El ala bakuninista de la Asociación Internacional de Trabajadores había dejado también de existir. Pero los restos de su Federación Española subsistieron aunque arrastrando vida difícil durante los primeros años de la Restauración. Finalmente, la Federación Regional Española fue disuelta a comienzos de 1881 en una Confederación celebrada en Barcelona. Pero aquel mismo año, en el mes de septiembre, y también en Barcelona, se celebró el Congreso constitutivo de la Federación de Trabajadores de la Región Española al que asistieron representantes de 140 organizaciones obreras.
Su "Declaración" decía así:
"Nuestra organización, puramente económica, es distinta y opuesta a todos los partidos pequeños-burgueses y obreros que están organizados con vista a la conquista del poder político."
Esa Federación celebró su segundo Congreso en Sevilla, en 1882, donde, según la Memoria de la Comisión, estaban representadas 209 Federaciones locales y 632 secciones de oficios, representando un total de 49.561 afiliados. De la tónica de este Congreso puede servir de ejemplo el discurso de un obrero catalán, transcrito por Anselmo Lorenzo, y dotado, según éste: "de no común inteligencia".
"No en la batalla combatiré por la redención social; lejos de la lucha fratricida que mancha con sangre la victoria; sin ejércitos que se cobijen bajo las banderas de los partidos políticos, lucharemos por la realización de nuestra obra; con las armas de la razón y de la inteligencia, instruyéndonos e ilustrándonos, en una palabra, por medio de la revolución científica, no en motines y asonadas, buscaremos la realización de nuestros ideales".
El manifiesto de ese Congreso comenzaba así:
"Paz y salud, proletarios todos:
"Desde las fértiles orillas que baña el Guadalquivir, donde natura prodigó sus dones a manos llenas; donde hay sol esplendoroso y sin igual, ambiente puro, embriagador aroma, tierra feraz, ricos productos; donde todo parece que sonríe y aun que tiene natural asiento la felicidad, pero donde es lo cierto que el terrible cáncer latifúndico está más desarrollado…"
Más adelante:
"Son las huelgas objeto constante de nuestra meditación; pero no entran en nuestros fines", —y tómese nota de esta rotunda afirmación—, cuando éstas se sobrepongan a nuestros propósitos, cuando forzosamente no podamos evitarlas, las haremos reglamentarias y solidarias."
En fin, el Congreso optaba por la reivindicación de la jornada de ocho horas que ya empezaba a ser muy popular.
Esa organización celebró otros congresos en Valencia (1883), Madrid (1887) y Valencia (1888). Los conflictos entre el grupo colectivistas y el libertario puro, y de sus respectivos órganos de prensa El Productor y Tierra y Libertad, dieron al traste con la Federación en el citado Congreso de Valencia. Creóse en su lugar la Organización Anarquista de la Región Española. Esta organización, integrada por grupos autárquicos, dio prioridad durante bastante tiempo a los métodos llamados de "acción directa" que dieron origen a la ley de represión contra el anarquismo. No obstante, es curioso señalar la importancia que las organizaciones anarquistas tuvieron siempre en lugares como Cataluña, donde la pequeña industria dominaba a la gran industria, y el obrero personalizaba su acción de clase contra un patrón, persona física, conocido personalmente, a diferencia de los obreros de la gran industria, minería, etc.
Obrerismo católico:
El P. Vicent, inspirado por las doctrinas de León XIII, y por los congresos católicos internacionales de Lieja y Malinas, empezó a crear Círculos católicos obreros (iniciados en Manresa y Valencia), que dieron lugar a la creación del Consejo nacional de Corporaciones católico-obreras.
En 1895, una entidad particular, la "Asociación general para la defensa de los intereses de la clase obrera", dirigió una circular inspirada en los principios de la Encíclica "De conditione opificum", pero dirigida más particularmente a "los patronos o jefes de industrias".
Los patronos:
Justo es decir que los patronos pensaron también en coordinar sus esfuerzos. La antigua Junta de Fábricas de Cataluña ya había creado el Instituto Industrial de Cataluña. En 1876, nació el Fomento de la Producción Española, y en 1889, el Fomento del Trabajo Nacional. En el Norte, fue la Liga Vizcaína de Productores. Durante mucho tiempo estos organismos libraron batalla por defender aranceles proteccionistas.
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!