Las formas de lucha en contra de la prehistoria privada capitalista, no son fórmulas simplificadas que puedan escogerse al azar o de manera caprichosa. En la Colombia de Bolívar, Nariño, Antonia Santos, Policarpa Salavarrieta, Atanasio Girardot y Antonio Ricaurte; llena como está de mártires y de héroes, la sociedad dividida en clases y estamentos, llamados por Weber estratos, vive una guerrilla de más 50 años de lucha encarnizada y sangrienta que no logra derrotar al Estado narco paramilitar, y por supuesto burgués, en la nación que nunca ha conocido la justicia social, y la democracia popular.
Colombia no ha tenido convivencia pacífica en ninguna época de su historia capitalista, porque es precisamente la privacidad del capitalismo quien promueve la guerra encubierta, y la supuesta búsqueda de la paz, como grandes negocios, para engrosar su capital financiero, y oprimir con su poder cualquier posibilidad de liberación del pueblo trabajador colombiano.
La FARC-EP, no ha fracasado en su planteamiento e interpretación de la realidad colombiana, sólo que ha tenido que arrear el pesado fardo de grandes debilidades para enfrentar y vencer la cultura capitalista que ha desclasado a la clase obrera y trabajadora de Colombia, en sus grandes mayorías. Los miembros de la guerrilla son llamados facinerosos por Santos y Uribe, como voceros del imperialismo en todo el territorio colombiano.
Mediante el empaque de los falsos positivos, el terrorismo narcoparamilitar imperialista ha convencido a las grandes mayorías de obreros, trabajadoras, campesinos, soldados, más de 20 millones de pobres, más de siete millones de desplazados, que la guerra, el narcotráfico el horrible desplazamiento que deja sin tierras a los campesinos que van a arrastrar su miseria a las grandes ciudades, es culpa de la guerrilla, y no del capitalismo que ha facturado todos esos males propios de su explotación del hombre por el hombre.
La guerrilla ha sido proyectada, a través de los numerosos artificios de la comunicación burguesa del adversario capitalista, como enemiga del Pueblo colombiano, por tanto es poco menos que imposible que pueda vencer al capitalismo en Colombia, forrada como está de semejante atmósfera de impopularidad.
La incomoda y desventajosa situación de la FARC-EP en su larga y heroica lucha armada en Colombia, le obliga a sentarse a negociar un tratado de Paz para poner fin un conflicto donde ninguno de los contendientes estaría en condiciones de lograr la victoria. Este escenario obliga a la dirección de la insurgencia a cambiar la forma de lucha. ¿Es la batalla política, abierta y legalizada, dentro de la social democracia colombiana, y sus draconianos mecanismos electorales, la forma de lucha correcta para enfrentarse a la historia privada capitalista, tutelada directamente por el imperialismo, con alguna posibilidad de éxito?
¿Es marxista leninista la organización política desde la cual va a luchar la FARC-EP para la toma del poder en Colombia? De ser así ¿Por qué no hacerlo directamente desde el propio seno del Partido Comunista colombiano?
El problema principal de la clase obrera en Colombia y en el mundo donde impera el capitalismo, es que no está unida ni autoreconocida como clase; en su atomización, cada obrera, cada trabajador por separado no puede ejercer el poder del trabajo, lo único que poseemos nosotros los proletarios, dentro de los rigores de la prehistoria privada capitalista, y que estamos obligados a vendérselo o alquilárselo al burgués, grande, pequeño, comerciante o terrateniente, para sobrevivir.
Unidos como clase, en su identidad y desarrollo de la conciencia, y despojados de la ideología enemiga, podríamos juntar, sacando una parte de nuestros míseros salarios, el dinero suficiente para fundar un primer medio de producción que inicie una competencia con nuestros explotadores, cuyos excedente puedan ser destinados a replicar en serie otros medios de producción cada día más grandes, teniendo de nuestro lado la fuerza de trabajo y el consumo de lo que ya estamos produciendo como sujeto histórico; ésta es a mi juicio una efectiva y pacifica forma de lucha para enfrentar a nuestro enemigo, el modo de producción capitalista.
Una forma de lucha que enfrente directamente al poder del capital con el poder del trabajo.