A propósito de la masacre israelí en Palestina y el Líbano

Sólo existe lo que veo en televisión, lo que quiero ver (I)

Vano Intento
(Enero 1991)
Traté de sepultar mis ideas
calcular mis intereses
sepultar mi corazón
Pero un frío intenso
un gran hongo de fuego
hizo fracasar mi intención

Carmen Cecilia Lara
clarac8@cantv.net

No deja de sorprender que representantes del socialcristianismo en Venezuela defiendan las tesis del Estado de Israel en el Medio Oriente en esta coyuntura de guerra donde su agresividad es desproporcionada e imposible de ocultar. Y que los medios de comunicación privados radiales, televisivos e impresos en nuestro país se parcialicen abiertamente con la política expansionista del gobierno actual de ese país hacia Palestina y el Líbano. Si aceptamos la máxima de Clausewits, de que la política es una extensión de la guerra y la de Carlos Marx, de que la política es la expresión concetrada de la economía, podemos comenzar a entender lo que divide a los pueblos árabes e israelíes, quienes comparten un origen común y a quienes evidentemente los une un destino.
Primero que nada recordemos cuál es la matriz de opinión que nos quieren vender sobre la noticia del genocidio israelí en Gaza y en el Líbano en todas las cadenas de televisión en el mundo. No se le llama genocidio sino conflicto, no hay un ejército poderoso y superior que ataca sino "combates" entre pares: el ejército israelí y la guerrilla que "ataca a Israel", no hay asesinatos sino muertos. El genocidio militar simplemente, no existe. Lo que existe en un país agredido, Israel, que de victimario pasa a ser víctima, el cual todavía lucha por subsistir luego de una inmensa diáspora de siglos y un enorme holocausto. Lo que ocurrió en Naciones Unidas hace más 60 años no cuenta y el engaño al cual fue sometido el pueblo palestino, que todavía lucha por su autodeterminación, tampoco.
Manuel Freytas de IAR noticias/Kaosenlared, nos explica cómo las grandes cadenas televisivas manipulan la masacre de Israel en Gaza y en el Líbano y cómo se explica la insensibilidad de Occidente ante el genocidio. “Durante un mes, el Mundial de fútbol de Alemania convocó la atención en vivo de más de tres mil millones de personas en todo el planeta gracias a que las cadenas internacionales difundían en directo ese evento durante las 24 horas. Países enteros se paralizaron frente a las pantallas de televisión. La "fiesta colectiva" del Mundial de Alemania se convirtió en una cuestión "estratégica" de Estado para los gobiernos de las naciones, que decretaban asueto laboral para que sus ciudadanos no se perdieran los partidos y pudieran celebrar en las calles”.
Hace quince días, el Estado de Israel comenzó un genocidio militar, primero en la Franja de Gaza, y ahora en el Líbano, cuyo desenlace operativo ya ha costado la vida de cientos de personas (entre palestinos y libaneses) entre ellos mujeres, niños y hasta bebés, además de la destrucción de infraestructura y medio ambiente dejada por los bombardeos contra poblaciones civiles indefensas y contra puertos y aeropuertos para acceder a Beirut.
“Se trata de una masacre militar de características inéditas, de una superpotencia, el Estado judío de Israel, contra poblaciones palestinas y libanesas desarmadas, que utiliza cazas F-16, artillería pesada, tanques y blindados, aviones espías sin piloto que vigilan todos los espacios y lanzan sus misiles orientados a blancos selectivos, helicópteros Apache que atacan las 24 horas e infantería cubierta que avanza y rodea las ciudades. Ante esta carnicería humana, a la que se agrega el genocidio causado por la emergencia sanitaria y alimentaria de las poblaciones bloqueadas por las tropas judías, ningún gobierno del mundo decretó asueto nacional, ninguna de las poblaciones que se movilizaron para celebrar el Mundial de fútbol de Alemania mueve un dedo ni se da por "enteradas" de la tragedia”. Sólo España ha tenido una honrosa posición y por supuesto Cuba y Venezuela, entre otros.
“Los miles de millones que se emocionaron, rieron o lloraron, con el Mundial permanecen indiferentes ante el asesinato en masa de seres humanos bombardeados por una superpotencia invasora, en el colmo de la impunidad y del silencio cómplice de las potencias y de sus organizaciones internacionales. ¿Qué le pasa a esta humanidad que se conmueve y llora con 22 tipos rentados corriendo detrás de una pelota, y no derrama una sola lágrima ni se conmueve con el asesinato masivo de sus semejantes? ¿Cómo se llegó a esta aberración, a este individualismo atroz, a esta deshumanización, a esta indiferencia ante la muerte y la vida, donde los únicos factores de movilización colectiva son los ídolos deportivos y los personajes de la farándula?” se pregunta Freytas.
Según este autor la pregunta tiene respuesta: se llego a través de la televisión, de la sociedad de consumo, de la manipulación informativa para vender productos, espectáculos, farándula, ídolos deportivos, modas fashion, celulares, y, en general, todo lo que sea rentable para los consorcios capitalistas mediáticos, que controlan y direccionan la conducta colectiva mediante la "información" y el "entretenimiento", alienando conciencias y escondiendo la realidad, creando cortinas de humo y fabricando "atención social" o "indiferencia" ante los distintos acontecimientos nacionales o internacionales que se van sucediendo según sean los intereses de turno. Tal como lo hacen con la masacre producida por Israel en Gaza y Libano, y con la guerra en Irak o en otras partes del planeta sometidas a la conquista y al genocidio militar por el control de mercados y de recursos estratégicos.


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Carmen Cecilia Lara

Profesora de comunicación social de la UBV

 sathya954@yahoo.com

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