demodé). En cambio Olando lo es de un país que representa "los valores universales" encarnados en el pueblo francés ¡Vaya que diferencia!. Es que a Olando se le ve bien, es el presidente de un país desarrollado con fuerza nuclear, por favor.

Haussman, al final, no tendrá problema con esto, lamentará a rabiar las victimas francesas, y creo que lo hará con sinceridad, desde su pequeño corazón, aun cuando entre ellas, haya nacionalidades y clases sociales que no se encuentran entre los objetos de sus afectos. Enarbolará la bandera francesa, se la pintara en su cuerpo, la llevará en la ropa, depositará flores, irá a rituales espirituales, guardará silenció simbólico, jurará que más nunca jamás, y se sentirá redimido cuando las huestes francesas revienten otros países buscando a los asesinos.

A nosotros, en esta oportunidad, no nos interesa este aspecto del problema, ni siquiera el cultural que chantajea y obliga a pronunciarse en favor de Francia so pena de ser acusado de apologizar el terrorismo, de ir en contra de los valores y principios occidentales y aupar una guerra de civilizaciones, en absoluto. Nos interesa esta vez, sacar a flote un tema aún más delicado, que tiene que ver con la supuesta candidez de los pueblos. ¿Son realmente inocentes? ¿Están exentos de toda culpa? A decir del francés, que es culto, sensibilizado, bien informado y ordenado, lo cual expuso, como para muestra un botón, en el alto grado de organización exhibido en el estadio para su evacuación. Primero en abordar el campo de juego para lograr espacio seguro sin las lamentables consecuencias que generan las estampidas, típicas de otros lares; y luego su ordenada salida hacia la calle, sin mayores contratiempos en medio de la grave situación. ¿Qué cantaron mientras lo hacían? La Marsellesa como símbolo de unidad ante la tragedia. Pero que lectura se le puede dar más allá del virtuosismo popular. Pues bien, que es un pueblo politizado, con una clara posición ante la realidad, con un alto sentido del nacionalismo y del patriotismo. Entonces como se puede entender que ese pueblo, como otros de esa terrible coalición que se ha abrogado el derecho de intervenir por la fuerza, en los asuntos internos de otros países, se dedique al disfrute desenfrenado de la dolce vita en las magníficas infraestructuras de sus ciudades, de espaldas a sus gobiernos, depositando en estos, todo su apoyo para que, como ha sucedido ahora con Olando, ejerzan la facultad de reventar a media humanidad.

Eso no significa que por esa razón, sean atacados mientras se presentan inermes, indefensos, entregados a lo que legítimamente les corresponde en la dinámica de una sociedad, pero inobjetablemente, tienen desde todo punto de vista, el deber histórico, político y moral de pronunciarse, de resistirse y accionar de todas las formas constitucionalmente posibles, ante quienes, en su nombre, practican impunemente el terrorismo de estado y de gobierno sobre otros pueblos.

 



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Milton Gómez Burgos

Artista Plástico, Promotor Cultural.

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