"Incluso a pesar de estas precauciones, los defensores de los derechos humanos no estaban a salvo del terror. Las cárceles chilenas estaban llenas de abogados de los grupos de defensa de los derechos humanos. En Argentina la Junta militar envió a uno de sus más infames torturadores para que se infiltraran entre las Madres fingiendo ser un pariente de una de las víctimas. En diciembre de 1977 el grupo sufrió un ataque. Doce madres desaparecieron para siempre, entre ellas la líder del grupo, Azucena de Vicenti, junto con dos monjas francesas."
La negativa a establecer una conexión entre el aparato de terror de Estado y el proyecto ideológico al que servía es una característica común a casi toda la literatura de derechos humanos de este período. Aunque se puede interpretar la reticencia de Amnistía como un esfuerzo por mantener la imparcialidad entre las tensiones de la Guerra Fría, hubo, para muchos otros grupos otro factor en juego: el dinero. La principal fuente de financiación de su trabajo, con gran diferencia, era la Fundación Ford, entonces la mayor organización filantrópica del mundo. En la década de 1960, la organización gastaba sólo una pequeña parte de su presupuesto en derechos humanos, pero en las décadas de 1970 y 1980 la fundación gastó la sorprendente cifra de 3º millones de dólares en la defensa de los derechos humanos en Latinoamérica. Con esos fundos la fundación apoyó a grupos latinoamericanos como el Comité de la Paz chileno así como a otros grupos con sede en Estados Unidos, entre ellos Americas Watch.
Antes de los golpes militares, la principal tarea de la Fundación Ford en el Cono Sur había sido financiar la formación de profesores, principalmente de económicas y ciencias agrarias, en estrecha colaboración con el Departamento de Estado de Estados Unidos. Frank Sutton, vicepresidente segundo de la división internacional de Ford, explicó la filosofía de la organización: "No se puede conseguir un país modernizador sin una élite modernizadora". Aunque totalmente en sintonía co la lógica de la Guerra Fría de intentar fomentar una alternativa al marxismo revolucionario, la mayoría de las becas académicas de Ford no mostraban una tendencia a la derecha. Se enviaron estudiantes latinoamericanos a un amplio abanico de universidades de Estados Unidos, entre ellas grandes universidades públicas con reputación progresistas.
Hubo, no obstante, varias excepciones significativas. Como se ha visto antes, La Fundación Ford fue la principal fuente de financiación del Programa de Investigación y Formación Económica para Latinoamérica de la Universidad de Chicago, que produjo cientos de Chicago Boys latinos. Ford también financió u programa paralelo en la Universidad Católica de Santiago, diseñado para atraer estudiantes universitarios de economía de los países vecinos para que estudiaran con los Chicago Boys. Eso hizo que la Fundación Ford, conscientemente o no se convirtiera en la principal fuente de financiación de la difusión de la ideología de la Escuela de Chicago por toda América Latina, superando incluso al gobierno de Estados Unidos.
La llegada al poder de los Chicago Boys mediante las metralletas de Pinochet no hizo quedar nada bien a la Fundación Ford. Los Chicago Boys había sido becados como parte de la misión de la Fundación de "mejorar las instituciones económicas para así impulsar la consecución de objetivos democráticos". Ahora las instituciones económicas que Ford había ayudado a construir tanto en Chicago como en Santiago estaban jugando un papel central en el derrocamiento de la democracia chilena y sus ex-estudiantes estaban procediendo a aplicar su educación obtenida en Estados Unidos en un contexto descarnadamente brutal. Todavía peor para la fundación es que aquella era la segunda vez en pocos años que sus protegidos escogían hacerse con el poder de forma violenta, como ya había sucedido en el meteórico ascenso de la mafia de Berkeley en Indonesia después del sangriento golpe de Suharto.
—"El exterminio en Argentina no es espontáneo, no es casual, no es irracional: es la destrucción sistemática de una "parte sustancial" del grupo nacional argentino con la intención de transformar dicho grupo, de redefinir su forma de ser, sus relaciones sociales, su destino y su futuro."
Daniel Feierstein, sociólogo argentino.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!