Carnicería del capital, lo último en combate entre rejas

Pinochet también facilitó el proceso de ajuste con sus propios tratamientos de choque, llevados a cabo por las múltiples unidades de tortura del régimen, y además técnicas de control infligidas en los cuerpos estremecidos de los que se creía iban a obstaculizar el camino de la transformación capitalista. Muchos observadores en Latinoamérica se dieron cuenta de que existía una conexión directa entre los shocks económicos que empobrecían a millones del pueblo y la epidemia de torturas que castigaban a cientos de miles que creían en una sociedad distinta. Como el escritor uruguayo Eduardo Galeano se preguntaba, "¿cómo se mantiene esa desigualdad, si no es mediante descargas de shock eléctricos?".

La idea de que la represión y la economía formaban parte de un uno proyecto se refleja sólo en uno de los principales informes sobre derechos humanos de este período: Brasil: Nunca Mais. Significativamente, ésta es la única Comisión de la Verdad que publicó un informe independiente tanto del Estado como de fundaciones extranjeras. Está basado en los registros de los tribunales militares, fotocopiados en secreto a lo largo de los años por abogados y activistas de la Iglesia tremendamente valientes mientras el país estaba todavía bajo la dictadura. Tras detallar algunos de los crímenes más horrendos, los autores plantean la cuestión fundamental que otros se habían tomado tanto trabajo en eludir: ¿Por qué? Su respuesta es directa: "Puesto que la política económica era extremadamente impopular entre la mayoría de los sectores de la población, tuvo que recurrirse a la fuerza para implementarla".

Al final, como predijo Rodolfo Walsh, muchas más vidas serían arrebatadas por la "miseria planificada" que por las balas. En cierta manera, lo que sucedió en nuestra América en los años setenta es que fue tratada como la escena de un asesinato cuando, en realidad, era la escena de un robo a mano armada extraordinariamente violento. "Era como si esa sangre, la sangre de los desaparecidos, hubiera tapado el coste del programa económico".

El debate sobre sí los "derechos humanos" pueden de verdad separarse de la política y la economía no es exclusivo de nuestra América; éstas son cuestiones que emergen a la superficie siempre que un Estado utiliza la tortura como instrumento político. A pesar de la mística que rodea la tortura, y a pesar del comprensible impulso de tratarla como una conducta aberrante que está más allá de la política, no se trata de algo particularmente complicado o misterioso. Es una herramienta de la coerción más despiadada y es fácil predecir que se utilizará siempre necesario para gobernar.

—La tortura es un indicador de que un régimen está sumido en un proyecto profundamente antidemocrático, aunque ese régimen haya llegado al poder mediante las urnas.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!



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Manuel Taibo


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