Del 26 al 29 de octubre de 1876 tuvo lugar en Berna (Suiza) el III Congreso Internacional del grupo escisionista de la A.I.T., considerado por ellos como el VIII Congreso de la Internacional. El Congreso anterior había acordado que este Congreso se celebraría en Barcelona en 1875, pero las dificultades que ofrecía España en ese año lo habían impedido.
El grupo aliancista español había solicitado que figuraran en el orden del día los siguientes puntos:
1) De la solidaridad en la acción revolucionaria.
2) Revisión de los estatutos.
Asistieron al Congreso 26 delegados; de ellos, 17 de las organizaciones suizas. Estaban representados los grupos de Italia, Suiza, España, Bélgica. Por la delegación italiana figuraban entre otros, Malatesta y Cafiero. Por España, Antonio Sánchez (Viñas) y Francisco Portillo (Soriano). El orden del día del Congreso era el siguiente:
1° Añadir a los estatutos generales un artículo estableciendo el pago de una cuota federal (proposición española).
2° De la solidaridad en la acción revolucionaria (proposición española).
3° Pacto de solidaridad entre las diferentes organizaciones (proposición de la Federación del Jura).
4° Convocatoria de un Congreso socialista universal (proposición belga).
5° Relaciones a establecer entre los individuos y los grupos en la sociedad reorganizada (proposición del Jura).
6° Actitud de la Internacional sobre la guerra de Oriente.
La situación del movimiento obrero en el orden internacional ofrecía en 1876 nuevas perspectivas y un formidable proceso ascendente. La creación de partidos socialistas obreros en casi todos los países de Europa, la unidad de los socialistas alemanes, hasta entonces divididos en varios grupos; la evolución del movimiento obrero belga hacia el campo de la acción política, colocaban al grupo escisionista internacional en una difícil posición. Su tercer Congreso, aun en contra de su voluntad, se vió obligado a centrar sus trabajos en torno al problema de la unidad, planteado por la delegación belga y por una de las figuras de más relieve que asistían al Congreso: De Paepe, que, a su vez, había evolucionado considerablemente hacia el socialismo.
Los seis puntos del orden del día en realidad quedaban convertidos en uno solo: en el que se trataba de la convocatoria de un Congreso universal a propuesta de la delegación belga. Todos los demás apenas si tenían importancia. De otra parte, cabe decir que fueron soslayados. La intervención central del Congreso, pues, corrió a cargo del delegado belga De Paepe, que llevaba el mandato imperativo de proponer la celebración de un Congreso Universal Socialista. En su intervención señalaba que la situación en Bélgica había sido sensiblemente modificada como consecuencia de los "elementos nuevos" que se incorporaban al movimiento obrero socialista y por la "nueva línea de conducta" que los obreros belgas querían seguir en aquellos momentos. Los elementos "nuevos" a que se refería De Paepe era la juventud: los "nuevos militantes"; y la nueva línea de conducta se refería a que estos nuevos militantes no eran anarquistas ni estaban influidos por esa filosofía, sino por la del socialismo, de acuerdo con la de la acción política… La Federación belga, que había sido uno de los puntales del grupo escisionista, evolucionaba y se apartaba de él. No sin enfado de los Guillaume y compañía.
La posición belga centró el III Congreso en el terreno de la discusión política y de unidad por imposición de la personalidad y de la autoridad de De Paepe. La proposición de la Federación belga estaba concebida en los siguientes términos:
El Congreso de las federaciones belgas da mandato al compañero De Paepe, su delegado al Congreso internacional de 1876 en Berna, de proponer a este último Congreso la adopción de las siguientes cláusulas:
1° El Congreso internacional de Berna se adhiere a la organización de un Congreso socialista universal, que se celebrará en 1877 y al cual se admitirán los delegados de las diversas organizaciones socialistas, sean éstas ramas de la Internacional o existan fuera de esa asociación:
2° Ese Congreso tendría como objeto cimentar lo más estrechamente posible una reconciliación entre las diversas organizaciones socialistas y discutir las cuestiones de interés general por la emancipación del proletariado;
3° Ese Congreso se debería convocar no únicamente en nombre de la Internacional, sino al mismo tiempo en nombre de las otras organizaciones socialistas que se hayan adherido a la idea del Congreso;
4° El Congreso socialista de 1877 se celebrará en Bélgica. Sí, por cualquier razón, el Congreso de Berna piensa que el antedicho Congreso socialista no se puede celebrar en Bélgica, proponemos Suiza.
Los delegados no se atrevieron a atacar abiertamente la proposición. Todos lo hacían de una manera solapada. Brousse, el "posibilista" francés que, hasta entonces, había residido en Barcelona y actuado en el movimiento aliancista español, declaraba que "en principio todo el mundo es favorable a la idea de un Congreso, pero hace falta saber, de manera precisa, qué será este Congreso, para qué y sobre qué bases de representación será convocado… y qué cuestiones serán discutidas…" Guillaume, a su vez, piensa que "el Congreso propuesto no puede tener por propósito crear una nueva Internacional. Ha sido planteada en ciertos periódicos la reconstitución de la Internacional, pero la Internacional no tiene necesidad de ser reconstituida porque ella existe…" Para llevar el problema al terreno de la política escisionista hizo inmediatamente una proposición que decía:
El Congreso de Berna propone a las Federaciones regionales que establezcan para el proyecto de Congreso universal de los socialistas que se celebraría en 1877 las siguientes bases:
Las diversas Federaciones regionales se harán representar en ese Congreso como Federaciones pertenecientes a la Internacional. Ellas pedirán la inscripción en el orden del día de ese Congreso de las siguientes cuestiones:
1° Pacto de solidaridad que se concluirá entre las diversas organizaciones obreras socialistas.
2° De la organización de las ramas oficio.
3° De la actitud del proletariado con respecto a los diferentes partidos políticos.
4° De las tendencias de la producción moderna al punto de vida de la propiedad.
Si se vota sobre las cuestiones de principios, ese voto tendrá sólo un carácter de estadística de las opiniones, y no será considerado como una opinión oficial del Congreso sobre esas cuestiones.
Con esa proposición, Guillaume trataba de cerrar la discusión e impedir que el debate se llevara adelante. El delegado español, Portillo, manifestóse en contra del Congreso. "El Congreso que se propone –dijo– no tiene ninguna utilidad para nosotros. El resultado práctico que se puede esperar del Congreso propuesto por los belgas lo hemos obtenido ya aquí. Es un acercamiento amistoso entre organizaciones diferentes. Es inútil convocar un Congreso especial para este fin." Todos los delegados intervinieron varias veces. Verdaderamente, la proposición belga creaba una situación difícil a los que, después del Congreso de la Haya, habían resuelto los problemas con la facilidad de Juan Palomo. De Paepe volvió a intervenir para insistir en la necesidad del Congreso Universal.
"La Federación belga –dijo– no espera un gran resultado de este primer Congreso, pero podrá ser seguido de otros, y más tarde de estas reuniones puede surgir la reconstitución de una nueva Internacional que agrupe, como lo hacía en 1866, a los socialistas de todos los países". No se enfrentaban argumentos con la proposición de los belgas, sino maniobras y argucias. El delegado español, Portillo, volvió a intervenir para decir, una vez más, "que el Congreso propuesto le parecía inútil porque si las organizaciones constituidas al margen de la Internacional quieren aproximarse a nosotros, tienen un medio bien simple para ello: entrar en la Internacional, donde conservarán su entera libertad de acción".
Después de un amplio debate, como final, fue puesta a votación la proposición de Guillaume, que quedó aprobada con la abstención de la delegación italiana (Para los italianos la era de los congresos "había terminado"; manifestábanse en defensa de "la propaganda por los hechos". y española (Viñas), que pidieron constara en acta la siguiente declaración:
—Para nosotros, la Internacional es la única organización existente que representa verdaderamente el socialismo popular; por consiguiente, creemos que nuestra Asociación debe estar representada en el Congreso socialista no para deshacerse en una organización nueva, sino sólo para defender sus principios y sus medios de acción y buscar atraer hacia ella a las organizaciones obreras que todavía no han ingresado en sus filas.
El Congreso había aprobado que el pacto de solidaridad a que se refería el tercer punto quedara en suspenso hasta el próximo. Después de acordar que la Federación del Jura asumiera de nuevo la función del Consejo Federal, el Congreso daba por terminados sus trabajos. El problema de la unidad había entrado en el grupo escisionista, no por su voluntad, sino por imperativos del propio desarrollo del movimiento obrero, encargado históricamente de barrer de su camino las maniobras y las utopías del anarquismo.
Una nueva Internacional pugnaba por salir de las entrañas del nuevo movimiento obrero. Ella también sería nueva.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!